Cuando Maslow lanzó en los años cuarenta su teoría sobre la jerarquía de las necesidades humanas, también llamada como sabréis Pirámide de Maslow, pocos pensábamos en que, superada su puesta en práctica y su debate de los años sesenta y setenta, y aceptaba por el marketing de los años ochenta, podría volver a tomar actualidad entrado el siglo XXI pero por otros motivos.
Nos explicaba que las aspiraciones mantienen una lógica de superación, de forma que si no tienes satisfechas las necesidades de un nivel no resultaba motivador ni deseable saltarnos el nivel siguiente. Esto es, sin tener satisfechas mis necesidades de seguridad, el reconocimiento no adquiría una aspiración racional.
En la cima de la pirámide, a los que mantenemos la fe en la marca personal como recurso de competitividad y reencuentro, nos gusta poner la trascendencia, el legado. Dejar huella es una última aspiración, legítima y motivadora, que nos lleva a mantener el rumbo hacia esa estrella polar, hacia la eternidad.
Mientras debatíamos su teoría la sociedad crecía, el sentido del progreso social era lineal y ascendente para la mayoría social a la pretendía representar.
Sin embargo en los últimos años llevo meditando con los alumnos de técnicas de autoempleo en una realidad de la que parece que muchos no quieren darse cuenta. Parte de los habitantes de la zona de la media de la pirámide, aquella que las clases medias económicamente hablando, y los profesionales de amplia experiencia o conocimientos y formación de nivel media y media-alta, se han visto, casi sin darse cuenta , en la base de la pirámide. Hay demasiadas personas que han descendido hasta la base de la pirámide, por lo que sus aspiraciones se circunscriben a la supervivencia y la seguridad, algo difícil de aceptar para muchos y que representa una verdadera tragedia social encubierta.
La relevancia de este hecho en el mundo del empleo y el auto empleo es vital, ya que nos encontramos en un entorno social donde emprender, más que una aventura, un deseo o una aspiración, representa una necesidad para la supervivencia, y esto no puede ser bueno.
Emprender sin mentalidad y sin preparación es causa de fracaso seguro. Lanzarse al auto empleo por necesidad y no por vocación puede además convertirse en un trágico final para nuestros recursos anímicos y económicos.