Revista Comunicación
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…el líder chino Mao Zedong, quien iba a ser incinerado supuestamente cuando la propaganda se cruzó en el destino del cuerpo. La decisión de preservar a Mao para la posteridad fue tomada por su sucesor inmediato, Hua Guofeng, que quería valerse del mito con objetivos políticos. Sin los conocimientos rusos, que ya en 1976 mantenían relaciones tensas con Pekín, los embalsamadores chinos se las ingeniaron para momificar el cuerpo del líder con ayuda de expertos de Vietnam. Estos habían estudiado las técnicas de la URSS y las habían aplicado para la conservación de Ho Chi Minh, pero no las manejaban tan bien como presumían. Lograron mantener bien preservada la cara, a excepción de las orejas, pero el resto del cuerpo fue un desastre.
La inexperiencia, la presión de todo un país y la tardanza a la hora de decidir embalsamarlo auspiciaron el desastre. «Teníamos que tener éxito: el fracaso no estaba permitido», recordaría en sus memorias el doctor Wu Jieping, jefe del equipo formado para preservar el cuerpo. Según el diario personal del doctor Li Zhisui, médico personal de Mao, el equipo técnico aplicó un método calcado del de los vietnamitas para limpiar el sistema vascular: inyectaron al cuerpo 22 litros de formol. Una cantidad excesiva.
«El resultado fue desconcertante. La cara de Mao se hinchó como una pelota y el cuello alcanzó el ancho de la cabeza. Tenía la piel brillante y rezumaba formol por los poros como si fuera sudor. Las orejas también estaban hinchadas y asomaban de la cabeza formando un ángulo recto. El cadáver era grotesco». Masajeando el cuerpo los expertos lograron distribuir el formol por el cuerpo, pero el cadáver quedó seriamente dañado ante el contacto. Los guardias y otros asistentes quedaron horrorizados al ver el resultado final: «¿Qué habéis hecho para dejar al presidente tan terrible?».
Más allá de las sustancias y las dosis empleadas, el fallo principal estuvo en que no se removieron los órganos vitales, las arterias y las venas dentro de las dos horas posteriores a su muerte, como se requiere para evitar la aparición de bacterias. Las dudas sobre lo que había que hacer con los restos de Mao causaron este retraso.
Dieron con una solución para salvar los restos valiéndose de un procedimiento que mezclaba «tratamiento mojado y seco». Un año después del embalsamamiento, se estableció que las partes visibles del cuerpo fueran rodeadas por una atmósfera seca, mientras que las otras partes cubiertas por ropa fueran constantemente empapadas con un líquido especial. Además, al final de cada exhibición al público se guarda el cuerpo en un contenedor húmedo a baja temperatura.
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CÉSAR CERVERA
“El desastroso intento de embalsamar a Mao Zedong, el dictador de la China comunista”
(abc, 07.12.16)