Somos seres emocionales y no racionales
Hasta hace poco nos creíamos seres racionales, pero hoy la ciencia ha descubierto que somos seres eminentemente emocionales. Y es que en la mayoría de los casos las decisiones las tomamos de manera emocional y luego las justificamos racionalmente, a causa de que nuestra capacidad mental es bastante limitada. De forma que nos resultaría complicado, en el momento de tomar una determinación, analizar cada opción, valorar sus costes y beneficios, compararlos y escoger en consecuencia. Esto conllevaría un proceso demasiado largo y farragoso. Así que nuestro cerebro se aprovecha de atajos y va almacenando información a lo largo del tiempo, para que ante un estímulo exterior similar pueda actuar inmediatamente, después de detectar cierta reacción corporal. Esto es lo que Antonio Damasio, neurólogo portugués, llama «marcador somático».
«Somos seres eminentemente emocionales y no racionales».@ibizamelian Click to TweetTécnicas de comunicación política
Y a esta preponderancia de las emociones no es ajena la comunicación, como puede ser la política. Por lo que una de las técnicas más usadas es la de la transfusión, por medio de la cual a la hora de dar un discurso se apela a los sentimientos, a los instintos primarios del ciudadano. De igual modo, es importante el lenguaje no verbal del orador, que ha de saber incluir con su mirada a todo el auditorio.
«A la hora de dar un discurso se apela a los sentimientos, a los instintos primarios del ciudadano». @ibizamelian Click to TweetAsimismo, es muy empleada la regla de la unanimidad, que se basa en el nosotros, en pro de hacer calar la sensación de adscripción a un mismo grupo. Ayudada de congregaciones multitudinarias para reforzar la simpatía entre sus miembros. Pues preferimos rodearnos de gente afín, a tenor de la tendencia del individuo de valerse del sesgo confirmatorio. La inclinación a reafirmar nuestras propias creencias y raramente a refutarlas.
«Preferimos rodearnos de gente afín, pues tendemos a reafirmar nuestras propias creencias y raramente a refutarlas». @ibizamelian Click to TweetSin olvidar «la claque». Método por el que los partidos colocan sentados en los aforos a sus colaboradores, normalmente configurando una «M», para que cuando se pronuncien las frases llave del discurso, se levanten y aplaudan. Con el consecuente contagio al resto de asistentes, reforzado con el uso de símbolos.
La armonía, melodía y ritmo del mensaje
Por otro lado, en el Antiguo Egipto los magos del Estado aplicaban la fórmula del encantamiento, para concretar en el plano material sus pensamientos, para someter las fuerzas naturales a sus deseos. Cuyos elementos eran idénticos a los de la música: armonía, melodía y ritmo. De todos es conocido el impacto de la música o los ruidos estridentes sobre los organismos vivos. Por algo el oído es el primer sentido que se desarrolla en el feto. Sonido que genera vibración, energía. Sonido que actúa holísticamente sobre la persona, siempre y cuando sea melodioso. Sonido musical con el que Pitágoras, en el mundo helénico, aseguraba que curaba a los enfermos. Don que los griegos plasmaron en el mito de Orfeo y su lira.
Regla de la orquestación
Por consiguiente, para lograr la armonía, melodía y ritmo las arengas políticas se sirven de la regla de la orquestación. Mensajes sencillos, con frases cortas y concisas que se repiten insistentemente. Habitualmente se utiliza la reiteración en determinadas oraciones para dar énfasis a una concreta idea. Por ejemplo, aún resuena en nuestra memoria el sueño de Martin Luther King. O el mítico lema de Reagan: «Sr. Gorbachov, derribe este muro». Enardecidas palabras tras las que poco después cayó el Muro de Berlín. Inclusive se llegan a intercalar poesías en las alocuciones, versos cargados de musicalidad. Como lo hiciera Adolfo Suárez en 1976, quien citó un poema de Antonio Machado para cerrar su intervención en el Congreso sobre la defensa de la Ley de Asociaciones Políticas:
«Para lograr la armonía, melodía y ritmo las arengas políticas se sirven de la regla de la orquestación». @ibizamelian Click to Tweet«Está el hoy abierto al mañana,
mañana al infinito.
Hombres de España, ni el pasado ha muerto,
ni está el mañana ni el ayer escrito».
Todo ello se ha de acompañar, claro está, con la modulación y tonalidad de la voz. Si la entonación y vocalización del orador es importante, igual de vitales son las pausas y silencios. Además, el contar una buena historia, lo mismo que escuchar una música que nos gusta, desencadena la producción de oxitocinas en el cerebro del receptor. La denominada «hormona del amor» que afianza la confianza entre sujetos que no se conocen. Por lo tanto, presenta al orador como un líder creíble, al que merece la pena seguir y apoyar.
El contar una buena historia desencadena la producción de oxitocinas en el cerebro del receptor. La denominada «hormona del amor». @ibizamelian Click to TweetCreación de un modelo mental en el receptor
El fin último es que el mensaje haga mella en el receptor, para que lo asimile y lo acepte como suyo. Esto conducirá a que cree un modelo mental, al que recurrirá en el instante preciso. Con la insistencia del mensaje el modelo mental se amplía a la comunidad y acaba por transformarse en ideología. En la línea de lo expuesto por el lingüista Teun van Dijk.
La oratoria es un arte, no en vano la retórica era una de las siete artes liberales de la antigüedad. Conformaba el trivium medieval, junto a la dialéctica y la gramática. Pero también puede ser un arma de manipulación. Ergo, de ahí que se muestre necesario potenciar el pensamiento crítico. Por eso en la Antigua Grecia ciertos sectores advertían de los efectos persuasivos de los sofistas, de su engañoso intento de convencimiento gracias a la palabra.
«La oratoria es un arte, pero también puede ser un arma de manipulación». @ibizamelian Click to TweetEn suma, si queremos ser coherentes con nuestra propia esencia, las técnicas discursivas han de cumplir la máxima del zoroastrismo de coordinar pensamiento, palabra y acto. Porque por muy bello que sea el envoltorio del paquete, si en verdad no hay nada dentro, tarde o temprano se acaba por percibir. Y es que como afirmara Abraham Lincoln: «Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo». Si bien, ese espacio temporal hasta que la falsedad es descubierta, la historia política nos enseña que puede acarrear enormes sinsabores para la sociedad.
Emociones, armonía, melodía y ritmo –
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