Cuando eres madre se te plantea un gran reto, ya no solo se trata de cuidar y mimar bien a esa nueva pequeña personita que acaba de llegar al mundo y que tienes en tus brazos, sino de cómo educarla para que en un futuro sea una persona adulta válida y autónoma.
Muchas veces he oído eso de “¿por qué no vendrán los niños con un manual de instrucciones? o esta otra frase de “No existe un manual para padres”, pues yo creo que sí, que sí hay manual de instrucciones para niños y si existe manual para padres.
Tan sólo se trata de encontrar ese botón mágico que está muchas veces ahí a la vista y que no sabemos encontrar, encontrarlo en el momento adecuado es fundamental para lograr una buena relación madre-hijo, y muchas veces es tan difícil…..
Me ha vuelto a tocar la adolescencia, estamos reviviendo esos momentos por segunda vez, y ahora como dice Alejandro Sanz, no es lo mismo, es distinto.
Y es que cada persona es única y distinta aunque hayan nacido de la misma madre, como nosotras las madres también somos distintas a la hora de comportarnos con nuestros hijos, con algunos determinadas cosas son más sencillas que con otros, y claro es entonces cuando viene a la mente esa frase: “Quiérele cuando menos lo merezca, porque es cuando más lo necesita”, y quizás lo necesita porque le falta algo que no está recibiendo, y no me refiero a un iPhone, un ordenador o una bonita ropa de marca. Quizás necesite pasar más tiempo junto a su madre, más abrazos, más conversaciones, más tiempo de calidad en familia, o simplemente necesite que tengamos paciencia en esos momentos en los que te dan ganas hasta de renunciar a seguir siendo madre, como si eso fuera posible.
Ni el escenario es el mismo, ni el carácter tampoco, ni mi situación es la misma que hace cinco años, las cosas han cambiado y yo también he cambiado. Quizás haya creado expectativas que ahora no soy capaz de asumir, y claro, vienen los desengaños. Quizás ella pensara que algún día a ella le tocaría recibir todo ese tiempo que le dediqué a su hermana cuando se encontraba en su situación y sin embargo se ha encontrado una madre con mil frentes abiertos capitaneando una nave que a veces hace aguas, otras sobrevive a tormentas de problemas y otras simplemente se siente cansada y desanimada.
Preparar las lecturas para mi cita de mañana de la Red Laical me ha hecho reflexionar: generosidad, humildad, confianza y servicio. ¿Cumplo yo ahora mismo con esas virtudes, soy capaz de verlas en mí misma? La respuesta es contundente, NO.
¿Entonces de qué me quejo? Para cambiar el resultado a veces hay que cambiar el método o corregir esas operaciones matemáticas que han hecho que el resultado final del problema no sea el deseado. ¿En qué he fallado? ¿Puedo solucionarlo? ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Quiero hacerlo? Ahora la respuesta también es contundente, CLARO QUE SÍ, QUIERO HACERLO, y quiero hacerlo porque tú Lucía eres mi vida, te adoro y no podría soportar que nuestra relación de Madre e Hija fuera distante, porque no sabría vivir sin ti. Te quiero demasiado y creo que si las dos ponemos de nuestra parte lo podemos lograr. Se que el fallo ha sido mío, quizás porque con diferencia eres la que más te pareces a mí y con la excusa de que eres fuerte, de que eres independiente, de que te sabes defender, me haya abandonado a otras cosas, sin darme cuenta que tu también me necesitas, y me necesitas tanto como yo a ti, porque no sabría vivir sin mi brisa de alegría, mi niña espontánea, mi corazón enorme, mi chica generosa, amorosa y sensible, mi niña rebelde, inteligente y auténtica. Mi pequeña descarada y fresca, noble y dispuesta.
Perdóname, perdoname de corazón por no haberme dado cuenta antes de que tú me necesitabas mucho, perdóname por pensar que eras lo suficientemente fuerte como para tirar tu sola hacia adelante, y permíteme que te ayude en estos años difíciles y tontos, en los que las emociones luchan contra las hormonas, y la percepción del mundo cambia tanto que hasta nuestros perfectos padres se convierten en seres odiosos y llenos de defectos que parecen tan solo tener un objetivo: Fastidiarnos la vida.
¿Qué tal si lo intentamos y lo hacemos juntas? Te quiero mucho.
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