Autor: Julio Albi de la Cuesta
Edición: Ollero y Ramos, 2009
17,5 x 24,8 cm. 736 páginas
ISBN: 978-84-7895-249-6
Índice:
América en llamas.- El soldado español.- Flujos y reflujos.- Años
difíciles.- El general en jefe.- Noticias de Chile.- Perú sitiado.- De
Cabezas de San Juan a Miraflores.- La Piel de Zapa.- La crisis.- De Lima a
Cuzco.- El ocaso de San Martín.- Entre dos fuegos.- Doce meses aciagos.-
Tiempo de traiciones: el campo de Agramante.- Traición de Olañeta.- Junín.-
Ayacucho.- Un misterio difícil de descifrar.- Adiós a todo aquello.- Los
Ayacuchos.
Resumen:
A partir de 1809 estallan en la América hispana continental una serie de
levantamientos que culminarían en la independencia de aquellos territorios.
Para hacerles frente, las autoridades partieron de una posición inicial
desfavorable, dado que por entonces la propia España luchaba por su
supervivencia frente a la invasión napoleónica y que en esas fechas no
existía ninguna unidad del ejército peninsular en tan vastos dominios. Hubo
que recurrir a tropas locales, que nunca dejaron de jugar un papel
determinante en las fuerzas realistas hasta el último día de una guerra que
duraría más de 15 años. El último Virrey se centra en la reacción que desde
Perú se fraguó frente a los movimientos independentistas, y que se
proyectaría a lo que en la actualidad son las Repúblicas de Ecuador, Chile y
Bolivia. Un esfuerzo titánico, poco y mal apoyado desde la metrópoli y que
pudo sustentarse debido a que en el viejo virreinato peruano, al igual que
en el resto de las Indias, la causa de la independencia no concitó, hasta
prácticamente el final de las hostilidades, un apoyo universal. Tres hombres
se sucedieron en esos años en el palacio limeño: Abascal, Pezuela y La
Serna; el primero, un ilustrado de brillante trayectoria administrativa; los
otros dos, veteranos soldados curtidos en los campos de batalla. Cada uno, a
su manera, hizo lo posible por defender la causa del rey. Si fracasaron, se
debió sobre todo a la pujanza de los movimientos independentistas y a la
debilidad de una España primero agónica y luego ensimismada, no a falta de
coraje o de arrestos por su parte.
Esta es la historia de los hombres a cuyos jefes Bolívar, su mejor enemigo,
llamó "los nuevos Corteses y los nuevos Pizarros". Americanos en su mayoría,
lucharon durante años por mantener la soberanía española sobre gran parte de
América del Sur. Fue una larga guerra, que abarcó desde los sombríos bosques
araucanos a las gélidas pampas de los Andes, en la que en ocasiones no se
dio cuartel, pero en la que también los contendientes se estrechaban las
manos antes de comenzar una batalla. Lealtades y traiciones, héroes y
villanos, resistencias numantinas y oportunismos flagrantes. Sobre el
trasfondo ambiguo brilla el coraje tenaz de quienes, en ambos bandos,
defendieron hasta el final causas que creían justas. Y el último virrey
español, herido, ensangrentado, entra en una leyenda que se ha olvidado.
José de La Serna fue Virrey del Perú desde 1821 hasta 1824. Al tomar el
poder entró en negociaciones con Don José de San Martín, pero no logró que
se retiré del Perú. Cuando las fuerzas patriotas ya estaban a media legua de
Lima, La Serna y sus tropas huyeron rumbo al Cusco. Desde esta ciudad
controló gran parte del país, y tuvo importantes victorias militares contra
las fuerzas de San Martín (batalla de Macacona), las de la Junta Gubernativa
(batallas de Torata y Moquequa) y las del presidente Riva Agüero (Campaña
del Talón). Recién fue derrotado y capturado por las fuerzas bolivarianas en
la batalla de Ayacucho (9-12-1824).