Revista Cine
Belén Rueda cree en fantasmas, al menos en el cine. Desde “El Orfanato” (2007) los films de terror son sus favoritos, terror o suspenso, como “El mal ajeno” (2010), atrás han quedado su participación en films dramáticos, como aquel rol que hizo en “Mar adentro” la célebre película de Alejandro Amenábar. Belén Rueda a sus 46 años pretende asustarse y asustarnos, pero no por su figura atlética y bien conservada, más bien por los papeles alucinantes que interpreta.
Llama la atención de “Los ojos de Julia” dirigida por Guillem Morales , la puesta en escena que recrea de un modo muy convincente el universo entre videntes e invidentes. La luz y las sombras, los juegos de cámaras, y los planos de cada personaje, todo, esta ligado con la trama de la historia.
¿El cuento? Un relato de “suspenso” que te escuece cuando “no ves” lo que sucede, cuando intentas adivinar…. o quizás es mi edad…. Antes amaba el terror, ya estoy vieja para eso de mantener el corazón en un puño por dos horas, y “Los ojos de Julia” te genera un leve temblor, consistente y pesado.
Julia y su hermana padecen una enfermedad degenerativa, que tarde o temprano amenaza con dejarlas ciegas. Un problema personal las mantiene alejadas, hasta que un buen día, Julia “siente” que debe ir a buscar a Sara, su gemela, para saber que ha sido de ella. Al llegar a su casa, en compañía de su marido (Lluís Homar: La mala educación, Los abrazos rotos) encuentran que Sara, se ha suicidado, o al menos eso parece.
Siempre he pensado que no es la película, sino el espectador, quien logra darle coherencia a lo que ha visto, para quien la historia “vale” o no… para quien la historia toma importancia o simplemente se sumerge en la nada. En “Los ojos de Julia”, es al final que logras evocar el aroma de aquellas “intenciones” del director por mostrar “algo” más alla del clima de suspenso: “Los Ojos de Julia está estructurada alrededor de la mirada. De lo que significa mirar pero también de lo que significa ser mirado. Porque mirar es un acto reciproco. Y dentro de nuestro mundo hay cosas visibles y cosas invisibles. Y hay que aprender a verlo todo, solo que a veces no sólo con los ojos” comenta Morales en una entrevista sobre el film.
Sin embargo, mas alla de este interés “por mostrar”, el film español revela una propuesta, al menos estéticamente interesante, a veces lo que no ves de una forma licita: directa, se hace notar mucho más que aquello que percibes sin ambages. Como cuando pierdes algo, nunca podrás notarlo más que luego de saberlo perdido.
Bien por los juegos de cámaras que crean un clima de confusión. Bien por la última escena: poesía cinematográfica.
Bien por Belén Rueda, bella… cuando sea grande quiero ser como tú.
Calificación: 7/10