Con la tercera parte de esta peculiar saga de redacciones, desarrollada con el fin de ilustrar a groso modo el inabarcable espectro del registro fósil que la actividad biológica ha dejado a su paso a través de la historia geológica, y de paso, mostrar algunas de las piezas que obran en mi poder y las cuales utilizo a menudo a modo de material didáctico, deseo exponer uno de los grupos vivos más extensos y difundidos del planeta, el Reino Plantae.
Plantae es el Reino al cual pertenecen los organismos popularmente conocidos como Plantas o Vegetales; se trata de un laxo grupo de seres vivos fotosintéticos clasificados en el Dominio Eukarya, por lo que se componen de células Eukaryotas, claramente desarrolladas, ciertamente especializadas y con paredes celulares y un definido núcleo que contiene el noventa y cinco por ciento de su genoma. La clasificación filogenética cladística ha supuesto numerosas variaciones en la disposición clasificatoria de tan numeroso grupo, pero ante todo es importante no confundir con éstas a los Hongos y a las Algas, clasificados independientemente en los Reinos Fungi y Protista respectivamente, así como con otras formas de vida correspondiente a éste ultimo. Las Plantas carecen de movilidad propia, aunque son capaces de poblar territorios lejanos mediante el crecimiento de sus ramificaciones o la dispersión de sus efectivos reproductores. El registro fósil de este Reino es, además de notablemente amplio y diverso, muy remoto en el tiempo, dado que este se muestra desde periodos muy tempranos de la evolución biológica. Está generalmente aceptado que su origen fue paralelo al de las primeras Algas a partir de organismos unicelulares Eukaryotas autótrofos no vasculares, por lo que las primeras manifestaciones de plantas reconocibles como tales surgieron en los océanos durante el periodo Tónico (Proterozoico tardío). El desarrollo evolutivo dio a las plantas capacidad de tolerancia al alagua dulce para pasar a continuación a generar estructuras mucho mas especializadas y distinguibles, tales como tallos, hojas o raíces; todo estaba ya preparado para la conquista del entorno terrestre y a principios del periodo Silúrico las plantas estaban entre los primeros organismos en afianzarse en este terreno hasta entonces hostil para la vida. La reproducción mediante esporas y la cada vez menor dependencia del agua fomentó a lo largo del Paleozoico y el Mesozoico la conquista de la práctica totalidad del planeta y la mayor diversidad de seres vivos conocida hasta nuestros días, pero el siguiente paso en importancia en el desarrollo evolutivo se daría a mediados del periodo Cretácico, cuando las flores hicieron su aparición y el Reino vegetal estrechó una vez más su simbiosis con la Fauna.
Plasmada ya esta breve y esquemática aunque necesaria descripción, paso a mostrar un curioso espécimen que representa en sí mismo el estereotipo vegetal de la era primaria; se trata concretamente de un Pterophyta o como popularmente es llamado, un Helecho. Los Helechos se clasifican en la actualidad en tres Clados paralelos y monofiléticos: Marattiales, Ophioglossaceae y Polypodiopsida. Les presento una forma vegetal perteneciente a la próspera y longeva Familia Dennstaedtiaceae la cual subsiste hoy con numerosas especies vivas. Estamos ante un ejemplar perfectamente conservado en diferentes capas sucesivas de Pizarra datada en algo más de 320 millones de años de antigüedad, por lo que procede del periodo Carbonífero, una etapa cálida y húmeda de nuestro planeta además de rica en oxígeno atmosférico; procede de la española localidad de La Magdalena, situada en la provincia de León. Su nomenclatura científica es Pteridium gigas.
Pteridium gigas.
Un buen ejemplo a la hora de representar los grupos más avanzados de plantas son las Pinophyta, también llamadas Coníferas; un grupo esencialmente arbóreo de gran complejidad estructural que desde el periodo Jurásico ha supuesto el elemento principal de los bosques perennes, sobre todo en latitudes medias y altas. Aquí les presento un fragmento de rama fosilizada, la cual muestra con asombroso detalle la rugosa textura de la madera que conforma su tallo, rígido y sólido soporte que sustenta una copa forestal situada a gran altura sobre el suelo, lejos del alcance de la mayoría de los fitófagos ramoneadores que suponen su más directa amenaza al margen de los elementos climáticos y geológicos.
Madera de Conífera europea.
De entre las piezas que componen mi pequeña colección de Fósiles vegetales, me gustaría presentarles sobre todo un espécimen que no he sabido identificar; se trata de una doble lasca de Caliza que contiene una rama parcial coronada por una bella flor espigada. Las dos lascas superpuestas conforman una doble impronta en forma de espejo que encierra los delicados trazos vegetales aplastados por el peso del estrato procedente de los terrenos rocosos del municipio de Ribesalbes, ubicado en la provincia de Castellón (España).
Impresión floral en Caliza castellonense.
Muchas son las especies que aquí podría documentar si pretendiese hacer de este artículo un largo muestrario, pero cumpliendo con su carácter ilustrativo, prefiero dejar hasta aquí su contenido, invitando al lector a presenciar futuras publicaciones de esta curiosa sarta en las que serán expuestos otros grupos de entre los muy diversos que con el tiempo y la evolución han aparecido y a menudo extinguido en nuestro planeta.