
En defensa de la inducción
Gran parte de los razonamientos que, de forma tanto consciente como inconsciente, realizamos a diario, son de tipo inductivo. Una inducción consiste simplemente en inferir un enunciado general de la adicción de casos particulares. Debido a que a lo largo de la historia, todos los hombres que han existido han muerto, inferimos por inducción que todos los hombres son mortales, por lo que predecimos que en un futuro, nosotros también moriremos.
No obstante, los argumentos inductivos tienen una seria limitación: las inducciones rara vez son completas. Decimos que una inducción es completa cuando los casos particulares de los que partimos son todos los casos posibles. Por ejemplo, si yo digo “Todos los objetos de esta caja son galletas” puedo mirar la caja y comprobar que, efectivamente, todos los objetos que allí hay son galletas. Tengo todos los casos posibles. por lo que mi afirmación es rotundamente verdadera. Sin embargo, si digo “Todos los cuervos son negros” no tengo aquí y ahora a todos los cuervos existentes en el mundo. Podrían existir (y de hecho existen) cuervos blancos en algún lugar del mundo. Siempre podría darse un caso que no hubiéramos tenido en cuenta y que falsara nuestra generalización. Estamos ante una inducción incompleta.
El problema se agrava más aún cuando aplicamos el factor tiempo. Para que la proposición “El agua hierve a 100ºC” sea considerada científica he de contrastarla experimentalmente. Entonces caliento agua y mido su temperatura con un termómetro. Lo hago una vez y, en efecto, el agua hierve a 100ºC. Para asegurarme más repito el experimento diez veces y las diez corroboran mi afirmación. Entonces me siento satisfecho y digo con certeza que el agua hierve a esa temperatura. ¿Con certeza? ¿Y quién me dice a mí que si realizara un nuevo experimento a lo mejor el agua hierve a 102ºC? Entonces repito el experimento hasta cien veces y todas me confirman la hipótesis pero… ¿y quién te dice que el experimento ciento uno tendrá otro resultado? ¿Dónde parar entonces?
En el caso de los cuervos, el asunto se puede solucionar recorriendo todo el Universo del experimento para encontrar todos los casos (recorrer toda la Tierra en busca de todas las especies de cuervos). Pero cuando introducimos el factor tiempo, el problema es irresoluble: siempre podría darse un experimento futuro que falsara mi tesis. ¡Dios mío! ¡La ciencia moderna se tambalea! ¡Hagámonos posmodernos y cantemos a los cuatro vientos que la verdad no existe y que los científicos son unos farsantes al servicio de un sistema tecno-burocrático fascista!¡El gran hermano te vigila!
NO, el caso de que la mayoría de nuestras inducciones sean incompletas no es razón suficiente para anular este tipo de razonamientos. La falacia que reside detrás de esto es que solemos pensar que si un argumento es irrefutable, entonces es verdadero. Es cierto que en el experimento ciento uno podría darse la falsación, pero, ¿qué razón tengo para creer que eso vaya a ocurrir? Para la corroboración tengo cien experimentos, cien razones a favor, mientras que para la falsación no tengo ninguna, más que pensar que quizá ocurra que cambien las leyes que rigen el cosmos, cosa posible pero enormemente improbable (jamás se ha dado más que en la imaginación de nuestros experimentos mentales).
Durante toda mi vida he visto todos los días que el sol sale por el Este y se mete por el Oeste (exactamente tengo 10.835 días de vida, así que tengo 10.835 razones a favor de hacer la inducción “El sol sale todos los días”). Asimismo a lo largo de toda la historia de la humanidad, todos los hombres que me precedieron vieron salir el sol todos los días de su vida. Esto eleva la cifra a varios millones de días, millones de razones para pensar que el sol saldrá mañana frente a que jamás nadie vivió el caso contrario. Y no sólo con respecto al sol sino que todos los días vivimos miles de repeticiones que confirman el orden repetitivo del cosmos: cuando abro la puerta la calle sigue allí, el cielo está en su sitio, la gravedad sigue operando, las leyes de la óptica se siguen cumpliendo, así, día tras día, durante millones de días. Mi inducción acerca de la temperatura del agua está basada, a su vez, en una especie de “superinducción” que apuesta, tras casi infinitos casos particulares que la confirman, por el orden constante de la naturaleza. No sólo tengo cien experimentos detrás, sino una infinidad (en este sentido, siempre que el experimento esté bien hecho, me da igual hacer uno que mil). ¿Qué razón hay entonces para pensar que este orden repetitivo del Universo se va a romper en el experimento 101?
Muchos han confundido la ausencia de certeza absoluta, la constante provisionalidad de las teorías científicas, como una razón suficiente para denostar el conocimiento científico y bajarlo de su pedestal. Grave error. No poder tener la certeza absoluta de que el sol vaya a salir mañana no es razón suficiente para abandonar el conocimiento que me dice que así sucederá. Y sí, amiguitos, el sol saldrá mañana y el agua hervirá a 100ºC. Me juego una mano.
Fuente: http://vonneumannmachine.wordpress.com/2010/04/28/en-defensa-de-la-induccion/