Revista Cultura y Ocio

En busca del amor para huir de la soledad

Publicado el 02 julio 2016 por Benjamín Recacha García @brecacha
Obras de arte y otros relatos - Todos los nombresLiteratura independiente actual y un clásico contemporáneo. Ambos, muy recomendables.

Tengo pocos prejuicios a la hora de elegir un libro. Disfruto tanto de los clásicos, de las obras de los escritores reconocidos y best-sellers, como de las de autores casi anónimos e independientes. Lo importante, desde mi punto de vista de lector, es que la historia esté bien escrita, cuente algo de forma que consiga parecerme interesante y que los personajes sean atractivos.

Hago esta aclaración previa porque quizás haya a quien choque o incluso considere un atrevimiento pasado de rosca lo que leerá a continuación.

Voy a aprovechar mis dos últimas lecturas para hacer una reseña-reflexión conjunta en la que el elemento central van a ser dos de los temas más recurrentes en la literatura universal: el amor y la soledad.

Ambos son el hilo conductor de los libros de los que voy a hablaros, y en los dos me atrevo a decir que la búsqueda del amor es el camino, la odisea vital a la que las personas se ven empujadas por la necesidad de reconocimiento ajeno, de saberse importantes, necesarias para otras personas. El amor es la meta que marca el éxito en la huida de la soledad. Porque en la soledad, si no es buscada, hace mucho frío, y los humanos somos animales de sangre caliente.

«Vale. ¿Cuáles son esos libros?», preguntaréis. Voy.

El primero es Todos los nombres (1997), de José Saramago. Se trata de un ejercicio de virtuosismo literario, del que lo primero que uno advierte es la inagotable capacidad narrativa del Premio Nobel. Saramago es de esos autores que se puede permitir jugar con las palabras y las ideas, huyendo de convencionalismos y pasándose las inquebrantables reglas de la escritura por donde le plazca.

Su prosa baila en la mente del lector, quien, independientemente de la historia que le cuente, disfruta del placer de devorar palabras.

Y no es que el argumento prometa emociones fuertes, precisamente. El protagonista es un gris funcionario del registro civil, que lleva la soledad y la sobriedad incrustadas en el alma. Un ser anodino que verá saltar por los aires su ordenada y tediosa vida al involucrarse en la surrealista búsqueda de una desconocida.

Pero da igual. Saramago habría sido capaz de narrar con éxito la vida de una farola. El secreto se encuentra en el dominio del lenguaje, en esa capacidad casi mágica, que únicamente poseen los maestros (Delibes, por ejemplo), para hallar las combinaciones perfectas de palabras, y en el registro. Creo que el mayor acierto de Todos los nombres (al que ayuda la magnífica traducción de Pilar del Río. Me permitiréis que recuerde en este punto la estancia de El viaje de Pau, mi primera novela, en A Casa José Saramago), lo que hace que funcione, es explicar la odisea de Don José, ese triste personaje que pasa desapercibido por la vida, por las vidas de todos nosotros, en clave de crónica casi humorística. Pero sin abusar de la comicidad, porque la vida de ese ser humano no la querríamos nadie. Y sin embargo existe tanta gente como Don José, tan solitaria y tan necesitada de amor

A Casa José Saramago
Siempre agradeceré a Pilar del Río que hiciera hueco a mi primera novela en la biblioteca de A Casa José Saramago, en Tías, Lanzarote. Un orgullo enorme. Las fotos son suyas.

Marta, por ejemplo.

Sí, Marta es la protagonista del segundo título del que quiero hablar: Obras de arte y otros relatos (2016), el primer libro de Mamen Gómez, la popular bloguera de ‘La chica de los jueves’.

Lo primero que tengo que decir es que me siento muy orgulloso de Mamen. He seguido bastante de cerca el proceso de escritura y publicación de la obra, entre otras cosas porque soy seguidor de su blog (aunque lleve meses de escandaloso abandono de los blogs en general y del suyo en particular, es lo que tiene pretender escribir novelas y mantener mi propio blog actualizado).

¿Que cómo casan una de las grandes obras de uno de los más grandes de la literatura mundial y la humilde primera incursión literaria de una joven bloguera?

Ya he dejado claro que conmigo no va lo de catalogar a priori. La cuestión es que en cuanto acabé Todos los nombres me puse con Obras de arte y otros relatos. No es una novela al uso; tampoco es un libro de relatos, sino una mezcla inclasificable que, de lo que no deja lugar a dudas es que lleva la firma de La chica de los jueves.

Lo evidente es que relata las andanzas de una chica moderna en busca del amor de su vida. Si lo dejo ahí estaré resumiendo con excesiva simpleza un libro que en verdad es mucho más que eso.

No os voy a engañar: las historias de jóvenes modernas que suspiran y maldicen por los chicos modernos que entran y salen de sus vidas no suelen motivarme. Me sobran algunos añitos y unos cuantos andrógenos para sentirme identificado. Y no hay duda de que Obras de arte y otros relatos hará las delicias de muchas jovencitas.

Pero quiero ser justo: en el libro hay más cosas. El corazón de fondant de Marta podría hacernos pensar que esto va de nubes rosas de caramelo, con algún chaparrón pasajero, pero no.

Como decía, lo empecé a leer después de Todos los nombres, y a los pocos relatos se me apareció en la mente el pobre Don José. «Claro», me dije. «Mamen escribe sobre el amor, pero lo que la impulsa a hacerlo, lo que mueve a Marta es la necesidad de escapar de la soledad». Y lo más duro del aprendizaje vital no es sentirse solo, sino darse cuenta de que la soledad no se cura con la simple compañía, por muchas y dulces nubes rosa de caramelo que prometa.

Conforme avanzaba en la lectura más convencido estaba de que debía escribir sobre las dos obras en el mismo artículo. Marta y Don José son seres de planetas muy diferentes, el contexto en el que se mueven no tiene nada que ver, probablemente la entidad de ambas es muy dispar (compararse con Saramago sería pretencioso para cualquier autor reconocido, así que…) y, sin embargo, a las dos les voy a dar cuatro estrellas en Goodreads.

Marta y Don José persiguen lo mismo: el cariño y la comprensión de sus semejantes; el amor, un amor idealizado, cada uno a su manera, desde un punto de partida muy diferente, que se irá matizando conforme sus corazones vayan quedando señalados en el transcurso del camino. Pero sobre todo temen a la soledad. En Don José se trata de un temor más lógico, pues ha superado el ecuador de la vida y se da cuenta de que hasta entonces no ha vivido. Marta tiene toda la vida por delante y a pesar de ello tiene prisa por desterrar la soledad.

La obra de Saramago refleja las virtudes de un autor experto, impecable, que demuestra un dominio absoluto sobre el universo creado y sus personajes. Ha alcanzado la perfección técnica a la que todo escritor debería aspirar.

Obviamente, Mamen tiene una larga carrera literaria por delante para mejorar. Como tantos autores que empiezan (yo mismo), que sueñan con alcanzar, en un futuro lejano, la categoría de los grandes.

Pero no todos disponen de ese ingrediente que los hace especiales: la pasión. Con pasión no basta, desde luego. Hay que saber administrarla y complementarla con otros ingredientes.

Los textos de Mamen van sobrados de ella. Y lo que me parece más destacable es que con su voz inconfundible consigue transmitirla al lector. Escribe muy bien, se implica en cuerpo y alma en lo que hace, y eso es lo que provoca que tanto lo que explica en su blog como en su opera prima arañe el corazón del lector.

Obras de arte y otros relatos en manos de otra debutante probablemente habría acabado empalagando, pero Mamen consigue controlar el riesgo de caer en la cursilería, seguramente porque lo que cuenta (notas de realismo mágico aparte) es verosímil, y logra que el lector se pregunte si Marta es sólo Marta y cuánto de Mamen hay en ella.

En resumen, que siempre es un buen momento para recuperar la obra inmortal de Saramago y para dar una oportunidad a quien empieza, repleta de ilusión, su andadura literaria.

¿La soledad y el amor son compatibles?


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