Sor Juana Inés de la Cruz y la Crianza
Por: Dra. Lilia Granillo Vázquez[*]Fuente: http://www.azc.uam.mx/publicaciones/tye/tye13/art_lit_02.html#inicio |
seguraba en 2002, Eli Bartra en su revisión de tres décadas del trabajo feminista en México, que las intenciones y las acciones de las feministas tienen que ver con revolucionar la vida doméstica, para que cambie la existencia de las mujeres gracias a una conciencia crítica radical:El feminismo tiene que ver con revolucionar la vida doméstica para que cambie la existencia de las mujeres de manera real. Que los hombres compratan en igualdad de condiciones el trabajo doméstico y la crianza de los hijos e hijas… … Como feminista, uno de mis mayores deseos es que el feminismo desaparezca de la faz de la tierra en el próxio siglo. Que se conquiste la equidad entre los géneros y que el movimiento feminista no tenga ninguna razón de existir. Pero está por verse hacia dónde nos dirigimos. (Bartra, 2002, 81)Isabel Prieto de Landázuri (siglo XIX)
…era madre amantísima, esposa acogedora, amiga apasionada y, y al mismo tiempo, mujer que se ruborizaba, llena del placer (más de placer que de verdadera vanidad), con el ruido de sus éxitos literarios… A. ReyesCuatro años después de leer esa revisión, la necesidad del feminismo y las acciones poestivisa en México se volvio patente. Mientras impartía el módulo Lineamientos y estándares internacionales, del Diplomado en Responsabilidad Social,[1] un estudiante, acaudalado miembro del corporativo de una empresa grande, airadamente me preguntó: “ ¿O sea que vamos a tener que darle permiso a los papas de que vayan a cuidar a sus esposas o a sus hijos cuando se alivien[2] ¿Entonces Usted cree que las sirvientas deben sentarse en la mesa de los patrones? ¡Sólo eso nos faltaba! ¿No se contentan con que ya comen mejor que nosotros a veces, cuando no las vemos?”La discusión comenzó cuando comenté que las leyes laborales en países como Holanda y Suecia concedáin derechos paternales y maternales a los y las trabajadoras cuando nacian sus hijos; y que igualmente existian ya los permisos o cuidados paternos. El cuidado de la casa, la crianza de los hijos e hijas han estado tradicionalmente a cargo de las mujeres, quienes somos reproductoras de la sociedad, más allá del sentido biológico. Transmitimos los valores y la lengua materna, creamos conciencias y construimos el imaginario simbólico y social de hijos e hijas. En efecto, el trabajo de las mujeres como formadoras y educadoras de los y las ciudadanas, constituye una aportación social que merece un salario y uno digno.En agosto de 2007, invitada por el programa MEG de INMUJERES, [3] acudía al taller de Masculinidad y acciones afirmativas, fui testigo de una dinámica social mexicana sui géneris. Se trataba de reconocer que las asignaciones de género, masculino y femenino, son construidas socialmente, y por ende las identidades. El instructor formó pequeños grupos y pidió que en cada grupo de cantará una canción popular que mostrara los atributos tradicionales del género masculino. En los grupos donde había exclusivamente mujeres, se cantaron canciones donde los varones son fuertes, mujeriegos y parranderos o desobligados del gasto, como Juan Charrasqueado, el Aventurero o Mira Bartola, Ahí te dejo esos dos pesos. En cambio, en los grupos donde había uno o más hombres y también mujeres, las canciones eran infantiles y mostraban atributos de género femenino como La Patita, o Rosita Alvirez o La Martina. Comenté la ceguera de género, y el instructor me decía que esa confusión –revertir el sujeto del ejercicio, era frecuente en grupos de mexicanos, no en otras nacionalidades. También me dijo que faltaba mucho tiempo para que los varones en México aceptarán el valor del trabajo doméstico. Le comenté que tenía una investigación al respecto. Me recomendó revisar la connoctaicon erótica que el término “trabajo doméstico” o “servicio doméstico” ostentaba en el imaginario masculino. Realicé entonces una investigacion iconográfica en internet y me consta que por cada referencia técnica, encontré tres o cuatro referencias eróticas a “sirvienta” Con la intención de adelantar en la revaloración del trabajo doméstico y su retribución salarial, expongo este trabajo."Yo pienso que una buena ama de casa contribuye tanto como el marido a la prosperidad de los negocios. Las ganancias entran ordinariamente en la casa por los trabajos del hombre, pero son gastadas comúnmente bajo el cuidado de la mujer. Cuando estos dos extremos marchan de acuerdo, las casas prosperan, cuando van encontrados, tienden a la decadencia."
JenofonteDespués de las faenas domésticas (siglo XIX)
...en la “Contestación” a la ardiente y exaltada Dolores Guerrero, aconsejándola cantar cosas oportunas, alegres, ella misma nos descubre el engaño de sus primeros versos:
Sólo la niña loca e indolente
que ni aun sombra de pena conocía,
pudo, mientras dichosa sonreía,
expresar un dolor que no sintió.Mientras revisaba la escritura de mujeres durante el siglo XIX, encontré muestras de una poesía festiva y jocosa ante el tópico de la guerra entre los sexos. A diferencia de la diatriba, un tanto llorosa, de Sor Juana, “Hombre necios que acusáis a la mujer…”, descubrí que la liberación de algunas mexicanas había evolucionado y para el Siglo XIX ya estaban en condiciones de reír a carcajadas y desafiar la identidad sacrificial, de víctimas, la actitud de las “pobrecita de mí”. Una ironía punzante y demoledora rebatía, como se verá, en la otrora Nueva España, los ataques de quienes, como el romántico español Manuel Bretón de los Herreros, satirizaban los roles femeninos con letrillas satíricas como “No me Caso…”, y procedían a hablar mal de las mujeres, a devaluar a las esposas, amas de casa, y madres de familia. Oigamos por ejemplo, la sátira “Gracias de las Hembras”, del poeta José Rosas Moreno:Buscar el trato de la gente necia,
más hermosas juzgarse que la aurora,
con los hombres reñir a toda hora,
y hablar de Roma por hablar de Grecia;Apreciar al que menos las aprecia,
sin motivo llorar con el que llora,
despreciar al que tierno las adora,
y adorar al que altivo las desprecia;Poner siempre a los feos un apodo;
contrariar los más sabios pareceres;
escoger lo peor, errar en todo;Dar tormentos con nombre de placeres
y sembrar ilusiones en el lodo,
éstas las gracias son de las mujeres.
(Rosas, 1993, T. II, p. 222)Armada de capacidad poética superior, Isabel Prieto de Landázuri, desde Guadalajara, le contesta:AL AUTOR DE “GRACIAS DE LAS HEMBRAS”*Si es la mujer tan vana como necia,
si de su propio hechizo se enamora,
si díscola riñendo se desdora,
si ignorante confunde Roma y Grecia;si aprecia siempre a aquel que no la aprecia
y sin motivo ríe, goza o llora;
si desprecia cruel al que la adora
e idolatra al que altivo la desprecia;¿No merece de necio el justo apodo
el que buscando amor, dicha y placeres,
siembra sus ilusiones en el lodo
cifrando su ventura en las mujeres?Filósofo, poeta, y sabio, y ...... todo
¿Por qué por monstruo tal, de amor te mueres?
Obras poéticas de la Señora Isabel Prieto de Landázuri, 1883, 99)Se trata de la contestación a José Rosas Moreno que publicó una diatriba contra las mujeres en la Ilustración Potosina(1869, 210), que luego reprodujo El Renacimiento. Su tono abiertamente feminista revela que Isabel no acataba siempre su condición sumisa.
Fantasías Domésticas,
(Segunda década del siglo XX)El Siglo XIX es el tiempo de la literatura nacional, de la República de las Letras, de aquellos heroicos hombres que liderados por Benito Juárez, como Ignacio Ramirez, Prieto, Altamirano y Justo Sierra, ponían los cimientos del liberalismo mexicano. Para la mentalidad decimonónica, el papel de la mujer es la procreación y la educación de los ciudadanos, el “deber ser de la mujer” es el bien de la patria. Y como la patria es asunto de varones… Se inaugura también la identidad de las mexicanas como “Reinas del Hogar”: madres y no mujeres. Era tradicional el maniqueísmo masculino que las considera ángeles o demonios:Es uno de los misterios de la fatalidad que todas las naciones deban su perdida y su baldón a una mujer, y a otra mujer su salvación y su gloria; en todas partes se reproduce el mito de Eva y de María; nosotros recordamos con indignación á la barragana de Cortés, y jamás olvidaremos en nuestra gratitud á Doña María Josefa Ortíz, la Malintzin inmaculada de otra época que se atrevió á pronunciar el fiat de la independencia para que la encarnación del patriotismo lo realizara...
(Ramirez, 1887, 178 a 179)
La sirvienta, objeto del erotismo del Amo de casa (principios del siglo XX)Cuando la mujer asume su poder en lo privado, el varón en lo público se resiente, y las quejas se convierten tópicos, “las quejas de las hembras”, que aparecen en México desde los inicios de la plaza pública impresa, en el Diario de México,...Naturaleza al Toro
armó con duras astas,
y al generoso bruto
con las veloces plantas.
Dejó de corbos dientes
la boca al León sembrada,
Y a la prófuga Liebre
dio acelerada marcha.
El nadar dio a los peces
prestó a las aves alas,
La sensatez al hombre;
¿Y se dejó olvidada
a la mujer? Natura
le dio belleza y gala,
arma la mas potente
entre todas las armas,
que rinde los Imperios
y testas coronadas,
pues ceden hierro y fuego
a las hermosas Damas.[4]Antes ya se había prevenido a la sociedad de la perfidia femenina, y esto se lee también el Diario de México, primer cotidiano que este año festeja el bicentenario de su fundación. Abundan diatribas contra el Arma la más potente, la seducción de las mujeres, como en esta burla ilustrada, que jocosamente tituló el editor “raducción de la Oda Segunda de Anacreonte”:Decentemente mantiene
su propia Mona Don Cleto,
y el animal se entretiene
en público, y en secreto,
con otros monos que tiene.
A Don Cleto no le embona:
Pregunto ¿Tendrá razón?
Que lo diga otra persona.
Ello, hay mujeres que son....
finas.... pues...., como la mona.[5]
(Diario de México, -1806, Núm.104 - T.2; 45)El doble sentido es, ya se sabe, recurso predilecto en los discursos de género en México. Dígalo si no, el albur y tanta bibliografía sobre la mal llamada Picardía Mexicana, gran eufemismo. Cabe notar el papel que juega “la sirvienta” en el imaginario masculino, papel que no se limita a lo mexicano. Mientras investigaba la iconografía del tema, recurri a internet. La primera respuesta del buscador a los terminos “trabajo doméstico” me remitió inmeditamante a sitios de pornografía primero y luego a imágenes eróticas de las cuales sólo reproduzco aquí una.No es de extrañar que las mujeres inteligentes y educadas como Isabel Prieto (1833-1876) respondan en abierto desafío, a la devaluación genérica. Se trata de la gran figura literaria del siglo, apreciada dramaturga y poetisa, llamada “La Poetisa Madre” por sus composiciones dedicadas a los placeres de la maternidad. Mujer culta, romántica tradicional del siglo XIX mexicana, su obra trascendió su época y su región. Objeto de estudio en un discurso de ingreso a la Academia mexicana de la lengua, perteneció a numerosas asociaciones literarias. Sus críticos elogiaban siempre la calidad de su poesía. Para sus biógrafos, Isabel era muy meritoria, pues conseguía escribir poemas y obras de teatro, acudir a tertulias y traducir del inglés y del francés, “sin descuidar las labores propias de su sexo”.Cuando la organización del mundo se basa en la diferencia sexual, “las labores propias del sexo” de las mujeres --¿alguien ha oído hablar de labores propias del sexo de los hombres?--- se refieren a la reproducción social: la maternidad, la crianza y el cuidado de los hijos y del esposo. De ahí el origen de asignar el trabajo doméstico a las mujeres. Sor Juana dice que con tal de no tener que cuidar a otros, y poder dedicarse al estudio, decidió entrar a un convento. Con todo, ni ahí pudo escapar y la pobre murió al contagiarse cuidando a sus hermanas en una epidemia.Hablo de Sor Juana, que se tuvo que ir de monja y luego de Isabel, que se casó y vivió en el mundo su escritura, para señalar que la sociedad cambia, y que los procesos de liberación de las mujeres avanzan gracias a los impulsos feministas.
El ama de llaves, a veces más dueña de la casa que la esposa (siglo XIX)En el tercer milenio se habla ya con otro sentido de preparar la comida, lavar la ropa, cuidar a los hijos e hijas, ir al súper y tender las camas: esa es la revaloración. Los feminismos han logrado que el trabajo de la casa sea visible, sea discutido, medido y tazado como parte del PIB. En el mes de junio se celebra mundialmente el Día del Trabajo Doméstico. En los países nórdicos, las mujeres que se dedican a atender a su familia en la casa reciben reconocimiento económico, además del social. Quien piense hoy día que es ocioso e inútil reconocer salarialmente la energía para cuidar de la familia , el trabajo de la casa, ignora que en nuestra América, la PROFECO de México es pionera en los cálculos del significado económico que representa para nuestros países la ocupación del ama de casa.
Cabe reconocer el lugar del trabajo doméstico en los procesos de construcción de la equidad y la igualdad de oportunidades y los derechos humanos. ¿Quién desconoce la importancia que tiene el cuidado y la atención de los ciudadanos, la reproducción de la misma sociedad?
<<párrafo anterior|Hablemos del lugar del trabajo doméstico en la expresividad mexicana.Cuando se concibe la literatura como un sistema de expresión del ser humano, y con la lupa de género, una se acerca en particular al de las humanas, la escritura es un factor para la visibilidad, de reconocimiento del trabajo de las mujeres. Me interesa destacar lo que se ha adelantado, para luego señalar las tareas siempre urgentes, en favor de las mujeres, nuestra autonomía y el pleno reconocimiento de nuestra humanidad, y con ello, nuestra ciudadanía.Toda discusión acerca del trabajo doméstico en nuestros días, precisa ser revisada a la luz de la construcción de la igualdad de oportunidades para las mujeres. El reverso de la igualdad es la discriminación. Y no se crea que por que nuestro país envío representantes a Beijing, y firma los convenios de la ONU y aquí se reúnen comités CEDAW[6] , ya acabó la discriminación y el feminismo puede descansar y desaparecer. Si bien la reciente Ley de Desarrollo Social es muy específica contra la discriminación femenina, ésta persistirá en tanto que la cultura siga ignorando el valor social del trabajo doméstico como contribución de las mujeres a la ciudadanía.Existen muchos feminismos en tanto que existen muchas mujeres, y todas y cada una tenemos problemas existenciales debido a la infravaloración en que nos coloca el sistema patriarcal. Para la mayoría de las personas, el trabajo doméstico es invisible. A veces lo es incluso para la propia ama de casa. Oigamos el siguiente diálogo:-- ¿Y tu mamá, a qué se dedica, Pepito.
-- A nada, maestra, sólo está en la casa.Y ese fue un diálogo suave. Oigamos uno de los preludios a la violencia de género:--Mira nomás, ¿por qué no me has planchado la camisa que me puse ayer? Te dije que la quería limpia hoy mismo.
--Es que tuve que ir a la escuela, me llamó la maestra de Pepito.
-- ¿Y eso qué?. Si tú nunca haces nada, el tiempo te tiene que alcanzar para todo, floja, mantenida. Si ya me lo advertía mi mamá…
Entre mujeres, (siglo XIX)En una sociedad como la nuestra, muchas mujeres desean seguir siendo madres y dedicarse al trabajo doméstico. Decir esto en cualquier foro puede ser irresponsable a menos que se matice el dicho; en un foro feminista puede ser suicida a menos que se haga hincapié en el rechazo total a las explicaciones de ciertos esencialismos que dirán: ¡Por supuesto, que las mujeres sean madres, para eso están hechas! ¡Qué bueno que digan que hay que ser amas de casa!.Cuando hablo de la realización del trabajo doméstico, me apresuro a destacar que es obligación del Sistema, del Estado-Gobierno, proporcionar lo necesario para que tanto la maternidad como los trabajos domésticos se desarrollen dentro de la auténtica equidad, merced a dinámicas de acciones afirmativas que construyan la igualdad de oportunidades para las mujeres. Resulta que a veces las políticas públicas confunden los términos, y se habla de igualdad de oportunidades para hombres y para mujeres. Primero las mujeres: en julio de 2003, la Organización Mundial de la Salud clasificó a nuestro país como uno de los más violentos para las mujeres.Es decir que la vida de las mexicanas corre riesgos mayores que la de los mexicanos por nuestra cultura. Otras estadísticas revelan que a pesar de que las mexicanas contribuimos somos el 34% de la población económicamente activa (PEA), trabajamos el 67% de las horas laborables, y somos el 52% del electorado, poseemos solamente el uno por ciento de los bienes, y nuestro género apenas alcanza el 10% de la representación política. ¿Y qué pensar de las penas legales que se multiplican por cuatro o por seis por el solo hecho de ser mujer?Las modernas teorías del bienestar social indican que existe una relación directa entre el desarrollo de un país y el desarrollo de sus mujeres. Dicho de otro modo, para que México alcance niveles de bienestar social que acaben con los 40 millones de pobre que se reconocen, es imperativo favorecer el desarrollo sustentable de sus mujeres mediante el reconocimiento de las aportaciones de las amas de casa a la economía nacional.
Formar y criar ciudadanos (s. XIX)De la totalidad de aquel 34% de la PEA, el 63% está constituido por madres de familia que trabajan, más de la mitad de las mexicanas económicamente activas. Y éstas informan que en un 88.2% trabajan y a la vez se ocupan de las labores domésticas. Y no se crea que el 11.8% restante declara que los varones se ocupan del trabajo doméstico, son otras mujeres las que realizan esta labor tan necesaria para la humanidad, labor valorada con desigualdad. ¿Quién dice que una mujer que se queda en su casa es alguien “que no hace nada”.En Estados Unidos, el costo de crianza de un niño, en una familia de clase media, desde su nacimiento hasta la edad de 18 años, era de $160,140.00 dólares; o sea más de millón y medio de pesos. Eso sin tomar en cuenta el salario que precisa el ama de casa por cuidar a un hijo. Cuando se dice que las amas de casa no hacen nada, se está fomentando la discriminación pues la invisibilidad de lo femenino es causa de la exclusión social.El trabajo doméstico tiene doble filo para las mujeres: uno es el de la doble jornada; otro el de la marginación… Para ambas situaciones pido el reconocimiento total: a trabajo igual, salario igual. ¿Cómo lograrlo? Empecemos por cambiar la mentalidad patriarcal y revalorar nuestras actividades.Comencemos por reconocer al ama de casa como agente social y económico digna de salarios y prestaciones sociales cabales. Cambiemos la mentalidad patriarcal que asegura el cautiverio de las madres-esposas diciendo que no hacen nada y nada merecen. Para ello podemos nutrir el inconsciente colectivo con los discursos literarios de las escritoras.
Santa Marta, patrona de las sirvientasLa literatura expresa nuestros modos de vida y puede ser un agente de cambio especialmente efectivo contra la violencia simbólica, contra la invisibilidad que promueve la desintegración femenina. He aquí que yo encuentro numerosas muestras en la escritura de mujeres, de las maneras de recuperar el valor de las labores de la casa y afirmar nuestro derecho al reconocimiento y a la diversidad. Incluso al tipo de relaciones de cooperación que las mujeres establecemos dentro de la casa. En otro sitio ya he examinado el significado de las relaciones difíciles entre patronas y sirvientas. Hoy cito aquí solamente datos de Valoración del trabajo doméstico e intervención interdisciplinaria. Se trata de una revisión sociodemográfica y cultural que dedica un capítulo a esta problemática: "Enfrentamiento cultura". El estudio de Trujano sugiere que las patronas con mayor grado de instrucción, educación y conocimientos, proporcionan un trato menos opresivo a las sirvientas. Incluso se encontraron patronas que "les enseñan cosas, como francés y literatura"[7].Muchas escritoras mexicanas presentan una visión optimista del rol de las amas de casa y las felices relaciones que establecen con quienes las ayudan, las sirvientas. Mientras leía el famoso cuento “Lección de Cocina”, de Rosario Castellanos, pienso en la soledad y la tristeza de Sor Juana. Y me apresuro a buscar en la propia Rosario, elementos que me permitan identificar la solidaridad femenina y acciones de nobles entre mujeres que comparten la identidad de género ante las tareas domésticos. Encuentro muestras amorosas de estos cuidados en estas relaciones familiares que se establecen más allá del parentesco consanguíneo, pues ya se sabe que en México, la familia no es nuclear, a pesar de que los cánones trasnochados de algunos congresos de Pater Familias así lo quieran dictar.Ahí está la nana cariñosa de Balún Canán,y también la nana cómplice de Tita enComo Agua para Chocolate, la literatura cuenta otra historia del intercambio de tareas domésticas entre mujeres. Realizar trabajo doméstico asalariado puede ser factor de empoderamiento, he ahí la historia de vida de Benita Galeana, o las picardías de Jesusa Palancares en Hasta no verte Jesús Mío. En la investigación sociodemográfica de otra investigadora de la UAM, Alejandra Massolo, Por amor y coraje, mujeres en movimientos urbanos de la Ciudad de México [8], se descubre una realidad antropológica y social entre las mujeres de los movimientos urbanos populares, donde se comparte el trabajo doméstico con fines de empoderamiento femenino.Ignorar el valor del trabajo doméstico forma parte del prejuicio social contra las mujeres, y puede ser, en última instancia, rasgo de misoginia. En el último Parlamento de Mujeres, el Código de civilidad política del actual cuerpo de legisladoras incluyó el combate a la misoginia, entendida como una actitud de desprecio y aversión hacia las mujeres.Poseemos una tradición literaria que puede apoyarnos al reclamar el reconocimiento debido. Cuando a Santa Teresa la acusaban de olvidar el amor de Dios por dedicarse a la cocina, actividad que disfrutaba mucho, ella replicó. “También entre los pucheros anda el Señor”.
Santa Teresa de Ávila,
“Entre los pucheros anda el Señor”Isabel Prieto de Landázuri, conocida como “La poetisa—madre” del XIX, solidaria ante el ataque a una colega, escribe contra un misógino que despreciaba la poesía de mujeres. Para desprestigiarlas, las acusaba de robar tiempo y dedicación al marido y a los hijos al dedicarse a ser escritoras. Isabel le replicó:… Hombre del bien enemigo
merece en justo castigo,
por compañera un jumento…Hombres tened la lección
bien presente.
Sabed que de inspiración
Halla la mujer la fuente
en su propio corazón.Teméis que no haga calceta
si hace un drama
la mujer, y eso no os peta…
La mujer nace poeta
Pese a vuestra augusta fama.Y es a fe la maravilla
mas sencilla
cuando la musa la asedia
que haga al zurcir una media,
un drama o una letrilla.
¿Suponéis qué grave y tiesa
a una mesa
se sienta con rostro fiero
y del fondo del tintero
evoca su musa presa,Y con expresión airada,
faz severa
sobre una mano apoyada
el soplo de Apolo espera
con la pluma enarbolada?¡Dios la libre! Perlesía
le daría
con tales precauciones…
Al remendar los calzones
avanza la poesía…[9]Así pues digamos a quienes devalúan el trabajo doméstico,Hombre del bien enemigo
merece en justo castigo
por compañera un jumento
Sor Juana Inés de la Cruz y la CrianzaLas amas de casa realizan una labor social trascendente e insustituible. Alimentan y forman a los futuros ciudadanos, y administran el hogar. ¿Qué milagros hacen las mexicanas para nutrir y cuidar a la familia ampliada en una cultura como la de “Mira Bartola, ahí te dejo esos dos pesos…[10]”Si bien se ha establecido la igualdad política, todavía no tenemos la igualdad económica, y cualquiera de nosotras sabe que no bastan las libertades políticas, precisamos las económicas. Así pues, las tareas acerca del trabajo doméstico precisan la recuperación del concepto de igualdad de oportunidades y de equidad de género a favor de las mujeres. Comencemos por pensar que el trabajo doméstico merece un salario. Que las mujeres que lavan y planchan, que cocinan y dan las medicinas y aplican los purgantes a hijos y parientes, cumplen con una valiosa tarea que debe ser recompensada económicamente. Luego, digámoslo en la casa y en la calle, para poder pedir a las legisladoras que insistan en este reconocimiento. Seguramente, a la expresión adecuada, socialmente responsable, en torno al valor del trabajo doméstico justipreciado, compartida por hombres y mujeres, seguirá un reparto justo del gasto. Así acabaremos con la iniquidad de recibir dos pesos para pagar la renta, el teléfono y la luz, mientras otros –y una que otra—emplean el salario familiar en “…echarse un alipuz”, como cantaba el cronista citadino Chava Flores. Hablar contra los dos pesos que recibe el ama de casa, dos pesos que no alcanzan para dar de comer bien a la familia, es hablar contra el reparto injusto, no equitativo de las riquezas en nuestro país.