Emiliano Zapata Salazar fue una de las figuras más significativas de la Revolución Mexicana y sigue siendo un símbolo icónico de la identidad mexicana hoy en día. Revolucionario y estadista a partes iguales, Zapata representa mejor que ninguna otra personalidad la violencia y el tumulto político de México a principios del siglo XX.
Los comienzos de Emiliano Zapata
Zapata nació el 8 de agosto en 1879 en Anenecuilco, Morelos. Durante su infancia, Zapata estuvo rodeado de caballos y de la agricultura, lo que proporcionó una base para su enfoque de toda la vida en la reforma agraria y la difícil situación de los campesinos pobres. Zapata quedó huérfano a la edad de 17 años y se convirtió en el jefe de su familia. Zapata tuvo su primer encuentro con el gobierno cuando fue arrestado por protestar por la apropiación de tierras campesinas en 1897. Sin inmutarse, Zapata continuó su actividad política hasta que fue reclutado por el ejército. Las experiencias de la infancia de Zapata, su actividad política y su experiencia en el ejército le proporcionarían la motivación y las herramientas que necesitaría más tarde como revolucionario.
Las Haciendas y la desigualdad
México, a finales del siglo XIX y principios del XX, era todavía un producto del colonialismo español. Las familias españolas ricas dominaban la mayor parte de la tierra y la riqueza en enormes plantaciones llamadas haciendas. Estas familias de élite dominaban el paisaje político y mantenían a las poblaciones mestizas e indígenas en una condición empobrecida y subyugada. Porfirio Díaz tomó el control del gobierno mexicano en un golpe de estado en 1876. De una manera que se haría muy familiar entre los dictadores de los siglos XX y XXI, a Díaz le gustaba celebrar pseudo-elecciones que daban una impresión superficial de democracia. En realidad, estas elecciones fueron cuidadosamente amañadas. El gobierno de Díaz concentró aún más el poder y la riqueza en las manos de las familias de élite, dejando a la gran mayoría de los mexicanos en la pobreza. Los intentos de resolver los problemas económicos, las confiscaciones ilegales de tierras y los abusos de poder a menudo dieron lugar a la detención de los demandantes y su reclutamiento en el ejército.
Grupo de zapatistasEmiliano Zapata ingresa a la política
En 1909 en el pueblo de Anenecuilco en el estado de Morelos, se celebró una reunión secreta de los líderes del pueblo. La reunión era secreta porque los capataces de la hacienda local castigaban brutalmente cualquier actividad política que pareciera amenazar el sistema actual. En la reunión en cuestión, los ancianos del pueblo explicaron que era hora de elegir nuevos líderes más jóvenes y formidables. Eran demasiado viejos y cansados para hacer frente a la situación actual, dijeron, y era el momento de elegir sangre nueva. Después de que se propusieran varios nombres de hombres de la localidad, Emilio Zapata fue elegido como presidente. Emiliano Zapata sólo tenía 30 años en 1909, pero era un miembro muy respetado de la comunidad y un miembro capaz del floreciente movimiento de resistencia. Las tierras en el estado de Morelos habían sido tomadas constantemente por las haciendas desde la ascensión de Díaz. El asunto más apremiante de Zapata era recuperar y asegurar las tierras que habían sido engullidas por las haciendas. En unos pocos casos, Zapata fue capaz de lograr sus reformas pacíficamente, pero en la mayoría de los casos, tanto los propietarios de las haciendas como el gobierno de Díaz resistieron todos los intentos de reforma agraria.
La Revolución
En 1910 Francisco I. Madero, él mismo miembro de las élites terratenientes, desafió el poder de Porfirio Díaz. Madero se presentó a la presidencia en 1910 y se opuso a la «reelección» de Díaz, ya que no era probable que las elecciones fueran libres y justas. Las advertencias de Madero resultaron ser fundadas, ya que fue arrestado por los leales a Díaz mientras hacía campaña en Monterrey. Madero fue finalmente liberado y huyó a Texas, donde ayudó a dirigir la revolución contra Díaz.Zapata originalmente apoyó a Madero con la esperanza de que pudiera ayudar a llevar a cabo las reformas agrarias por las que Zapata estaba trabajando. Después del arresto de Madero, todas las esperanzas de una solución política se suspendieron y Zapata, junto con otros revolucionarios de otras partes de México, se alzó en armas contra el gobierno de Díaz. Junto con Pancho Villa y otros importantes revolucionarios mexicanos, Emiliano Zapata emprendió una guerra de guerrillas contra el gobierno de Díaz. Los revolucionarios salieron victoriosos, y Madero volvió a la Ciudad de México para dirigir el nuevo gobierno en 1911.
Francisco Madero en la Revolución MexicanaSegunda fase de la revolución
Pronto le quedó claro a Zapata que Madero no tenía intención de abolir el sistema de haciendas o de seguir su radical agenda política. Junto con otros notables revolucionarios, Zapata elaboró el Plan de Ayala, que pretendía instituir ambiciosas reformas agrarias y denunciaba a Madero. Aunque la Revolución Mexicana estaba lejos de ser un movimiento unido, Zapata emergió gradualmente como el líder más significativo de la rama radical de la revolución. Para 1919, la Revolución Mexicana se había fragmentado en facciones regionales y políticas sin ningún líder o visión singular.
Asesinato de Emiliano Zapata
El 10 de abril de 1919, Emiliano Zapata fue arrestado mientras intentaba reunirse con un miembro de una facción rival y fue asesinado. El cuerpo de Zapata fue fotografiado y exhibido para disipar cualquier rumor sobre su continua actividad.
Francisco Villa y Emiliano ZapataFamosas citas revolucionarias
Durante la Revolución Mexicana, el principal eslogan de los zapatistas, como se llamaba a los seguidores de Zapata, era «Tierra y Libertad». Este eslogan se refería en primer lugar al objetivo principal de Zapata de la reforma agraria. En segundo lugar, el eslogan se refería al estado de derecho, que había faltado mucho bajo el despótico régimen de Díaz. Quizás la cita más famosa atribuida directamente al propio Zapata fue, Es mejor morir de pie que vivir de rodillas. Esta frase resume el espíritu revolucionario del México de principios del siglo XX. Desde la Revolución Mexicana, esta cita ha sido utilizada por los revolucionarios de todo el mundo para desafiar la opresión e inspirar la resistencia.
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