Hay quien cree que las mujeres tienen menos tendencia a decantarse por algunas carreras que por otras, o que son los hombres quienes tienen esa tendencia. Hay quien piensa que, de ser cierto la anterior, la tendencia por fuerza tiene que ser social y no genética. ¿Hay razones tras esas creencias? Una mirada casual a la proporción de hombres y mujeres en las distintas carreras parece indicar que hay, efectivamente, distintas preferencias entre sexos. El hecho de que las mujeres hayan entrado en otras carreras antes también acaparadas por hombres parece dar fuerza a la creencia de que las preferencias innatas pueden no estar explicando el fenómeno observado y que tienen que haber sido moldeadas socialmente. Sin embargo, estas justificaciones de las creencias no están bien fundamentadas. Hay múltiples hipótesis que podrían explicar los datos. Hagamos una lista:
- Las mujeres tienen menos inclinación por esas carreras por causa genética.
- Las mujeres tienen menos inclinación por esas carreras por causa social.
- Las circunstancias específicas en esas carreras implican una dinámica más lenta en la presencia de mujeres que en otras antaño también dominadas por hombres.
- Las mujeres aprecian igual que los hombres cada carrera, pero ni a hombres no a mujeres les gusta demasiado estar en minoría (modelo de segregación de Schellling).
Mientras llegan los datos –y pueden tardar mucho en llegar- no debemos dar por buena ninguna hipótesis y actuar en la dirección de menor daño o de más probable beneficio, y yo creo que esta es la de animar a hombres y mujeres a que acudan a las carreras en las que están menos representados.
Cambiemos de tercio y observemos que hay quien piensa que los hombres tienden a interrumpir a las mujeres (manterrumping) o a despatarrarse en el transporte público (manspreading) o a explicar cosas a las mujeres condescendientemente (mansplaining). ¿Están bien fundamentadas estas creencias o pasa como en el caso anterior de las distintas hipótesis sobre la presencia de hombres y mujeres en distintas carreras? ¿Hay algo más que la intuición de alguna ideología? La hipótesis de los distintos gustos entre hombres y mujeres tenía los datos de mayor presencia de uno de los sexos en distintas carreras y ya hemos visto que, incluso existiendo este dato, no es suficiente para aceptar la hipótesis. En los casos de manterrumpting, manspreading y mansplaining, ¿tenemos siquiera esos datos? Yo no los he visto, solo he leído relatos anecdóticos que se refieren como generales, representativos o, por lo menos, como de mayor ocurrencia entre hombres que entre mujeres. No sé si esas cosas ocurren, sino que no se ofrecen los datos.
Por ejemplo, para mostrar el manterrumping, se ofrecen debates entre hombres y mujeres (por ejemplo, entre Clinton y Trump) y se cuenta que Trump interrumpió a Clinton muchas más veces que al contrario. El dato es cierto, pero no sabemos si es general. Habría que hacer, por lo menos, tres cosas más para comprobarlo: (i) que esto ocurre cuando se toma una muestra aleatoria de debates, (ii) que los hombres interrumpen más a las mujeres que a otros hombres y (iii) que las mujeres no se interrumpen más entre ellas que lo que interrumpen a los hombres. Por ejemplo, si (ii) no se da, ¿en qué queda el manterrumping? Será cierto que los hombres interrumpen más, pero no que discriminen por sexo en la interrupción. Algo parecido podríamos pedir a los datos que apoyen el mansplaining. En el caso del manspreading. ¿Alguien se ha puesto a contar qué porcentaje de hombres ocupan más sitio del que deben y lo ha comparado con el de las mujeres? ¿Ocurre siempre o solo cuando hay asientos vacíos? ¿De cuanto sitio ocupado estamos hablando? ¿Se mantiene la diferencia si se controla por el tamaño de la persona o alguna otra circunstancia? Si ocurre, ¿se debe a un deseo de acaparar espacio o hay razones anatómicas?
Yo no tengo ni idea de si estas cosas ocurren y en alguna de ellas tengo curiosidad por saber si es cierta o no. Sobre lo que sí tengo idea es que, mientras lleguen los datos, igual que hacíamos antes, trabajemos sobre la hipótesis de menos daño, aquella que no supone una diferencia donde no sabemos si la hay.
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