
Considere al líder económico de la liga y a uno de los mejores estadios. A un quarterback en la edad perfecta para desplegar todo su juego y a la cuarta mejor defensiva de la liga. Ahora pregúntese cómo es posible que ganara su último título en 1996. Sienta la presión de quien no llega a una final de conferencia desde hace casi quince años. No, no, en serio... no tan rápido!, piense en ello con calma!. Tome el informe de la temporada y compruebe los números de su franquicia: una victoria y tres derrotas con el Bye cumplido. Mire por la ventana hacia el verde tapete del campo. Bienvenido al lujoso despacho de Jerry Jones.
Ahora baje al terreno de juego y, mientras el equipo está entrenando, siéntese en el banquillo local del Cowboys Stadium. Contemple como a su derecha, Tony Romo está lanzando unos pases y piense si, hoy por hoy, podría encontrar un substituto de garantías -336 yardas de media por partido-. Fije la vista en el centro del campo mientras Jason Garret -coordinador ofensivo- alecciona a Dez Bryant, Roy E. Williams y a Miles Austin; reflexione acerca del rendimiento que están dando. Vaya a ver a la defensiva, dispóngalos en fila y abofeteelos, uno por uno, mientras les recuerda las yardas que costó al equipo el gran número de penalizaciones con los que fueron sancionados en el último partido. Felicidades, se ha convertido usted en Wade Phillips.

Salte al terreno de juego. Tras ajustarse su casco, camine hasta la yarda 10, en la parte del estadio en el que las gradas ceden su espacio a una tremenda fachada acristalada. Piense en cuantos pases fáciles no fueron capturados por sus receptores en lo que va de año. Caliente el brazo hasta que note la soltura de su lanzamiento. Recuerde como las defensas contrarias detienen, sistemáticamente, todos los intentos de jugar con Barber o Jones. Sienta el impacto de los seis sacks que ayer recibió e intente adivinar dónde está la brecha en su línea ofensiva. Paciencia, es usted Tonny Romo.
Finalmente, salga del campo, introdúzcase en su Lexus y, tras tomar la Randol Mill Rd y dejar atrás el Kindred Hospital, tuerza a la izquierda por N. Davis Dr y de nuevo a la derecha hasta llegar a su casa, en el 1201 de West Cedar Street. Entre en su hogar, salude a la família y encienda la tele. Está a tiempo de ver lo mejor de la jornada. Mientras la publicidad le hostiga sin misericordia recuerde cómo en esa misma butaca, ha visto como el equipo perdía contra los Redskins y Bears antes de ganar su primer partido en Houston y volver a las andadas contra los Titans. Sobre la mesa del comedor quizá algún periódico haya recogido las declaraciones de jugadores o entrenador, pidiendo calma y fe; dos cualidades que usted está empezando a agotar. Con suerte será el mismo folletín que solo hace poco menos de dos meses les daba como claros favoritos de la Super Bowl. Resignación, es usted un cowboy.

La crítica se ha conformado mayoritariamente en achacar los males del equipo a Romo. Ya sabéis: que si es débil mentalmente, que si no está preparado para soportar la presión, que si se viene abajo en los momentos realmente importantes. Seguro que en el pasado fue así y posiblemente que el futuro nos brinde una nueva ocasión de levantar esta bandera. Pero creo que ya no puede ser suficiente con escudarse tras eso para ocultar otras y más graves deficiencias del equipo.
NOTA: Soy consciente que, en la línea de gafismo que parece afectar a todos los blogs esta temporada, bastará el presente artículo para que el equipo aludido deje de cosechar derrotas y se dispare hasta la final de Conferencia, pero asumiré ese riesgo y bien empleado estará.
