Revista Cine

En el calor de la noche

Publicado el 19 septiembre 2012 por Francissco

En el calor de la noche

Recuerdo que aquella noche me sentía como un gajo de naranja al que exprimen a conciencia.

No paraba de sudar y mis axilas parecían un manantial. En el porche apenas circulaba el aire y la temperatura rondaría los veintinueve, a eso de las doce y media.

Tenía en la mano un vaso de té helado. Siempre lo he asociado con el hecho de sudar y así me reflejaba yo en la superficie de cristal: deformado por el vidrio y con la piel brillante. Tenía frente a mí a aquella mujer -¿una clienta a esas horas?- que me miraba con intensidad acusadora. También ella tenía el rostro brillante por el sudor y sujetaba su vaso por el borde, con unos dedos con uñas de rojo intenso.

-¿Le puedo ayudar? ¿Le ocurre algo? -le dije sin dejar de mirar mi reflejo en el vaso

Y me habló; poseía una voz sedosa y enronquecida por la bebida fría. Había entrado en el porche, sentándose con cierta violencia y espabilando mi atención.

-Es el tema del día, ya debería saberlo, detective -tampoco ella levantó la mirada. -Yo no salí de casa en todo ese Sábado y si no se lo cree pregúntele a mi madre. Pero tengo muy claro quien lo hizo. Alguien que fue a comprar una peliculita de guerra…

-Espere -dije interrumpiéndola. -Esa película parecía estar ya en casa desde el viernes…

-…-una peliculita de guerra, esa de Pattton no se qué, cuyo ticket llevaba la fecha del sábado.-Esta vez sí que levantó la mirada y la clavó en mí, terminando la frase como quien pronuncia una gran revelación.

-Viernes, sábado ¿Qué mas da? Pudo haberse comprado en cualquier lugar situado en el radio de un paseo. El domicilio está en pleno centro de Consumolandia,  con un montón de tiendas atiborradas de golosinas digitales -Así, de esta manera, intenté variar su lógica un tanto obsesiva, pero ella no daba el brazo a torcer fácilmente…

-¡El ticket, joder, el puto ticket de compra! -gritó ella, echando hacia delante los senos, lo que tuvo el efecto de distraerme.

-¿Qué pasa con el ticket? No la entiendo… -Mi bebida ya no refrescaba, sus senos seguían bamboleándose cuando gesticulaba y yo notaba que perdía el asalto…

-Joder, que ahí ponía el Corte Inglés de Kinépolis, en la autovía. No creo que se pueda ir volando, vamos, digo yo. Hay que salir de la ciudad en coche ¡En coche, coche… !

Me quedé perplejo. Aquella palabra, repetida con insistencia, parecía hacerme click en el cerebro, aturdido a aquellas horas, no obstante, por la altísima temperatura.

-Venga, ayúdeme ¿Que pudo haber pasado? -Y así diciendo me agarraba el brazo, implorando con su mirada.

En ese momento dejé de notar el calor ambiente, señal de que mi mente empezaba a activarse. Si hacíamos caso al documento de compra, alguien entró al garaje en la mañana del sábado. Es una segunda planta y la salida no es complicada, con lo que no habría problemas. Llegaría por la autovía al centro comercial, adquiriría alguna cosita y volvería.

Y es aquí donde el asunto se complicaba. Si bien para la salida ese garaje presentaba su lado más amable no ocurre lo mismo cuando se entra. Para acceder al segundo piso, hay en la esquinita de la primera planta una bajada angosta que se toma con dos o tres maniobras, ya que la muy cabrona está en ángulo recto.

De ahí se deduce que bajarla con una sola maniobra puede ser nefasto. No es imposible, pero exige un volantazo rapidísmo y atento. Esto último fallaría…Bajando, con la excitación de la musiquilla a todo volumen y atorando el auto, golpearía de pronto el habitáculo una vibración letal, seguida de un siniestro ¡¡CRAAAANKKKK…!! Al tomar conciencia de lo que ello significaba, un alarido desquiciado surgiría del conductor, preso de un ataque fulminante de histeria…

Al dejarlo ya en la plaza y ver la abolladura, una amnesia piadosa y repentina mitigaría el shock. Pero estas amnesias terminan…

-Vale cariño -le dije. -Le dí sin querer en la pared. Ya me ocupo yo de llevarlo al planchista, anda…

-Siempre, siempre hay que jugar al detective amnésico y a la mujer fatal para que lo reconozcas, aay, el eterno niño salido, oooh…

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Saludos con té fresquito. 480 euros la bromita, la leche que le dieron…

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