Anteriormente hemos hablado de cómo elegir una trona, cómo debe ser el diseño, el tipo de material más adecuado, la dimensión media que debe tener, en qué elementos de seguridad debemos fijarnos, etc. Hoy queremos hablar sobre el uso correcto de una trona, quizá pueda parecer algo un poco absurdo pero resulta sorprendente saber que los casos por lesiones relacionadas con las tronas se han incrementado.
Los servicios de emergencia alertan sobre el aumento de los accidentes con tronas en menores de tres años de edad, principalmente con caídas que derivan en traumatismos craneales, cortes, contusiones, etc. Por ello, los padres deben asegurarse del uso correcto de las tronas a fin de garantizar la integridad física de los pequeños. Se pueden tener en cuenta una serie de consejos clave que evitarán, o al menos reducirán, considerablemente el riesgo de sufrir un accidente en la trona.
Como ya explicábamos en el post sobre cómo elegir una trona, es obligatorio que cuenten con un arnés de seguridad que sea efectivo, no una simple correa, debe contar como mínimo con tres puntos de sujeción y uno de ellos debe actuar como separa piernas, de ese modo se evita que los niños se deslicen por debajo del arnés. Este arnés debe ser utilizado cada vez que los pequeños se sienten en la trona, aunque sean sólo un par de minutos. No es la primera vez que un padre deja al bebé en la trona y va a buscar algo que se ha olvidado, pensando que como tardará menos de un minuto no ocurrirá nada, un minuto es una eternidad en estos casos y puede traer graves consecuencias.
La trona se debe utilizar exclusivamente para comer, no es una silla para estar mucho rato y realizar otras actividades como jugar. Es importante crear la rutina para que el niño comprenda que sentarse en una trona quiere decir que va a comer, recordemos que las rutinas son muy importantes en la crianza de los pequeños. No debemos bajar la guardia cuando los niños son más mayores, no hay que permitir que trepe por la trona para sentarse en ella, fácilmente podría volcarse, tampoco hay que dejar que se ponga de pie en ella, aunque sea acompañado de los padres, el niño puede considerar que es una acción que puede realizar y si lo hace solo podría tener graves consecuencias.
En el lugar donde esté colocada la trona, no tienen que haber al alcance de los niños objetos, paredes o muebles donde puedan agarrarse, apoyarse o balancearse y llegar a volcar la trona. Cuando coloquemos la trona, deberemos asegurarnos que está perfectamente montada y es totalmente estable, una trona con una base amplia es mucho más segura, ya que no se puede volcar con tanta facilidad. A pesar de todas las medidas de precaución adoptadas, es muy importante que siempre esté presente un adulto, no dejar a los pequeños solos es una regla de oro que reduce significativamente el riesgo de un accidente infantil.
Antaño se comercializaban más modelos de tronas con defectos de seguridad, con la entrada de la normativa europea en materia de seguridad infantil, se han reducido el número de tronas con defectos o problemas de seguridad, por ello es interesante que a la hora de adquirir una trona, cuente con el correspondiente logo comunitario que certifica su seguridad. Una trona parece algo sencillo de montar, pero la prudencia obliga a consultar el manual de montaje y los consejos del fabricante en materia de seguridad para prevenir accidentes.
Sobre la transición de la trona a la silla, algo que ocurre cuando los niños se hacen mayores y quieren imitar a los adultos, hay que tener en cuenta que las medidas de seguridad de una trona no las tienen las sillas y los niños pueden comportarse como si estuvieran sentados en una trona con los consiguientes riesgos que ello supondría. En esta transición, es importante que un adulto acompañe durante un periodo de tiempo a los niños, hasta que se habitúen al uso correcto de las sillas.
Son consejos sencillos y simples de los que nos habla Faros, pero lamentablemente en ocasiones se pasan por alto, la vigilia de los padres es la regla de oro para evitar este tipo de accidentes.
Foto | Lars Plougmann
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El uso correcto de una trona