La catástrofe aérea provocada por el piloto Andreas Lubitz ha vuelto a recordarnos que la seguridad absoluta no existe en la navegación aérea ni en ningún otro medio de transporte. Una vez que uno se sube en el avión, se convierte en un ser pasivo, en un pasajero encerrado con la confianza de que los pilotos y demás responsables del vuelo sabrán realizar correctamente su trabajo y depositarlo en su destino. A veces - muy muy pocas veces, todo hay que decirlo - las cosas salen mal y los telediarios se abren con la espantosa noticia de un avión estrellado o desaparecido. En el caso de German Wings todo ha sido aderezado por la circunstancia excepcional de que el copiloto estrelló voluntariamente el aparato, después de que le hubieran sido detectados problemas psíquicos que deberían haberle impedido ejercer tales responsabilidades. Intentar encontrarle sentido a este asunto es una tarea muy complicada.
Esta actualidad le ha otorgado una nueva dimensión a la muy estimable película El vuelo, que precisamente intenta ofrecer un discurso acerca de la responsabilidad de un piloto frente a circunstancias adversas, tanto provocadas por el azar, como por su propio comportamiento irresponsable.
Whip Whitaker (interpretado por un muy solvente Denzel Washington) es un piloto divorciado, mujeriego, alcohólico y de vuelta de todo, pero que de cara a su profesión intenta mantener una imagen profesional intachable, aunque algunos de su compañeros sospechen que esto no es más que una fachada. Por eso, cuando logra evitar una catástrofe aéra con una maniobra imposible, se convierte enseguida en un héroe para los medios de comunicación. La cuestión es que la situación de peligro no parece haberla creado él, a pesar de que su estado no parece ser el mejor en cuanto a la definición de lo que debería ser un piloto responsable. Pero en la historia que plantea el director todo es tan incierto que es posible que la euforia provocada por el alcohol y las drogas le hayan proporcionado el valor y la sangre fría suficientes como para salvar la situación. De esta ambigüedad moral que impregna El vuelo habla Zemeckis en una entrevista que concedió a la revista Dirigido:
"Lo cierto es que una de las cosas que me atrajeron del guión es que la ambigüedad moral está en todas partes. No solo en Whip, sino en todos los otros personajes, no hay blancos y negros, son todos grises. Esto te obliga como espectador a cuestionarte en dónde estás parado y cuál es tu posición frente a lo que están haciendo estos personajes. La ambigüedad moral me resulta muy atractiva, y yo creo que la vida real es así. Sin embargo, raramente un guión la presenta con tanta fidelidad como en este caso."
Este debate actual sobre responsabilidades y ocultamiento de datos médicos, es un buen contexto para repasar El vuelo, para comprobar que la verdad y la mentira tienen muchas más caras que las que habitualmente percibimos. La historia de este hombre solitario y autodestructivo puede servir como reflexión acerca de cómo los seres humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor. Y a veces en la misma jornada.
Revista Cine
El vuelo (2012), de robert zemeckis. héroe por accidente.
Publicado el 13 abril 2015 por MiguelmalagaSus últimos artículos
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