Dafne es una niña muy especial. Pertenece a una familia con bastante dinero (el padre falleció de cáncer, pero la madre es una importante investigadora) y vive rodeado de todo tipo de comodidades: ha asistido a clases de natación, toca el piano, su perro Orfeo la acompaña a todas partes… Pero la acechan dos grandes problemas: el primero se llama Berta, y es una compañera de clase que la ha convertido en objetivo de sus burlas; el segundo se llama discapacidad. Porque Dafne es ciega. Así que el día en que varias personas se abalanzan sobre ella en un lugar público y la meten a empellones en una furgoneta, golpeando antes a Orfeo, el mundo se pone patas arriba. ¿Qué puede hacer una niña ciega de trece años, zarandeada por las curvas del trayecto, entumecida por los golpes contra el vehículo, recluida después en una casa de las afueras, sin forma de pedir auxilio?
De esa manera tan adrenalínica y tan angustiosa comienza la novela juvenil El viaje de Orfeo, compuesta por Sofía Rhei y Félix J. Palma y publicada por el sello Edebé en septiembre de 2024. Y tiene todos los ingredientes para encandilar a sus lectores, empezando por su misma estructura: los capítulos impares están narrados por la voz de Dafne y los capítulos pares por la de su perro Orfeo. De esa manera, ágil y curiosa, vamos recibiendo toda la información: desde los nombres y temperamentos de los secuestradores (la virulenta doña Remedios, su timorato hijo Jorge, su atribulado nieto Manuel) hasta la asombrosa identidad de quienes han diseñado los mecanismos de la extorsión. De asombro en asombro, los lectores vamos asistiendo a persecuciones, golpes, amenazas, incendios, disparos e, incluso, alguna truculenta mutilación, creándose una atmósfera narrativa tan compacta, tan eficaz, tan musculosa, que resulta imposible abandonar la historia hasta su última página.
Quienes tengan un perro sentirán un deseo irrefrenable de abrazarlo mientras lean (y, sobre todo, cuando terminen) el relato; y quienes no lo tengan sentirán, se lo aseguro, un deseo igual de irrefrenable de incorporar uno a su casa. También sentirán (en mi caso, no es ninguna sorpresa) el deseo de seguir leyendo a estos dos magníficos escritores. Para lo primero, acudan a cualquier hogar de perros abandonados; para lo segundo, a su librería de confianza.