Revista Cultura y Ocio

Elogio de Macca

Por Calvodemora
Elogio de Macca
Lennon fue un genio, pero prefiero a McCartney, no me pregunten el porqué, no sabría decir, no creo que haya que explicar nada, así funcionan las cosas del corazón e incluso a veces las de la cabeza, que es un corazón vigilado. Prefiero a Macca, sí, siempre fue así, incluso cuando escuchaba los primeros discos de la banda y todavía no estaba informado sobre quiénes eran esos cuatro genios. Así que siempre hay razones, basta hurgar y encontrar alguna. McCartney fue la pieza operativa de The Beatles, él hizo que la máquina funcionase, el que metía las instrucciones precisas para que no hubiese instrucción alguna. Lennon fue el metrónomo de la banda. Hacía que el repertorio no se extralimitase en demasía, cumplía casi a rajatabla un patrón clásico. De Lennon se tiene la idea de que se involucró más en el mundo en el que le tocó vivir y cuesta apartar la periferia política, su posicionamiento activo en la política, su militancia social. A mí me resulta fácil dedicarme únicamente a escuchar música. Lo que el autor haga o deje de hacer cuando la toma de sonido ha acabado y el disco está en proceso de edición me afecta poco o no me afecta nada. No porque sea insensible o porque no comparta el mensaje que difunde, sino porque es la música lo que me concierne. McCartney es un obrero. Nunca dijo que no creía en Dios, ni en The Beatles: nunca antepuso la música a ninguna otra consideración. El Lennon rebelde, provocador y transgresor se gestó en los últimos discos de la banda, antes de que los cuatro tomaran caminos en solitario. Lennon puso la bandera del amor y de la paz; McCartney no necesitaba banderas. Fue McCartney, a punto de ser lanzado Abbey Road, el mítico último álbum, el que decidió irse, fue el primero, pero fue Lennon el que deshizo la convivencia. No viene al caso (porque fue un obstáculo más, no el único) que anduviese de por medio Yoko Ono, que animó a Lennon a volar solo o simplemente a dejar de volar en equipo. Macca es un anciano ahora, justo lo que él deseaba, envejecer haciendo música, no morir como una leyenda. Yo no tengo carisma, podría haber dicho, pero los discos funcionan bien sin él, las giras siempre ponen el cartel de no hay entradas y al final, cuando pase mucho tiempo, yo seré el único beatle, el último, el que siguió desgañitándose cantando Twist and shout a los nietos de quienes compraban mis discos en los primeros sesenta. Lennon está sobrevalorado. A esa percepción de grandeza que tenemos de él ha contribuido su aura de gurú, su muerte terrible. Andamos necesitados de héroes y él tenía todo para convertirse en uno de los más grandes. La heroicidad no entra en los planes de Sir Paul McCartney.¿Verdad, Pepe Huertas?

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