Título original : O vampiro de Curitiba
Año de publicación : 1965
Editora : Civilização Brasileira
Ejemplar 1,431
Ilustración de la portada : Eugênio Hirsch
Velho, se você gosta de Bukowski vai gostar do Dalton Trevisan. Cuando vi que vendría a vivir a Curitiba pensé: ¡vaya casualidad, la ciudad del vampiro!, recordando aquella frase que alguna vez un paulista me dijo en alguna lejana isla, en medio de robots que hacían el trabajo; el nuestro era abastecerlos y hacerlos funcionar. Curitiba no es tan conocida fuera de las fronteras brasileñas por ser la capital del Paraná. Lo es por ser la ciudad donde está ambientada –como la mayoría, sino toda su obra- este libro. Ésta era la única obra que conocía de Dalton Trevisan antes de siquiera imaginar que viviría en Brasil, aunque nunca la hubiese leído. Es más, nunca me deparé con aquel clásico ejemplar de Editorial Sudamericana. Hasta no hace mucho, además de aquella obra mencionada sólo habían un par de traducciones del autor por parte de Monte Ávila Editora, pero las tres son como encontrar algún inocente en alguna discoteca de Kioto, como agua en un desierto. Nunca salgo a buscar un libro específico, y cuando salgo con esa intención encuentro otros, comprando -a veces- algunos que me hacen olvidar momentáneamente el de la idea inicial, así que ya había asimilado que el toparme con un libro del vampiro Trevisan en castellano era casi una utopía.
Mucha expectativa en la previa de la lectura del libro más conocido del escritor curitibano con tintes de maldito, y, aunque ya he podido disfrutar de algunas de sus obras, guardaba cierta esperanza de algo más con el de la presente entrada, y así fue.
A los clásicos personajes de barrio, muchos asfixiados en la miseria, otros acostumbrados a vivir en medio de la decadencia, aquí, el vicio que Nelsinho -alias el delicado, nuestro héroe- cultiva son las mujeres. Él es el personaje principal de los doce relatos de la primera parte, intitulada como el libro, todos con una fuerte carga erótica y algunos que sobrepasan esa fina frontera.
Abre con “O vampiro de Curitiba” (“El vampiro de Curitiba”) donde Nelsinho se presenta, con los caninos afilados, en un monólogo que como una torrente devela sus ansias. Si el perro de Pávlov hubiese podido describir lo que sentía por el alimento mostrado sería algo parecido a lo que Nelsinho sentía al estar ante su más reciente víctima. Él rechaza su soledad, necesita estar con alguna fémina por cerca, porque este vampiro no se alimenta de sangre, su deseo es mayor, simple y directo: sexo. Y el amor (el acto de enamorarse) es la cruz que lo atormenta, la estaca de madera que lo puede aniquilar. Un relato muy lírico, un gran inicio.
Con “Incidente na loja” (“Incidente en la tienda”) comenzamos a participar de sus recorridos por esta capital. Aquí presenciaremos el exacto momento de la conquista. Nuestro héroe seduce, conquista, devora, y se marcha, largando su presa, satisfecho. Aquí se comprueba aquello de que un “no” es tan sólo una invitación a insistir.
Aunque con “Encontro com Elisa” (“Encuentro con Elisa”) no deslumbre como en los dos anteriores en este relato la ironía está más presente en Nelsinho.
En “Último aviso” nuestro vampiro cambiará guiños y gestos afectuosos con una mujer casada en el bus, siguiéndola hasta el cine. Es la crónica de un chantaje, de una pequeña venganza.
¿Quién nunca antes, de chico, ha cultivado un sentimiento de amor –o lo que se creía que era- por alguna profesora? “Visita a professora” (“Visita a la profesora”) toca ese tema, cuando Nelsinho visita a una madura y guapa profesora venciendo su timidez, empujado por saciar un antiguo deseo. Es uno de los más extensos, casi una nouvelle, pero también uno de los que se tornan más cortos.
“Na pontinha da orelha” (“En la puntita de la oreja”) nos trae el cortejo a Neusa, una madura –otra más- y atractiva mujer quien no se despega de su madre, doña Gabriela, una anciana con todos los achaques del mundo encima, quien pareciera, al menos esa noche, no poder conciliar el sueño.
En “Eterna saudade” (“Eterna nostalgia”) no basta con tirar (coger, transar, cachar, follar, como quieran llamarlo, pero eso sí, nada de aquello tan cursi como “hacer el amor”, porque Nelsinho no hace el amor, ¡por Dios!), el orgasmo no está sólo en concluir el acto, sino también en hacerlo en el dormitorio de los padres de la víctima. La profanación le excita. El sentir haber superado a su padre lo entusiasma.
En “O herói perdido” (“El héroe perdido”) se puede percibir aquello comentado en la reseña del primer relato. Si el héroe se enamora todo está perdido. Sólo tiene que alimentarse de la esencia vital de cada mujer. Ya el amor es su estaca de madera, su cruz, el sol bajo la piel.
“Debaixo da ponte preta” (“Debajo del puente negro”) tiene una estructura diferente al resto. Una violación es vista y detallada desde los puntos de vista de cada uno de los personajes que participaron en aquel acto. Otra pequeña obra maestra.
“A noite da Paixão” (“La noche de la Pasión”) revela desde el título un camino paralelo con el libro del cual parece inspirarse: la Biblia. Nelsinho marca una cita con una prostituta en un hostal. Toda la conversa y actos están marcados por detalles y frases de pasajes cumbres en la religión, católica -o de cualquier otra, me imagino-. Desde el nombre de ella, Magdalena, hasta diálogos con trechos bíblicos, previos y durante el acto; ella es el templo que Nelsinho quiere profanar. Si eres muy allegado a lo religioso este relato quizá te incomode en algo. Puede ser tomado como una burla, o quizá hasta un elogio. Lo cierto es que éste relato es otro de los más logrados del conjunto.
En “As uvas” (“Las uvas”) presenciamos otra derrota. Un sentimiento de culpa eclipsa a Nelsinho impidiéndole comenzar el acto. La belleza de Ivone en vez de entusiasmarlo lo intimida. Cada beso, cada gemido fuera de tiempo, el trémulo vaivén del cuerpo en perfecta forma de Ivone es registrado al mínimo detalle, como el acto de ingerir cada una de las frutas del título; un elogio a un fetiche en las entre líneas de lo que sería la pesadilla para cualquier hombre.
El primer grupo cierra con “Menino caçando passarinho” (“Muchacho cazando pajarito”) donde, a diferencia de los que lo anteceden, Nelsinho no es aquel joven despreocupado. Ahora es un correcto abogado, el doctor Nelson, aunque las mañas no cambien. Aquí el doctor Nelson utiliza su poder de jefe para cortejar, seducir y acosar a una cliente. Podemos no sólo saber lo que dice sino paralelamente lo que piensa, sus más obscuros deseos. Otro de los más logrados.
Ya en el segundo grupo Nelsinho no es el protagonista, pero los diez cuentos que lo componen tienen la misma característica que se puede deducir desde el título con el que se agrupan: “O anel mágico” (“El anillo mágico”). Todos guardan esa dosis de ironía y humor negro (muy negro) que es sello de Trevisan, así como el realismo en lo difícil que las mujeres la tenían (y tienen), como por ejemplo en “Todas as Marias são coitadas” (“Todas las Marías son sufridas”) donde reaparece aquella María de otros libros, la que nunca la tendrá fácil en ésta vida. O en “Dez anos depois” (“Diez años después”) donde Joana recurre a un joven a través de una carta para pedirle dinero. Él no es víctima, pues se revela una relación cuando ella era aún menor de edad. No queda claro si fue con su consentimiento o no, pero lo que sí está cristalino es que aquella muchacha cayó en la vida, rebuscándoselas como puede. “Bichos da noite” (“Bichos de la noche”) es una pequeña obra maestra, muy descriptivo: Pedro, poseedor de un acuario con los cadáveres de los que eran sus mascotas flotando inermes; se puede escuchar los estallidos de alguna burbuja en la superficie del agua putrefacta. Él, en una madrugada de insomnio se enfrentará a una cucaracha que lo observa de cerca. Si tienen estómago sensible mejor no leerlo antes o después de alguna comida. “Luz na varanda” (“Luz en la varanda”) es la historia de una traición descubierta y denunciada donde Laura negará toda acusación y João Maria intentará convencer al esposo que todo no pasa de chismes y mala saña. “Os velhos piratas morrem na cama” (“Los viejos piratas mueren en la cama”) es un relato lleno de nostalgia; “Na força do homem” (“Vigor masculino”) es la historia de José, quien cada vez que salía a comprar algo demoraba entre una semana y diez días en retornar, y cuando lo hacía no habían vestigios de infidelidad, sino de hambre, cansancio, y fatiga. Otra obra maestra.
En realidad sólo el tercer relato del primer grupo no está a la par de los otros once que alcanzan una gran calidad, ni delos otros diez del segundo grupo. Los del primer conjunto: aunque ningún relato sea la continuación de otro se podría ver como un todo en sí, desde el joven Nelsinho que visita a su ex profesora hasta llegar al maduro doctor Nelson que continúa acechando y cazando; un pulido vampiro. Los del segundo grupo también tocan el tema del sexo directa e indirectamente, pero también nos ofrece estampas de vidas sombrías y pacatas en una ciudad como Curitiba con predilección al color gris, desde su cielo color panza de burro la mayor parte de sus días, hasta el color preferido en la mayoría de carros que circulan por ésta capital. Enfrascándose en diálogos que a pocos van subiendo de tono, Trevisan sabe plasmar cada detalle que rodea a sus personajes, cada remilgo, cada guiño, cada gota de sudor, ya sea de cansancio, o de nerviosismo, la obsesión de su personaje del primer grupo, aquella ansia incurable.
Caminar por las calles de Curitiba tras leer uno o más libros de Trevisan es verla a través de otro lente. Hace una semana, el domingo 14 que pasó, el autor cumplió noventa años de vida. ¡Feliz cumpleaños a usted! Y yo, como muchos otros lo celebramos de la mejor manera posible –no acechando la librería de Chain-: leyéndolo. Después de mi hija y mi esposa lo más importante que he obtenido de Brasil son los libros de éste señor –y claro, los amigos- aunque en los últimos días por fin encontré un libro de Ricardo Guilherme Dicke, pero aún no lo he leído, dicen que es otra joya de la literatura brasileña. ¿Quién duda que Dalton Trevisan es un vampiro? El mar es viejo, y todavía se mueve, me decía mi abuelo. Noventa años y Trevisan sigue escribiendo, y publicando. El mismo cariño y agradecimiento que tengo por el director y actor japonés Takeshi Kitano lo tengo por Dalton Trevisan. Con el Premio Camões consigo mi candidato este octubre próximo a Premio Nobel 2015 es este maestro del relato.