Yo era de las que me ponía nerviosa en los ratos muertos. Consideraba que el tiempo que pasaba en un atasco, por ejemplo, era un tiempo precioso malgastado. Me enfadaba. Me daba rabia quedarme en casa sin hacer nada. Me agobiaba pensar que quedaban por delante dos o tres horas sin nada que hacer. Sentía que estaba desperdiciando el tiempo. Que estaba desperdiciándome. Y en esas ocasiones, me sentía muy vacía.
Hasta que me di cuenta de que el vacío también podía ser útil.
El arte de no hacer nada
Antes de practicar yoga o de probar la meditación, comencé a apreciar el arte de no hacer nada. Descubrí que hay un concepto oriental que hace referencia a la no acción, y que en sánscrito es akarma (inacción, sin hacer nada). Y aprendí que a veces, es mejor pararse a respirar y centrarse no en el atasco, no en aquello que no podemos controlar, no en lo que nos desestabiliza, sino en cosas que sí dependen de nosotros y que, además nos aportan paz, como por ejemplo nuestra propia respiración.
Había empezado a meditar sin ni siquiera tener ni idea de que lo hacía.
Treinta radios lleva el cubo de una rueda, lo útil para el carro es su nada (su hueco). Con arcilla se fabrican las vasijas; en ellas lo útil es la nada (de su oquedad). Se agujerean puertas y ventanas para hacer una casa y nada de ellas es más útil que su vacío. Así, pues, en lo que tiene que ser está el interés. Pero en el no ser está la utilidad. (Lao Tse, Tao Te Ching)
No hace falta llenar cada vacío de tu vida
Desconectar la mente, sobre todo en momentos en los que sabemos que algo nos hace sentir ansiosos o sufrir, es más fácil de lo que crees y mucho más sano de lo que parece. Por ejemplo: el otro día había quedado en ir a ver a mi madre después del trabajo. Llovía y los autobuses no estaban saliendo. Habían anunciado por megafonía retrasos de hasta quince minutos. Y yo llevaba ya media hora esperando mi autobús. En otra etapa de mi vida, me habría agobiado, habría llamado a mi madre para decirle que iba a llegar tarde, me habría sentido fatal conmigo misma. Pero en ese momento, en vez de enfadarme (como sí hicieron algunas personas que esperaban como yo),respiré hondo e distraje mi mente. Me desconecté de la espera, y me conecté con el libro que llevaba en el bolso.
El autobús sólo tardó otros 5 minutos, es cierto, pero a mí se me hicieron como dos.
Decidí leer. Pero puedes decidir no hacer nada. Y no pasa nada. Aprovecha los "ratos muertos" y los "vacíos" para pensar en ti. Para pararte a respirar, para hacer una lista mental de las cosas buenas que te han pasado hoy o que tienes en tu vida. y desconecta de lo que te desequilibra.
El vacío puede ser útil
Antes veía el vivir lejos de mi trabajo como una pega. Me tiraba mucho tiempo en el transporte público y no podía concentrarme en otra cosa que no fuera correr, coger el metro a tiempo, no llegar al autobús y tener que esperar al siguiente (me angustiaba por una espera que ni siquiera sabía si iba a tener que padecer). Ahora lo veo como un vacío en mi día que, a veces lleno, y a veces (según me apetezca) no. Leer, meditar, escuchar un podcast, ver vídeos... Hay tantas cosas que puedes hacer para llenar los vacíos que, ¿cómo no iban a resultarnos útiles?
POSDATA:Recuerda: tener momentos de vacío también te ayuda a tener la mente más despejada, libre y proactiva para cuando haya momentos de actividad. ¿Y tú? ¿Te has parado alguna vez a pensar en la importancia del akarma? Cuéntamelo por o .