![Emocionándonos sin Pedir Permiso Emocionándonos sin Pedir Permiso](https://m1.paperblog.com/i/504/5043536/emocionandonos-pedir-permiso-L-m8wC6e.jpeg)
De las emocionesnos acordamos cuando visionamos dramas en el cine o la televisión, cuando empatizamos con los protagonistas de la película y no dudamos en acompañarles en sus particulares duelos por una terrible enfermedad, la pérdida de un hijo, una separación traumática o una guerra. Pero, cuando nos levantamos de la butaca del cine o del sofà y volvemos a conectarnos de lleno con nuestra propia vida, ¿somos igual de capaces de liberar nuestras emociones? O, por el contrario, ¿pesan más los ejemplos que nos dieron nuestros padres mientras fuimos niños o adolescentes?Crecimos con argumentos tan nocivos para nuestra salud mental como el de “los hombres no lloran” o el de que las chicas no han de dar el primer paso cuando les gusta un chico, sino hacerse las interesantes para que sean ellos los que se acerquen. Ambos consejos deben estar detrás de montones de malentendidos y de incontables decepciones de unos y de otros. Porque esconder las verdaderas emociones es la peor manera que tenemos de venderle a los demás una versión de nosotros mismos que no existe. Si ya empezamos una relación sustentándola en mentiras, ¿en qué puede desembocar? Seguro que en nada bueno.La Educación Emocional se ocupa de enseñarnos a gestionar con éxito nuestras emociones. Desde la psicología, a veces se tiende a dividir las emociones en tres tipos principales: Positivas (alegría, interés), negativas (ira, miedo, culpa o vergüenza) y neutras(sorpresa). Esta forma de diferenciar las distintas emociones no sería la más acertada, pues acaba estigmatizando a las que considera negativas. El miedo, la vergüenza, la tristeza o la ira no tienen por qué ser malos. Todos tenemos derecho a inquietarnos cuando hemos de enfrentarnos a situaciones que escapan a nuestro control y ese miedo nos ayuda a ser más precavidos, a estar más alerta y acaba ayudándonos a encontrar la mejor solución para resolver la situación. También tenemos derecho a sentir vergüenza cuando nos equivocamos o cuando somos testigos de cómo se equivoca alguien que nos importa de verdad. Ese sentimiento nos convierte en personas más dignas y nos permite aprender de los errores y crecer con ellos. ¿Quién ha dicho que no podemos estar tristes cuando nos sucede justo lo contrario de lo esperábamos o, simplemente, cuando nos levantamos depres, porque nuestras hormonas están haciendo de las suyas? Llorar no implica necesariamente debilidad. A veces, dominar la habilidad de poner cara de póker en cualquier circunstancia que pueda comprometernos emocionalmente, puede depararnos muchos más riesgos. Y, por supuesto, podemos enfadarnos e indignarnos cuando alguien nos provoca un daño o algo horrible nos sucede. Todas esas emociones nos recuerdan que estamos vivos, que sentimos y padecemos, que no estamos aquí para hacer bulto, como parte del decorado de un escenario en el que no somos protagonistas destacados.Si no somos capaces de protagonizar nuestra propia vida y de experimentarla a través de los cinco sentidos, ¿qué hacemos aquí? ¿para qué hemos venido?Cuando definen la alegría como una emoción positiva tampoco aciertan del todo. Parecen olvidar la denominada “alegría patológica”, que no tiene nada que ver con las supuestas bondades que encierra dicha emoción, sino con un optimismo autoimpuesto que puede llevar a la persona que lo padece a no distinguir la realidad de sus propias fantasías .Deberíamos despojar a las emociones de sus clásicas connotaciones positivas o negativas, pues todas ellas son igual de útiles y nos resultan imprescindibles para mantenernos con vida. Las emociones cumplen tres funciones importantes: Funciones adaptativas: Facilitan la integración del sujeto a su entorno. Uno de los inconvenientes que más sufren las personas con autismo es esa incapacidad para empatizar con las emociones de los demás. Ese no captar los mensajes no verbales o el doble sentido de los verbales les complica muchísimo su adaptación al entorno en el que viven.Funciones sociales: Capacidad para interpretar las señales no verbales y para modular o influir en la conducta de los demás y de potenciar las relaciones sociales.Funciones motivacionales: Capacidad para potenciar o dirigir una conducta. Las personas tendemos a acercarnos más fácilmente a las situaciones placenteras y a alejarnos de las problemáticas.
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