En ocasiones elogiamos a los niños, sea por determinadas cualidades, méritos o capacidades, y no es malo siempre que los elogios estén enmarcados en la realidad y sin que se abuse o exagere. Sobre dimensionar es algo que suelen hacer algunos padres cuando alaban a sus hijos, especialmente si tienen un bajo nivel de confianza y autoestima, creen que de este modo se les ayuda a elevar la autoestima, sin embargo, los especialistas advierten que podría tener un efecto contrario.
Cuando un niño tiene baja su autoestima y los padres intentan elevarla mediante los elogios, provocan que se arriesgue menos a acometer tareas que sean más desafiantes. Si nos enseña un dibujo y lo calificamos de forma superlativa, “increíblemente perfecto”, “una obra única y genial”, etc., se contribuye a que se esfuercen mucho menos. Si por el contrario, calificamos el dibujo de una forma real y coherente “es bonito”, “no está mal”, etc., el niño se aventurará a realizar tareas más complicadas, acometerá nuevos retos y desafíos, por lo que elogiar a los niños es beneficioso pero en su justa medida.
Se especula que un alago superlativo representa una meta muy elevada que provoca que el niño no quiera mejorar o realizar tareas más complicadas, claro, que se trata de una hipótesis. Hablando de elogiar a los niños, la pregunta sería, ¿cuál es la mejor manera de elogiar o alabar? Un psicólogo explica que ante todo hay que pensar antes de hablar, los padres deben asegurarse de que no ponen los estándares muy altos, ya que se corre el riesgo de que los niños no se aventuren a alcanzarlos en un futuro. Como sabemos, la superación es el camino para mejorar, determinar algo cómo perfecto impide el avance.
Existen mil maneras de elogiar y también mil motivos para ello, dependiendo de la situación y el contexto es necesario actuar de un modo u otro, no es lo mismo alabar a un niño indicando qué inteligente es, que elogiar a un niño por el esfuerzo realizado para sacar buena nota. En el primer caso, destacar la inteligencia del pequeño le puede enseñar a que se trata de un rasgo fijo sobre el que no tienen control, algo que le puede hacer que sea más cauteloso a la hora de probar cosas nuevas ante el riesgo de no mantener los estándares elevados por los que se le ha felicitado.
Como decíamos al principio, no hay que abusar de los elogios y corresponderse con la realidad, los elogios son beneficiosos es su justa medida, de este modo se está motivando al niño a seguir adelante y superar nuevos retos y obstáculos. Algunos estudios han demostrado que aquellos elogios que implican una comparativa social, como por ejemplo “este es el mejor trabajo que he visto de los niños de tu edad”, no es recomendable, sobre todo si en un trabajo posterior no se le elogia, con ello los niños no saben si la tarea está bien o mal y desmotiva mucho más que al niño que se le brinda un elogio en su justa medida, “buen trabajo, has progresado”.
Este tipo de elogios parece que minen la motivación, los niños tienden a elegir tareas fáciles que les permitan mantener el nivel de alabanza y posición de liderazgo, por lo que no toman retos más complicados y no evolucionan. Los estudios realizados muestran que elogiar a los niños por los esfuerzos realizados y por la forma en que han realizado las tareas es especialmente efectivo para que se sientan motivados. En definitiva elogios sí pero en su justa medida. Os recomendamos leer el artículo publicado en El Nacional, resulta interesante.
Foto | Msk13
Enlace permanente:
Elogiar a los niños ¿perjudicial o beneficioso?