Revista Cine
Título original:
Elle
Año:
2016
Fecha de estreno:
30 de septiembre de 2016
Duración:
130 minutos
País:
Francia
Director:
Paul Verhoeven
Reparto:
Isabelle Huppert, Laurent Lafitte, Anne Cosigny, Charles Berling,Virginie Efira, Judith Magre, Christian Berkel, Jonas Bloquet, Alice Isaaz
Distribuidora:
Avalon
El director de la provocadora “Elle”, Paul Verhoeven, aparece en el panorama cinéfilo después de 10 años alejado, cuando realizó el thriller “El libro negro”. En los 90 deslumbró a casi todos con sus espléndidas “Desafío total”, “Instinto básico” y “Show girls”, y desde entonces deambula sin éxito alguno. Las diferencias entre esta última y las americanas no son tan claras, hay importantes nexos temáticos, incluso en sus formas. Con la multipremiada “Elle” parece haber encauzado su carrera hacia un cine más personal y europeo. Verhoeven pasa de un cine más convencional y amable a otro más incómodo y provocador.
Porque el irreverente cine de Paul Verhoeven se aleja en demasía del cine más conservador de Hollywood, no es casual que sea Francia el país que produce “Elle”, le vetaron allí. Para más inri, prácticamente ninguna actriz aceptó el papel de Isabelle Huppert, a aquellas les pareció demasiado provocador e inmoral. Y es que “Elle” es ella, nadie en el mundo puede interpretar de forma tan magistral a una mujer que normalice e interiorice la violencia que emana de la sociedad, pero a la vez conseguir una interpretación coherente con respecto al tono del film. Aunque bien es cierto que ese mismo tipo de rol ya lo hizo antes en “La pianista” de Michael Haneke, de hecho Verhoeven preguntó a aquél si Isabelle sería capaz de clavar ese personaje. Las similitudes de “La pianista” y “Elle” son claras, sobre todo a la hora tratar la perversión y provocación sexual.
“Elle” comienza con una escena muy evocadora, una violación, a partir de aquí construye un discurso muy completo sobre la deshumanización en términos de perversión sexual, dónde el intercambio mercantil es la clave -detrás del amor/sexo siempre está el dinero.En “Elle” se ha normalizado tanto la violencia que ningún personaje parece responder en contra de ella, se percibe como parte del costumbrismo de la sociedad; o más bien, forma parte del subconsciente de cada uno, por lo que no se analiza ni se racionaliza. El problema de Verhoeven es que nunca consigue trascender en sus formas, nunca consigue provocar -al menos como lo hace David Lynch, Michael Haneke o Gaspar Noe.
Poco a poco se vislumbra el origen de esa reacción tan poco natural frente a la violencia más visceral, nos muestran qué le ocurrió años atrás al personaje de la espléndida Isabelle Huppert, y quizás es aquí dónde podemos entender (aunque nunca empatizar) por qué tiene ese comportamiento. Para Paul Verhoeven hay una responsabilidad compartida entre la protagonista y el resto de la sociedad, se retroalimentan. Ambos disfrutan y calman sus más perversos instintos: es demoledor y clarificador el éxito comercial de la empresa de videojuegos que dirige la protagonista, porque en “Elle” una cosa es el éxito (que se traduce en riqueza económica) y otra cosa es la atroz ambigüedad moral que hay detrás de ese éxito.
No hay que olvidarse de la tercera pata de este discurso tan provocador, no es otro que la educación, parece decirnos que la perversión sexual es sólo el síntoma del problema, la educación que reciben los hijos es el verdadero foco de atención. Es lo mismo que dicen Stanley Kubrick y Michael Haneke: la violencia y el odio engendran más violencia y odio. Eso es precisamente lo que perciben los niños en “Elle”. La protagonista tiene un pasado que la moldea y define, siendo tan decisiva la educación recibida por parte del entorno familiar como también la del resto de la sociedad. Nuestra protagonista recibió odio y es eso mismo lo que enseña a su familia. Todo este tema sobre la educación se refleja mejor en “Cría cuervos” de Carlos Saura.
Creo que “Elle” es sin duda una obra destacable, sobre todo por la provocadora y rica temática, no así su estilo (no consigue alejarse demasiado de las formas más propias del telefilme). Eso sí, es genuinamente punzante y corrosiva para con el espectador, no es fácil asimilar una violencia explícita e implícita tan redundante. Pero si se consigue, se disfrutará mucho. Si no es así, podríamos parecernos al gato de “Elle”, y permanecer impasibles ante tanta violencia. Yo espero que eso no ocurra, porque Isabelle Huppert consigue una de las mejores interpretaciones que he visto nunca, merece ser disfrutada, al igual que todo el entorno de su personaje.