Revista Opinión

En busca de un líder

Publicado el 08 mayo 2017 por Jcromero

Hay fanatismos religiosos, políticos o futbolísticos. Integristas de cualquier bandera que se parapetan en el líder de turno, secta o club con una fidelidad ciega. Si el líder promete la felicidad eterna; se cree, simple cuestión de fe. Que pide el voto para la opción más corrupta; se deposita la papeleta en la urna sin otras consideraciones. Que el partido lo gana el equipo contrario; las culpas al árbitro, a la trama de intereses que impide una contienda limpia y, alguna vez, a la mala suerte.

Dicen que todos los integrismos necesitan líderes que orienten y conduzcan a sus incondicionales. En este sentido, cabría preguntarse si en democracia es necesaria la figura del líder, si en democracia es más relevante el liderazgo o la garantía de una sociedad consciente y una legislación que la proteja de extorsiones y de los abusos del poder. En una democracia consolidada y digna de tal nombre, más que líderes hacen falta ciudadanos comprometidos e interesados en elegir representantes capacitados y honestos.

Rajoy, por ejemplo, es un producto elaborado sobre la división de la izquierda, un electorado distraído y una vasta red de medios de comunicación a su servicio. Para unos es todo un hombre de Estado, para otros un rufián que chapotea plácidamente en la charca de la corrupción y que, cuando le vienen mal dadas, se hace una infanta, mirando para otro lado y aduciendo que no se entera de nada. Un tipo con una singular y arcaica forma de hablar, de movimientos robotizados y un tic en un ojo que le delata cuando se pone nervioso o miente. Alguien que se muestra insensible con las necesidades sociales y contemplativo ante la corrupción de los suyos y cuya mayor virtud consiste en dejar pasar el tiempo.

Podemos, Ciudadanos e Izquierda Unida tienen sus líderes. Ahora el PSOE busca el suyo después de que, como un Bruto cualquiera, liquidara a quien desempeñaba ese papel. Pero el problema del PSOE, no es tener un líder más o menos solvente. Este partido tiene por delante, más que la elección de un líder, la indispensable tarea de concretar un proyecto y un programa que le reconcilie con su electorado. Un proyecto socialdemócrata, tan de izquierda como sus militantes, elaborado para confluir, si fuera necesario, con otras opciones progresistas y con el objetivo de revertir las políticas regresivas de la derecha.

En democracia es necesaria la figura del candidato, pero ¿es imprescindible la presencia del líder, sabiendo que todo liderazgo se apoya en un grupo de incondicionales que le atribuyen virtudes que sólo ellos ven? Más que líderes hacen falta candidatos que, convertidos en cargos electos, ejerzan de gestores públicos honestos, capaces y comprometidos con la palabra dada.

Cada formación política tiene su líder y alguna incluso busca el suyo desesperadamente. Sin embargo, la democracia más que salvadores precisa de gente competente y de fiar; especialistas que propongan razones y soluciones. La democracia, sobre todo, necesita de ciudadanos que ejerzan su ciudadanía; que digan basta a tanta demagogia, a tanto discurso de diccionarios vacíos y tantas apelaciones a los sentimientos para esconder la nada.

Escucho a Renee Rosnes, Ira Coleman y Billy Drummond:

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