Revista En Femenino

En el fondo de un armario

Publicado el 16 julio 2012 por Hogaradas @hogaradas

Por Hogaradas
Permanece escondido en el fondo de un armario, guardado en una bolsa de plástico. Nadie sabe de su existencia, excepto yo, y es una de esas cosas que todavía hoy, no sé porqué extrańa razón me niego a desprenderme de ella, a pesar de su escaso valor material, más que escaso, nulo, e incluso de que no se trata de uno de esos objetos con cuya observación uno comienza a tirar del hilo de los recuerdos.
Junto a él, pero esta vez formando parte de la casa, vestigios de lo que fue un tiempo de felicidad, sentimiento que provocó la aparición de una serie de objetos que todavía hoy permanecen ahí, aunque en lugares diferentes, sin más sentido que el de servir de adorno, y después de haber perdido todo el significado que tuvieron en su día.
Es curioso como a pesar de la capacidad que tenemos para una vez transcurrido el tiempo necesario, obviar los malos ratos y recordar solamente los días de esplendor, me resulta tremendamente difícil conseguirlo, a pesar de los esfuerzos y de las imágenes que intento atraer una y otra vez a mi mente, las cuales desaparecen sin mi consentimiento para ser sustituidas por aquellas otras que me vuelven a la realidad de algo que “fue bonito mientras duró”, pero que desde su comienzo llevaba inscrita ya su fecha de caducidad.
Es una pena que aquel mensaje diera al traste con todo, un mensaje inútil, fuera de lugar y que no tenía ninguna razón de ser después de haber pasado ya tanto tiempo. Pero hay personas que tienen la capacidad de hacerte inmensamente feliz y la mala fortuna de conseguir con un simple gesto, bajarte de golpe de aquella sensación de vivir en una nube, la misma que habían creado exclusivamente para ti, porque aunque solamente fuera ya un recuerdo, aquella nube en la que permanecí instalada durante aquel tiempo, sí que había sido un lugar estable, seguro y en el que disfrutar de esos momentos tan efímeros en los que el ser humano se puede calificar de “feliz”.
Curiosamente yo, poco amiga de guardar recuerdos de otras épocas, exceptuando los que viven y morirán conmigo, porque me acompańan siempre formando parte de mi memoria, lo guardo como “oro en pańo” en el fondo de un armario, incapaz de deshacerme de él en ninguna de las múltiples limpiezas que he ido realizando a lo largo de todos estos ańos. Y sin embargo aquellas palabras, unas de las últimas, que celosamente guardaba en una libreta y que formaban parte de aquellas largas conversaciones, esas que se tienen cuando todavía el amor, a pesar de haberlo anunciado, se resiste en irse, han desaparecido; ellas, que tenían mucho más significado, entre cuyas letras latían aun los corazones y se desgarraban los sentimientos, muchas de las cuales ya había olvidado tiempo antes de cogerlas entre mis manos para romperlas y deshacerme al final de ellas.
Pero él permanece todavía ahí, escondido para que nadie sepa de su existencia, porque soy consciente de que la explicación de la misma será demasiado difícil para que alguien la comprenda, si ni tan siquiera yo misma puedo casi entender el porqué, segura de que únicamente una pequeńa mentira, de esas que llamamos piadosas, podrá salvarme de tener que contar el extrańo motivo de haberlo guardado tan celosamente durante todos estos ańos.


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