"El único propósito social de las empresas es aumentar sus beneficios". Con esta frase, en los albores del neoliberalismo, Milton Friedman daba voz al consenso social establecido tras la posguerra. Sin embargo, más de medio siglo después, este sistema parece haber llegado a su fin. Al menos, eso es lo que proponen desde B Corp, una organización que busca promover la búsqueda de un beneficio no solo personal, sino social y medioambiental, con un manifiesto que ha sido firmado por más de cincuenta personalidades. Entre ellas se encuentran figuras como Toni Roldán, economista y exdiputado; el periodista y editor de SpainMedia, Andrés Rodríguez, o académicas como Silvina Bacigalupo. Su razón de ser es sencilla: impulsar un nuevo modelo empresarial inclusivo y sostenible. "Los desequilibrios sociales y la crisis climática vienen determinados, en buena medida, por una visión dominante que orienta la responsabilidad de la empresa hacia la generación de beneficios y, más específicamente, hacia la creación de valor para el accionista a corto plazo", reza el comienzo del texto.
En su presentación digital, el pasado martes 22 de junio, los motivos de este cambio de paradigma quedaron expuestos de forma evidente: casi el 25% de la población residente en España está hoy en situación de pobreza, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Una cruel paradoja en un país con una de las economías más potentes de Europa. A ello se suman otros datos que parecen evidenciar la necesidad de cambio estructural por parte de la población. La energía usada en España, por ejemplo, alcanza un porcentaje de origen fósil de casi un 90%. Además, el 60% de la población española considera que el actual sistema genera más daños que beneficios.
Según el INE, casi el 25% de la población residente en España está hoy en situación de pobreza
Por ello, el objetivo de este manifiesto es alcanzar el reconocimiento legal, por parte de los poderes públicos y de las Sociedades de Beneficio e Interés Común (SBIC), algo que ya ocurre en lugares como EEUU, Francia o Italia. Es decir, que se reconozca legalmente una categoría de empresas que busquen un propósito más colectivo: el beneficio social y ambiental, el desempeño y gestión de triple impacto, la transparencia y la rendición de cuentas. Tal y como explicó durante la presentación el divulgador Nacho Dean, "en materia de conservación del medio ambiente, vamos todos en el mismo barco: tanto empresas, como gobiernos, como ciudadanos". Tanto es así que España es, después de Turquía, el país más contaminado del Mediterráneo.
En una senda similar se situaba Francesc Cortada, director general de Oxfam Intermón, quien señalaba a que "no nos faltan datos ni evidencias para saber que en la próxima década vamos a tener que dar respuesta a retos globales". Para él, la pandemia ha demostrado de forma nítida la necesidad de dirigirse hacia "un mundo más equitativo y sostenible". En ello coincide el resto: es necesaria una administración pública que incentive la clase de comportamiento empresarial que se encamine en esa dirección. Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres, lo ejemplificaba asegurando que "el ejemplo arrastra". "Cuando el Gobierno dé el visto bueno al manifiesto y al proyecto, las empresas que no se adhieran deberían quedarse fuera de los concursos institucionales". Según explicó, además, dentro de este modelo inclusivo no puede dejarse de lado ni la "crisis global de los cuidados" ni el desequilibrio actual entre el trabajo productivo y el trabajo reproductivo.
Laura Baena: "Cuando el Gobierno dé el visto bueno al manifiesto, las empresas que no se adhieran deberían quedarse fuera de los concursos institucionales"
Se trata de forzar un cambio desde el interior del sistema; un cambio que, afirman, "es necesario para afrontar el futuro con entereza". Silvina Bacigalupo, catedrática de Derecho Penal en la Universidad Autónoma de Madrid, confía en la herramienta legislativa para cambiar la realidad del sector económico privado. "Nos faltan estructuras jurídicas que permitan dar cobertura también a la ética y al propósito concreto que deben tener las empresas en un determinado modelo", señalaba. No obstante, la concepción de la empresa como una simple fábrica de dinero sigue siendo dañina. Víctor Lapuente, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford, defiende que "las ideas neoliberales que fomentan un individualismo extremo son muy importantes: tienen una responsabilidad en la desigualdad tan amplia que tenemos hoy". La idea que debería incluirse en nuestra percepción de la empresa, en opinión del politólogo, es la de la evaluación del impacto. Las empresas con un propósito social, colectivo, tienen muchos más indicadores que el puro beneficio.
El manifiesto trata, en realidad, de enraizar a las empresas en la sociedad en que nacen y operan. La búsqueda del beneficio no puede permitirse saltar todas las barreras. Como figura insertada en el colectivo, su actuación debe beneficiar, y no perjudicar, a este: no hay lugar para la contaminación y el lucro sin consecuencias. Y ello, a pesar de todo, es difícil cambiarlo desde nuestro papel como individuos. Andrés Rodríguez, editor de SpainMedia, no dudó en hacer hincapié en la conciencia que deben adquirir los individuos, pero también las empresas, especialmente aquellas de tamaño mediano y pequeño. "Sin las empresas, este país no cambia", sentenció.
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