Elijo ser
el hijo
de una tejedora arrodillada
en el paisaje de su casa;
de una madre que se aprende
el catecismo de memoria
en la sombra de un nogal crespón,
henchido de aire;
elijo ser el párvulo
que la madre sentará
en sus rodillas
y le dirá palabras
para que la imite
agitando los pequeños brazos;
el hijo-ser
de una madre con el escote
a medio pecho
y la falda rosándole
los muslos que agita el aire.
José Rivera Guadarrama