El artículo de Pedro al que me refiero es este.
Básicamente, podemos resumirlo así, cito del artículo:
” Estas élites políticas degradadas creo que son fruto, en parte, del sistema interno de los partidos tradicionales de selección a dedo y de elección de los más pelotas y complacientes con la línea del partido. Por eso son tan importantes las primarias, por eso las primarias son algo más que un mecanismo democratizador o movilizador: Debe ser también un mecanismo que regenere el nefasto mecanismo de selección de nuestras élites políticas.
Por tanto un mecanismo de primarias eficiente debe ser democrático, pero también debe ser adecuado para elegir a gente capaz, a gente capacitada y a gente con nuevas ideas.”
Ciertamente, cuando empezaba a surgir el concepto de las reformas y las primarias en los partidos, los progresistas querían o mejor dicho pensaban que las primarias estimularían la competencia entre candidatos. Por mucho que la gente piense lo contrario, lo cierto es que sigue siendo una realidad el hecho de que no se ha cumplido ese deseo, aún con las primarias.
En no pocas primarias, los nombramientos o bien no se enfrentan a ninguna oposición o bien solamente consisten en candidatos conocidos y reusados cada año. Esto no creo que sea mayor problema en España porque allí hay menos distritos electorales “seguros” para un solo partido, a diferencia de EEUU, pero no deja de ser una posibilidad.
Pedro dice que en España hay un problema con la selección de “élites” políticas y es verdad que lo hay. Lo que pasa es que no consigue convencernos por qué piensa que con un sistema de primarias, encima primarias abiertas, generen “élites”.
En toda esta realidad, además, se oculta otro problema que seguramente Pedro mismo ya reconoce: ante todo, otro de los principales problemas es que la gente está en un modo “nihilista” en la que odian o critican duramente la existencia de partidos políticos, diciendo estupideces tales como “todos los políticos roban” o “España es una partitocracia”, como si la existencia de partidos fuera algo malo. Entonces, primero habría que recuperar (educativamente sobre todo), la participación democrática contra el cinismo imperante. La única vía que veo para esto es a través de la educación cívica primaria y en secundaria. Esta falta de interés por los partidos, cada vez más notable, es preocupante.
Pedro dice:
“Es cierto que el aparato tiene un ascendente importante sobre los afiliados y que influye indirectamente pero quizá sí tiene sentido que haya algún órgano que pueda introducir candidatos por cuestiones de mérito que muchas veces no son percibidas por afiliados y simpatizantes. “
Con esto estoy completamente de acuerdo — como dije en la entrada anterior, este es el sistema que prefiero – candidatos elegidos por algún órgano territorial o ejecutivo, como ocurre en Reino Unido.
También sería interesante, al menos en este caso Francia sirve de algo, mirar el modelo francés de primarias, que es diferente al anárquico de EEUU.
En su artículo final, Pedro habla del contenido político y las primarias.
En este artículo, Pedro reconoce no tener nada claro qué sistema es mejor para los candidatos de las primarias, pero también está claro que “tira” más hacia el modelo “abierto” en el que los candidatos prácticamente hacen lo que les da la gana y eso sí no me parece aceptable.
En el fondo, la defensa de Pedro para el sistema de primarias en realidad demuestra que la verdadera intención de Pedro, pública además, es debilitar el sistema bipartidista que, a mí, por ejemplo, sí me parece bueno tener.
Sus intenciones son buenas: menos corrupción, más transparencia, más “participación” ciudadana. Pero aunque siempre debemos tener mucho cuidado cuando hacemos comparaciones, sobre todo entre EEUU y España, lo cierto es que en la experiencia americana, el sistema de primarias abiertas no ha generado más participación ciudadana (en todo caso al contrario), ni ha reducido la corrupción en los estados, ni hay más transparencia o más moderación necesariamente. Es más, todo indica lo contrario – las primarias han generado un clima en el que ya un exste un “electorado” a partidos sino más bien un “seleccionartorado” de candidatos.
La verdad es que no acabo de saber qué sistema quiere Pedro para llevar a cabo las primarias porque él tampoco lo sabe. Quizá él nos lo pueda aclarar aquí.
Personalmente, también me parece un poco “preocupante” este afán ahora de las primarias en España, defendida como algo que va a fortalecer la conexión de los partidos con el electorado. Como bien sabemos, cuando hay primarias abiertas la influencia de los candidatos queda más bien en manos de los periódicos (de los Pedro J. Ramírez) de este mundo, antes que por los afiliados del partido, como debería ser.
Concluyo con una nota más positiva: Yo estaría dispuesto a aceptar las primarias “abiertas” de Pedro si se cambiara la ley electoral y se permitiera que entonces las ejecutivas de los partidos aplicaran el “voto estratégico”. ¿Qué es el “voto estratégico”? Consiste en una fórmula matemática estratégica que le otorgaría a la ejecutiva de los partiidos una ventaja a la hora de elegir entre la lista abierta de candidatos y de esta forma poder “eliminar”, si participan suficientes afiliados, a los candidatos más “indeseables” para los intereses del partido y su dirección.
Eso es todo lo que diré de las primarias por ahora.