Revista Espiritualidad

El violador soy yo

Por Chocobuda

El violador soy yo

Soy una persona poco inteligente y me caracterizo por mi pequeñez mental. Pero cuando veo un cambio histórico no puedo más que poner toda mi atención para aprender y apoyar en la medida de mi capacidad.

Esta entrada me requirió muchos días para escribir porque soy hombre y no puedo siquiera imaginar todas las implicaciones. Fue todo un reto animarme a escribirla porque mi opinión personal necesita ser ignorada por completo; no así la trascendencia de lo que está sucediendo.

El movimiento Un violador en tu camino, #VioladorEresTu es algo que la humanidad necesita urgente. Es importante por muchísimas razones, pero la principal para es que crea la conciencia de que los hombres debemos entender, guardar silencio y ayudar en lo que se pueda a que los ataques de género se reduzcan al mínimo. Y si no podemos ayudar, entonces nos hacemos a un lado para dejar que la vida siga su camino.

De forma tajante y con una elegancia maravillosa, el movimiento nos hace entender a los hombres que los tiempos de acoso, división y violencia están terminando.

En la práctica Zen, desde hace 800 años, Dogen Zenji no veía distinción alguna entre géneros. De hecho, el machismo era una situación que le desagradaba por completo, al punto de incluir en Shobogenzo el capítulo Raihai Tokuzui (Rindiendo homenaje a la Esencia Adquirida).

En este texto encontramos a un Dogen asqueado del machismo y nos explica cómo en el Zen todos somos exactamente lo mismo. Nos impulsa a ver la Iluminación en todos los seres y que hay que dejar de lado el sexismo y el abuso si queremos ser practicantes del verdadero Budismo.

“Hay mucha gente necia que cree que las mujeres son únicamente objetos de lujuria y las trata como tales. Los seguidores del Buda no deberían comportarse de esta manera. Si se discrimina a las mujeres porque se las ve solamente como objetos de lujuria, ¿no se debería discriminar a los hombres por la misma razón?

“Por lo que se refiere al deseo sexual, los hombres también pueden ser objeto de deseo, al igual que las mujeres. Los que no son ni mujeres ni hombres también pueden ser objetos del deseo; los fantasmas, las flores en el cielo también pueden ser objetos de deseo.

“…Si tuviéramos que despreciar a las personas por el hecho de convertirse en objeto de deseo sexual, entonces tendríamos que excluir a todos los hombres y todas las mujeres. Y si esto fuera así, no habría nadie a quien ordenar monja o monje. “

El violador soy yo. No porque haya cometido violación directa, sino porque como hombre no puedo entender lo que la mujer vive de manera cotidiana.

El violador soy yo porque con esta denuncia sé que el mundo está cambiando y que los hombres necesitamos callar, respetar y apoyar en todo lo que podamos.

El violador soy yo porque como ser humano, ya he desperdiciado demasiada vida con las divisiones y los bandos.

Es hora de ser parte de este movimiento educándonos a nosotros mismos y a los jóvenes para al fin caminar todos juntos en equidad y paz.

Gracias por esta oportunidad.


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