Revista Diario
Muchos padres y madres, a estas alturas, estáis pensando, viendo, contrastando y eligiendo el colegio donde vuestros hijos e hijas iniciarán su vida escolar. Algunos no habréis tenido problema, será el colegio del hermano/a, otros en cambio os enfrentáis a vuestra primera elección y en muchos casos es difícil.
Así me veía yo el año pasado, en esta tesitura, ¿dónde llevaría a mi hijo el próximo curso?. Me aterraba la idea, lo confieso. A pesar de que sería de los más mayores, ya que cumple los años en febrero, le veía tan dependiente de mi, tan inseguro en ciertos aspectos, tan pequeño todavía.... Tenía muchas dudas sobre la adaptación, el inicio de las clases en septiembre, la asistencia a clase por la tarde. Sabía que no le iba a dejar a comedor, ya habíamos decidido en casa que mi incorporación a la vida laboral debía esperar, ya que había empleado dos años en su crianza, no le iba a dejar ahora que se enfrentaba a un momento de cambio importante.
Quería un centro donde respetaran la individualidad de cada niño, sus ritmos, donde el juego fuera el canal de aprendizaje, donde el contacto con los profesores fuera directo, sincero, abierto. Por otro lado quería un colegio laico, cercano a casa pues no quería aportar a la jornada escolar tiempo en coche, atascos madrileños y demás.
Encontré tres centros que a primera vista reunían las condiciones que yo buscaba.
Uno era un colegio concertado, laico, de reconocido prestigio académico. Confieso que en educación infantil me preocupaban poco los logros académicos, sobre todo porque nosotros reforzamos mucho en casa, de hecho ya iba con una buena base aprendida. Me consta que otros padres buscan además un buen impulso para que sus hijos aprendan cuanto antes, no es nuestro caso. No sé si esto es mejor o peor, ambas opciones me parecen respetables, pero nosotros decidimos que no queríamos presión académica en estos primeros años.
El caso es que este centro pintaba bastante bien. Pero contaba con algunos inconvenientes y cosas que no me convencieron. En primer lugar me obligaba a llevar al niño en coche cada mañana, por una zona muy transitada y de atascos día sí y día no. Era obligatorio dejarles a comedor, para no alterar el ritmo de la mayoría. ¿¿Cómo??, ¿que si yo quiero que coma en casa no puedo optar por ello?. Pues parece ser que no, a mi es que eso de obligatorio,...., me echa un pelín para atrás, la verdad. Y como colofón la comunicación con el profesorado se limitaba a "notas" a través de una libreta que te entregaban a principio de curso, más una reunión por trimestre. Definitivamente, esto no era lo que yo buscaba. El centro tenía y tiene muchísimo prestigio, pero eso no era lo que yo buscaba para mi hijo, y para nosotros.
La segunda opción fue el centro donde mi hijo estudia música. Aparte de la formación musical, el curso anterior empezaron a ofrecer educación infantil empleando el Método Walforf. Se trata de un método que se remonta a principios del siglo XX, con muy buenos resultados. Un método individual y muy respetuoso con cada niño y con el grupo. Utilizando el juego como elemento imprescindible del aprendizaje, donde la experiencia individual es un grado y un apoyo para dar el siguiente paso. Conocía la teoría y lo hablé con la directora del centro. La verdad que el método es una maravilla. Había flexibilidad horaria absoluta, trato directísimo ya que además se trataba de un grupo reducido de niños, todo era en familia. Pero por desgracia había varios inconvenientes. En primer lugar que se trata de un centro privadísimo, como os podéis imaginar, con el esfuerzo económico que eso supone. Y además, a partir de primaria, el único centro que hay está en Las Rozas.... para mi lejísimos. Me aseguraron que se estaba en trámites de construir un nuevo centro por la misma zona que el de infantil, pero no era nada seguro. Y claro, iniciar al niño en una metodología, para luego sacarle de ella, me parecía hasta cruel. Y además, pagar esta educación infantil, aunque cara, podíamos, pero pagar los costes posteriores, para nosotros era inviable. Así que con todo el dolor de mi corazón lo tuve que descartar.
Pero había una tercera e interesante opción, el colegio público de la zona donde residimos. Un colegio con buena fama académica, ya que en las pruebas de nivel que se llevan a cabo cada año siempre queda entre los 100 primeros (dado que hablamos de 1200 colegios en la Comunidad de Madrid no está nada mal), con un trato cercano y amable con los padres, flexibilidad horaria, y para colmo con una profesora maravillosa. Recuerdo que conocí a la que hoy es tutora de mi hijo por estas fechas. Encantada me atendió en el aula, me contó su plan educativo, sus intenciones, sus aspiraciones con los niños. Coincidía de lleno con mi idea, así que no lo dudé. Eché la inscripción allí, sabía que no habría problemas.
Os lo he comentado muchas veces ya, a lo largo del curso, estoy encantada con la elección que hicimos en su día, sin duda ha sido la mejor. Un plan educativo muy respetuoso con los pequeños, de hecho el período de adaptación se superó muy rápido (en las tres aulas de infantil), donde además de los tutores cuentan con varios profesores de apoyo, iniciación en el inglés (tres clases semanales), libre elección en formación religiosa. Flexibilidad horaria y de asistencia por la tarde. Comunicación directa y casi diaria con los tutores de los pequeños.
Prueba de que las cosas marchan estupendamente en este centro, es que mi hijo es absolutamente feliz en él. Se siente protegido, querido, respetado. Cada mañana va saltando y correteando al cole. Desde hace dos semanas, va por la tarde. Y va porque él mismo ha decidido que era el momento. Cuando le hemos visto preparado ha empezado a asistir a las clases de la tarde y está contentísimo.
Así que, un año después, puedo decir que estamos muy contentos con el colegio del niño. Pero ha costado llegar hasta aquí.
¿Os puedo aconsejar a todos aquellos que estáis en pleno proceso de elección?. Os he querido aportar mi experiencia, y espero que pueda serviros. Pero ante todo creo que es fundamental elegir un centro acorde a la idea familiar de educación de vuestros hijos, ya que los padres y madres somos parte implicada e importantísima en su educación. Nosotros somos los primeros educadores y junto con los profesores y el colegio debemos formar un equipo unido, ya que eso hará que nuestros hijos se adapten y disfruten de la escolarización.
En mi caso, ya habéis visto lo que buscaba, pero esa no es la única opción, cada familia es un mundo y cada niño tiene unas necesidades, lo importante es saber qué quiere o necesita nuestro hijo para poder hacer una correcta elección.
Por otro lado, recordad que de aquí a septiembre, cuando el curso escolar se inicie quedan aún seis largos meses. Un tiempo donde vuestros hijos crecerán, madurarán y se desarrollarán. No penséis en vuestros hijos, en el momento presente, iniciando las clases. Eso os agobiará e incluso atemorizará. Queda una larga primavera y un largo verano, desaparecerán los pañales, los chupetes, la dependencia excesiva, comerán más y mejor. En una palabra, madurarán.
Afrontad esta nueva etapa con ilusión y sin miedos, es un momento importante y crucial en sus vidas y nosotros, como padres, debemos apoyarles y ayudarles. Pero creedme, todo irá de maravilla.