Revista Cultura y Ocio

El viento en el Cabo de Gata, ese inseparable compañero

Publicado el 21 agosto 2013 por Benjamín Recacha García @brecacha
21/08/2013 · 3:00 AM Ir a los Comentarios

El viento en el Cabo de Gata, ese inseparable compañero

Playa del Plomo I

Viento en la playa del Plomo   Foto: Benjamín Recacha

Día 5:

El viento es un compañero casi inseparable en los espacios abiertos del parque natural. En los puntos más altos puede ser molesto e incluso peligroso si eres de los intrépidos (también llamados inconscientes) a los que gusta asomarse desde las alturas, pero en general se trata de un compañero agradable, pues la brisa proveniente del mar alivia mucho el calor, que a pleno sol en el interior es sencillamente achicharrante.

Nuestra penúltima jornada de estancia en este pedacito maravilloso de mundo era la escogida para visitar la celebérrima playa de los Muertos. Preparé una tortilla de patatas (no es petulancia: me quedan muy ricas), nos untamos la protección solar (factor 50, por supuesto) y recorrimos los 3 km que separan a Carboneras del parking desde el que sale el sendero que desciende a la playa. Antes de aparcar divisamos una bandera roja ondeante, la misma que en Carboneras, que advertía del oleaje y, por tanto, de la prohibición de bañarse. Cuatro euros de parking (aunque se puede aparcar menos “pulcramente” en los márgenes de la carretera… si es que hay sitio), el mar picado… cubre bastante… Total, que decidimos dejarlo para el día siguiente. Cambio de planes sobre la marcha.

Panorámica de Agua Amarga

Agua Amarga desde el mirador del cargadero de mineral   Foto: Lucía Pastor

Nos acercamos a Agua Amarga, precioso pueblecito de casas blancas y calles floreadas (imprescindible visitarlo y subir al mirador del antiguo cargadero de mineral, desde el que se obtienen unas vistas fantásticas, cosa que hicimos el día siguiente, así que ya me estoy adelantando…). Nos instalamos en la playa urbana, con bandera verde pese al oleaje, dispuestos a comernos la tortilla, lo que hice aguantando la sombrilla con una mano, pues el viento se empeñaba en querer hacerla volar.

Agua Amarga

Calle de Agua Amarga   Foto: Benjamín Recacha

La playa es bonita, con unas curiosas cuevas en la roca caliza que utilizaban como refugio los antiguos pobladores… y los piratas y contrabandistas. También es la primera playa donde en lugar de barcas de pescadores las aguas están repletas de embarcaciones “deportivas”.

Total, que como el viento se empeñaba en hacernos la puñeta , tras un paseíto soleado y un agradable helado, decidimos emigrar a Las Negras, en busca del bañito tranquilo de rigor. La visita fue muy corta, pues aunque el pueblecito tenía muy buena pinta, nada más llegar topamos con la inconfundible bandera roja y unas olas que dejaban en ridículo a las de Agua Amarga. Vuelta atrás, pues, en busca de la playa del Plomo. Durante el trayecto nos deleitamos una vez más con las espectaculares moles volcánicas de la Sierra del Cabo de Gata.

Sierra del Cabo de Gata

Sierra del Cabo de Gata   Foto: Benjamín Recacha

El nuevo destino está muy próximo a Agua Amarga. El inconveniente reside en los siete km de pista de tierra rompeamortiguadores. Por el camino aparecen varias fincas ocultas tras bosquecillos de palmeras, pinos y eucaliptos, y es que los árboles son una rareza a celebrar en tan árido a la par que mágico paisaje. Poco antes de llegar a la playa podemos desviarnos a pie para visitar una de las norias de agua que se conservan en el parque natural.

Playa del Plomo II

Playa del Plomo   Foto: Benjamín Recacha

En esta playa semisalvaje no hay banderas, pero el violento oleaje no dejaba mucho lugar a dudas… La buena noticia (teniendo en cuenta las condiciones poco propicias al baño), además del idílico entorno en el que se halla ubicada, es que se trata de una de esas playas en las que tienes que recorrer una media maratón para que el agua te pase de las rodillas, así que por fin pude acabar la jornada con un par de agitados pero refrescantes bañitos.

Por cierto, no lo había comentado aún porque no me parece demasiado trascendente, pero tanto en la playa del Playazo como en la del Plomo se practica con normalidad el nudismo (por si os lo estáis preguntando, sigo siendo demasiado pudoroso para hacerlo yo).

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