Revista Ciclismo

“En dos horas derrumbó a todas las jóvenes esperanzas del ciclismo porteño”. La joven y breve trayectoria de Marino Castellani

Por Elpedalnoticias.com

Las historias mínimas de grandes anónimos hicieron del ciclismo un deporte tan popular como único, asociado a la perseverancia y el esfuerzo, en momentos donde la prensa y el dinero tenían un peso mucho más limitado que en la actualidad. La joven carrera de Marino Castellani contribuye a ese pasado.

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La historia de Marino Castellani nos lleva a Junín (Argentina) y a los pueblos cuyo origen estuvo emparentado con los cantones militares del siglo XIX, protagonistas del avance de las fronteras de Buenos Aires más allá del río Salado, hacia las llanuras pampeanas habitadas por ranqueles, araucanos y pampas.  Allí nació Juan Antonio Flecha en 1977, quien durante más de una década rodó en lo más alto del ciclismo internacional, con victoria de etapa en el Tour de France (2003) y en las generales de Zúrich, Lazio (2004) y Omloop Het Nieuwsblad (2010). Un hombre de clásicas que conoció el podio el Tour de Flandes (2008) y en su eterna musa, la París-Roubaix (2005, 2007, 2010). Un año después nació además allí el trágicamente fallecido Sebastián Cancio. Aunque de trayectoria más discreta, Cancio fue campeón argentino de pista en diez oportunidades, entre 2003 y 2010, alternando persecución individual y por equipos, scratch, carrera y Madison. En el plano internacional, triunfó en la primera fecha del campeonato mundial de pista celebrado en Moscú (2005). Sacrificada y aguerrida trayectoria que finalizó a causa de un severo cuadro de deshidratación e insolación mientras participaba de la dura Vuelta a Bragado.

En aquel paraje del oeste de la campaña bonaerense también había nacido Castellani, joven campeón argentino de ruta, que en estos tiempos de mucho Internet y pocos libros, permanece en las sombras de la historia del pedal. Varios años antes que Flecha y Cancio, vino al mundo un sábado 17 de noviembre de 1928. Época más próxima a las disputas políticas que definieron la construcción estatal argentina, que a los aires de lucha y represión de la década del 1970. Fue en un año bisiesto y como resultado de la unión conyugal de raigambre inmigrante italiana: los Castellani y los Marcucci.

En las latitudes más australes del globo, en Argentina, la impronta del ciclismo fue de la mano de la ingente y masiva llegada de personas provenientes de Italia -algo que aumentaría, además, en ocasión de la Segunda Guerra Mundial-. Castellani no escapó a esta norma. A pesar de formarse como telegrafista -un oficio clave en el universo de los pueblos de las interminables llanuras pampeanas- comenzó a trabajar a los 12 años en la bicicletería de Carlos Ferrari.

Castellani en Plaza Alen, 1948

Castellani, corredores y pueblo al inicio de una prueba, en 1948

Compaginando su trabajo a las órdenes de Ferrari, el joven Castellani -por entonces de sólo 13 años- participó en su primera carrera, entorno a la plaza de Villa Belgrano, donde obtuvo un 4to puesto. Poco después, en 1944, comenzó a correr como principiante en diversas competiciones, muchas de ellas en el desaparecido velódromo Club Ciclista Juninense -símbolo de la difundida afición ciclista en las pampas bonaerenses-. Posteriormente, llegarían las primeras pruebas de un día en las polvorosas y accidentadas carreteras rurales, donde nunca faltaba la presencia de ganado vacuno. Las auténticas clásicas pampeanas.

Castellani y José Giménez, 1947

Castellani y José Giménez, en 1947

En 1946, primer año del gobierno de Juan Domingo Perón, Castellani obtuvo su primer triunfo. Con motivo de las celebraciones patrias del 9 de Julio, el joven bicicletero se impuso en una prueba organizada por el Club Ciclista Juninense con una extensión de 80 km, sobre superficie de tierra y piedra. Tras 2hr 51’ Castellani cruzó meta, llevándose el Trofeo Comisionado Municipal y el premio principal: un cajón de vino tinto Toro.

Castellani en cabeza de fuga

Castellani tirando de la fuga, en fecha desconocida

Las victorias de Castellani no tardaron en trascender el ámbito juninense, imponiéndose en pruebas en línea y contra el crono, en localidades vecinas y frente a corredores llegados desde la ciudad de Buenos Aires -en ocasiones perdiendo a manos del también juninense Emilio Destéfano-. Sin embargo, el ápice de su carrera deportivo sobrevendría sin dudas en el Campeonato Argentino, organizado en pleno invierno de 1948 por el tradicional y porteño Club Cliclista Nacional.

La prueba fue una contrarreloj individual disputada por 155 corredores, en el asfalto de la Avenida General Paz -auténtico cinturón radial de la ciudad capital de la república argentina-. Castellani marcó un tiempo de 2hr 37’ 34’’, imponiéndose por un margen superior al minuto y medio con respecto al porteño Enzo Viapini. Completó 94,220 km de recorrido a una velocidad media de 35,878 km/hr.

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Castellani en el ápice de su carrera deportiva

La consagración a nivel nacional de un corredor de apenas 20 años y proveniente de las profundidades de las llanuras pampeanas, no tardó en llegar a la prensa. “Junín tiene su campeón” tituló La Cancha; “consagración -si no como valor, sí como nueva esperanza-“ sentenció el difundido informativo porteño El Gráfico; joven “vino ayer a la metrópolis y en dos horas derrumbó a todas las jóvenes esperanzas del ciclismo porteño” describió el diario Crítica -referenciando el hábitat del viejo KDT de Buenos Aires, hoy abandonado-. Castellani regresó a Junín con los trofeos y reconocimientos de los clubes y medios de comunicación auspiciantes, así como con una bicicleta Minerva. El muchacho de Junín había escrito historia grande del mundo pedal en pleno corazón de la república.

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Castellani triunfal, en fecha desconocida

A la edad de 22 años, en 1950, junto a su hermano Argentino abrió una bicicletería propia, que funcionaría durante décadas en una de las esquinas del ejido urbano juninense. Al fin, tras años de trabajar a cuenta de otros, el joven campeón argentino inauguró su propio emprendimiento comercial vinculado a las dos ruedas. Simultáneamente su carrera deportiva iría diluyéndose paulatinamente. Desconocemos las razones, aunque una temprana e intensa vida arriba de los pedales pudo colaborar en templar los ánimos competitivos de Castellani. Aquí, en El Pedal, le rendimos tributo como uno de los tantos héroes anónimos del sacrificio y la perseverancia del ciclismo.

Las imágenes e información de las carreras corresponden a la revista Historia de Junín, año 4, nº 46, septiembre de 1972.


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