EL ÚLTIMO PASAJERO, de Manel Loureiro.

Agosto de 1939. Un enorme trasatlántico llamado Valkirie aparece a la deriva en el océano Atlántico. Un viejo buque de transporte lo encuentra por azar y lo remolca a puerto, tras descubrir que en él tan sólo queda un bebé de pocos meses... y algo más que nadie es capaz de identificar. Setenta años después, un esquivo hombre de negocios decide reflotarlo y repetir, paso por paso, el último viaje del Valkirie. A bordo, atrapada en una realidad angustiosa y contrarreloj, la periodista Kate Kilroy descubrirá que sólo su inteligencia y su capacidad de amar podrán evitar que la nave se cobre de nuevo su siniestro precio en este viaje. 
Nos encontramos ante una novela de Loureiro alejada del género Z que tanta fama le ha dado. En El último pasajero (2012) el escritor se sumerge en la temática del terror paranormal, y lo hace de forma notable. Teje alrededor de un escenario claustrofóbico un argumento cargado de tensión y con escenas inquietantes a un ritmo creciente y, a la vez, adictivo. La forma de escribir de Loureiro (muy cinematográfica) encaja perfectamente en las intenciones de la novela, y entretiene hasta tal punto que el lector devorará sus páginas casi sin pretenderlo. Sin embargo, para aquellos lectores devoradores del género, quizás El último pasajero no les perturbe en exceso, pues es legítimo reconocer que se intuyen ciertas similitudes que no menciono para mantener futuras sorpresas.
La ambientación. Sin duda este aspecto es el más llamativo. Loureiro se documenta bien al respecto, y eso hace que la novela gane en solidez. La capacidad del autor por fotografiar las escenas consigue que el lector se sitúe a bordo, viaje en el pasado y regrese al presente sin la más mínima dificultad. Sin duda el escollo más peligroso de la historia Loureiro lo solventa satisfactoriamente.
Los personajes. Personalmente no me han gustado. La relación de amor que vive la protagonista lo considero demasiado al estilo Hollywood, y eso resta puntos a largo plazo aunque permita un mayor alcance de público. Loureiro tampoco se explaye demasiado en el análisis psicológico de cada uno de los personajes, esbozando a grandes rasgos sus personalidades y dedicando un poco más de atención a la protagonista. En mi opinión, el personaje Isaac Feldman no tiene todo el peso que podría ofrecer, quedando desdibujado en un segundo plano anecdótico.  
Como he dicho anteriormente, el ritmo es trepidante, con muchísimos diálogos y con bastante acción. Alguna que otra escena erótica acompaña al deleite del lector, con lo cual desaparece cualquier sensación de pesadez sin caer en lo banal. Aunque recalco que dichas escenas eróticas me han parecido gratuitas.
Así que nos encontramos con una novela de entretenimiento, que inspira terror en pequeñas dosis y apta para todos los públicos. Una novela escrita para venderse bien y cuya lectura no decepciona pero puede resultar escasa para los más entendidos.