Diversos estudios científicos han demostrado recurrentemente cómo el estrés afecta negativamente a la productividad en el trabajo. En la misma línea, algunas investigaciones destacan la importancia de las vacaciones como mecanismo para rebajar el nivel de estrés y potenciar la aportación del empleado a su empresa.
Pese a que hoy consideramos habitual la existencia de vacaciones pagadas en cualquier trabajo, lo cierto es que se trata de una práctica nada corriente antes de 1920 y que incluso en nuestro tiempo varía mucho entre países. La Unión Europea estableció ya en 1993 la obligatoriedad de conceder al menos 4 semanas de vacaciones pagadas por cada año de trabajo. No obstante, son muchos los países que garantizan un número superior a esos 20 días laborables como Suecia que concede 33 o Dinamarca y Alemania, 30 días. En Estados Unidos, no existe una normativa unificada y son los estados quienes legislan el derecho a vacaciones individualmente y, la mayoría de las veces, las propias empresas privadas negocian vacaciones con el empleado como parte de un paquete retribuido. De media, el trabajador dispone de 10 días de vacaciones, al igual que ocurre en Japón o Hong Kong.
Las vacaciones pueden ayudar a mejorar la recuperación del trabajador en un sentido activo y en un sentido pasivo.
De forma activa, si el sujeto es capaz de desarrollar las actividades que le gustan, eligiéndolas él mismo, disfrutando de un tiempo suficiente y de calidad junto a personas cercanas. La forma pasiva se refiere al simple descanso de la actividad laboral.
Si analizamos los distintos estudios científicos podremos concluir que las vacaciones mejoran nuestro estado de ánimo y salud al rebajar las preocupaciones y que esa recuperación tiene una escasa duración al volver al trabajo (de 2 a 4 semanas). Además, siendo estos los resultados generales, no son generalizables a todas las personas. Es decir, hay personas que no son capaces de mejorar su estado de ánimo con el descanso estival y otras son capaces de prolongar sus beneficios durante un periodo mayor. Intentar obtener la máxima recuperación y que sea lo más duradera posible es el objetivo de este artículo.
Sacar lo mejor de las vacaciones
Tres son los objetivos a plantear:
- Detener el desgaste producido por el trabajo y las rutinas diarias. Intenta desconectar del trabajo salvo que ello te produzca un mayor estrés. En este punto es importante tratar de zanjar los asuntos laborales en curso antes de comenzar las vacaciones. Si es necesario seguir en contacto, asigna tiempos acotados para dedicar al trabajo, por ejemplo, revisar emails 30 minutos antes de ir a la playa. La dedicación de unos pocos minutos diarios a actividades de trabajo no correlaciona estadísticamente con menor satisfacción.
- Descansar y reponer fuerzas física y mentalmente. Descansa y come bien. Evita los excesos de comida y bebida. Si has de tener algún contacto de trabajo, intenta que no ocurra en las últimas horas del día para no alterar el sueño. Modera el descanso pasivo como la siesta y la lectura, su exceso se asocia a una menor calidad de las vacaciones.
- Aprovechar el tiempo libre para ocuparlo en actividades y seres queridos que nos importan y hacen nuestra vida más feliz. No sobrecargues el día de actividades aunque sean lúdicas. No te quedes en casa sentado en el sofá todo el día. Vive con intensidad y disfruta de cada momento. Comparte tu tiempo con amigos y familiares, haz que disfruten y disfruta de su alegría. Incluye el deporte entre tus actividades para controlar el peso, mejorar tu salud y generar endorfinas que contribuirán a tener un buen estado de ánimo.
Además de estos tres objetivos generales, debemos tener cuidado con los incidentes que escapan de nuestro control, por ejemplo, una huelga de transportes o una maleta extraviada en un aeropuerto. Una de las variables que más afecta a la calidad de las vacaciones según los estudios científicos son este tipo de imprevistos. Aunque no dependen de nosotros, sí que podemos afrontarlos de una manera constructiva para minimizar su impacto en nuestro ánimo. Relájate, asume la pérdida y piensa cómo seguir disfrutando a partir de ese momento.
Obtener un efecto más duradero
Las vacaciones tienen una duración limitada pero puedes aprovechar ese tiempo para hacer que tu vida mejore indefinidamente.
- Recuerda lo positivo. Repasa cada día de vacaciones para ser consciente de tus buenas experiencias. Si fuera preciso, escríbelo en un diario. ¿De qué te has reído? ¿Has tenido alguna conversación interesante? ¿Has descansado?
- Instaura nuevos hábitos. ¿Has vuelto a practicar tu deporte favorito? ¿Qué te parecería practicarlo durante todo el año? ¿Podrías ver a tus amigos más a menudo en invierno?
Antes de terminar estos consejos, queremos desearos a todos unas estupendas vacaciones y que su efecto gratificante dure hasta que lleguen las del año que viene. Por favor, cuéntanos cuáles han sido tus mejores o peores experiencias durante las vacaciones.
Bibliografía
Jessica Bloom (2013). How do vacations affect workers’ health and well-being? (pdf).