Revista Deportes

El viento protagonista de la Picassiana

Por Malagatoro

El viento protagonista de la Picassiana

Saúl Jiménez Fortes, paseando uno de los trofeos logrados en el festejo. Foto: Antonio Pastor


No fue tarde propicia la de ayer en la Malagueta para el toreo. Tarde muy desapacible, en la que  el mayor enemigo natural del toreo, el viento, hizo su presencia sin tregua toda la tarde, en forma de fuertes ventoleras que hacían prácticamente imposible el manejo de las telas. Así, el joven Jiménez Fortes se vio en múltiples ocasiones a merced de sus oponentes. Valor, mucho valor del bueno, decisión y esfuerzo demostró el malagueño durante toda la tarde. Pero también es cierto que sigue teniendo carencias técnicas como la mala colocación que muestra en demasía, el encimismo injustificado en todas sus faenas y el no darle sitio al cornúpeta ahogando muchas veces su embestida; que le funciona más la bragueta que la cabeza delante de los toros, que eso de las distancias que hay que dar a cada burel no va con el y que su tauromaquia no ha ganado en repertorio y que abusa de circulares, pases de pecho y trapazos encimistas. Además, y sin duda, el viento tuvo buena parte de culpa ayer en uno de sus fuertes, el toreo de capa, donde se mostró, sorpresivamente, muy vulgar. Tampoco colaboraron los toros del encaste Domecq que salieron por chiqueros. Salvo el quinto del Cuvillo y el sexto de El Torero, que fue el mejor presentado, el resto estuvieron muy por debajo de lo que debe ser la presentación del ganado en una plaza que ostenta la categoría administrativa de primera. Muy pobres y “débiles” de pitones, justos de fuerzas, mansos y sin clase, y el que hacía primero del Cuvillo, impresentable, un auténtico “borrego pascual”. Cuentan que hubo que reconocer más de dos docenas de toros, y lo que son las cosas, los de Juan Pedro, ganadería anunciada, se quedaron en el campo.

Unicamente con el quinto, un manso encastado del Cuvillo, se vio el toreo que lleva dentro Saúl. A base de aguante y exposición, dejándole la pañosa puesta, le enjaretó varias series estimables de derechazos, muy  templados y de mano baja. Finalizó en tablas, esta vez inteligentemente, aprovechando la querencia del burel y lo finiquitó de una estocada caída, concediéndosele  una oreja. Hubo fuerte petición por parte del paisanaje de la segunda, pero con buen criterio y a pesar de la tardanza, sancionable, de los mulilleros en el arrastre, el presidente Dell’Olmo no cedió, actuando con corrección en el palco. Otra cosa es su labor en los corrales que sigue siendo manifiestamente mejorable. Con el sexto, a la sazón el mejor presentado, el malagueño tiró de rabia y coraje, recibiéndolo con una larga cambiada. Tras brindar a su nervioso y vociferante apoderado, inició la faena de muleta con mucha decisión y encorajinado, pero de nuevo volvió muy pronto a cortar las distancias y a sacar su peor tauromaquia, a base de circulares, medios pases y  pases de pecho, y a ese encimismo intrascendente con demasiados enganchones. Las ráfagas de viento eran más intensas y el frío se hacía sentir, mientras el malagueño finalizaba la faena de rodillas, enrabietado en tablas. Tras una estocada trasera, hubo petición mayoritaria y se le concedió una oreja. Finalmente Jiménez Fortes salió a hombros por la puerta de cuadrillas (lo permite el reglamento taurino andaluz) pero no pudo hacerlo por la Puerta Grande, ya que el número de trofeos cortados fue insuficiente para ello.

Estoy convencido, pues así lo ha demostrado, que Jiménez Fortes, ante otro tipo de toros y sin las condiciones meteorológicas tan adversas, hubiera salido de la Malagueta por la Puerta Grande y con un buen número de trofeos en el esportón. Pero también lo es que le queda un largo camino que recorrer, que el valor es necesario para torear, pero que con sólo el valor no se torea, también hace falta técnica y cabeza; que su toreo a base de firmeza, quietud y mando necesita de otro tipo de toros, porque con el “borrego artista” ese toreo de tanta ética y verdad se diluye como un azucarillo en el agua. Quienes dirigen su carrera, debieran insistirle en ello. Si no lo hacen mal futuro atisbo en este torero que puede llegar a ser grande y en el que los aficionados tenemos puesta nuestra esperanza. La Picassiana ha pasado, y punto. No pasa nada. No debemos cargar tintas contra el torero, que debe reflexionar, por supuesto, pero que con las condiciones que posee seguro que lo de ayer quedará, simplemente, en un mal recuerdo. Habrá ocasiones para resarcirse. Sevilla espera, ahí es donde ahora hay que poner, el alma, el corazón y, sobre todo, la mente.

En cuanto al decorado “picassiano” de la plaza, ha habido para todos los gustos. Que quieren que les diga, a servidor no le gustó, especialmente los burladeros y las tablas pintadas de rosa. Me comentaron que pintarla de rosa y volver a pintarla de su color original puede suponer un desembolso considerable. ¡Qué más da! ¡Si le estamos pagando a un “asesor” taurino de Diputación, que asesora más bien poco, 47.000 euros anuales! También me indicaron que si bien la idea del decorado de la plaza era del gran artista francés Laurent Pallatier, lo cierto es que no participó en su realización.

Desgraciadamente, el gesto de Saúl y la noble causa al que iba destinado el festejo que es la labor que realiza la Fundación Corinto no se vio respondida con el lleno que merecía la plaza. Media entrada, y comentaban que muchas entradas regaladas. Esperemos que, finalmente, la recaudación haga posible que se puedan lograr los objetivos benéficos propuestos.

Con independencia del obligado análisis de lo que aconteció en el ruedo, ayer Saúl Jiménez Fortes demostró toda su grandeza, porque el toreo se nutre de unos valores que le hacen grande. Uno de ellos es la solidaridad. Allí donde se ha necesitado ayuda el toreo ha estado en la cabeza. Saúl tomando sobre sus hombros la responsabilidad de encerrarse con seis toros en la Malagueta, se jugó la vida gratuitamente para un fin benéfico: el de que muchas familias malagueñas necesitadas puedan comer y aliviar la pobreza que se ha instaurado por mor de la desvergüenza y la ineptitud de los políticos que nos han llevado a esta dramática situación que sufre España, y de quienes son incapaces de sacarnos de ella. Para esos el mayor de mis desprecios. Para Jiménez Fortes, mi mayor consideración, gratitud y respeto.

Paz y salud


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