Revista Cultura y Ocio

Emily. (Relato Adictos a la escritura)

Publicado el 31 octubre 2011 por Metgaladriel @metgaladriel

"No os voy a contar una historia, sino los hechos que la acontecieron. Dícese de una fría noche de 1816 en un pequeño pueblo al sur de Inglaterra donde las cosas nunca volvieron a ser lo que fueron"
Emily. (Relato Adictos a la escritura)
En una pequeña habitación, Emily agonizaba.
Nadie podía hacer nada por ella. El médico, atendiendo a todo su conocimiento, no acertaba a concretar las causas de su terrible enfermedad. El cura rogaba a Dios por su alma. Los padres imploraban al cielo que su hija no se apartara de su lado. Emily ya no pensaba, sus sentidos se habían ido atrofiando con el paso del tiempo. Primero, un tono parduzco inundó su piel. Después, unas pequeñas llagas repletas de sangre poblaron su cuerpo. Finalmente, el pensamiento se tornó en contra de la lógica y de la razón. Ahora solamente quedaba esperar. El tiempo se estaba acabando.
El sol del nuevo día saludó a los habitantes de la pequeña aldea. Los gallos comenzaron a cantar y con ello, los hombres salieron hacer las labores de caza, pesca y recolección mientras las mujeres atendían sus casas y sus hijos. Nadie se había enterado aún de la noticia de la pobre Emily.  Ésta yacía ya enterrada en un apartado rincón del bosque. El médico había aconsejado sepultarla lo antes posible para evitar contagios y decretó bajo secreto la forma de su muerte, en lugar de la versión real, los aldeanos pensarían que Emily había muerto de peste y por ello, el silencio precedió a su fallecimiento. Emily se había ido pero había dejado un recuerdo.
Llegó la noche. Inmensa, tenebrosa. Las nubes poblaban el cielo anunciando tormenta. Los grillos habían callado sus cantos. Toda la familia se hallaba en una misma sala, aguardando un final que conocían, un final que llegaría pronto. De repente llamaron a la puerta. Seis toques cortos, pausados. La familia se sobresaltó y dirigió la mirada hacia la entrada del hogar. El hijo mayor se levantó de su asiento y cogiendo una escopeta se dirigió a abrir la puerta. Esta se abrió con un suave chillido.
Una chica joven apareció ante ellos. Su piel irradiaba un color morado inquietante. Sus ojeras delataban un largo letargo. Las heridas en carne viva supuraban recordando los últimos minutos de su última agonía. Emily miró al chico fijamente. Sus ojos, inyectados en sangre, reflejaban locura, sadismo. No le dio tiempo a reaccionar, Emily se abalanzó sobre el joven arrancándole una oreja de un mordisco brusco. La madre gritó y el padre armándose de valor, cogió un arma y disparó a quemarropa a la niña enferma. Todo se quedó en calma. El cuerpo de Emily yacía sobre la entrada, muerto. El ruido de un cristal rompiéndose sobresaltó de nuevo a la familia. Provenía del salón. Un nuevo sonido irrumpió en el silencio. Esta vez desde la cocina. Toda la casa quedó poblada de ruidos de ventanas rotas. Emily no estaba sola. Todos habían venido a por ellos. La familia entera se quedo petrificada en la entrada. Ellos empezaron a caminar hacia ellos. Sus andares eran lentos y pesados, pero ágiles de alguna manera. Los acorralaron. Su piel presentaba el mismo aspecto que la de Emily. Sus alientos olían a podrido, a muerte. Empezaron a avanzar hacia la familia. Un paso más. Cada vez estaban más cerca. Otra pisada más. Se podía respirar la catástrofe. Un último acercamiento. El final había llegado.
- ¿Emily?
Todo pareció volver a la normalidad a los pocos días. Sin embargo, los padres de Emily también comenzaron a enfermar siguiendo el mismo patrón que había padecido su hija. Al poco tiempo, sucumbieron también el médico y el cura, hasta que una gran parte de la población murió en las mismas circunstancias que Emily y siempre bajo secreto. Una familia sobrevivió al desastre, una única familia con sus tres hijos, todos varones y fuertes. El miedo a enfermar era más poderoso que el miedo a la muerte. Ellos sabían que les quedaba poco tiempo, habían oído rumores sobre las muertes de sus vecinos pero nada claro. No sabían cómo habían muerto ni siquiera cómo se había transmitido la enfermedad.

Volver a la Portada de Logo Paperblog