Revista Deportes

En el país de los ciegos el tuerto es el rey

Por Antoniodiaz
En el país de los ciegos el tuerto es el reyFoto: Juan Pelegrín
Tercera de abono de la Feria de Invierno de los Carabancheles, el público acudió en más número que en la tarde anterior, es de suponer que la corrida de los nóveles es de más interés que la de los mediáticos. En cualquier caso fue más de lo mismo, la linfa que recorre las venas de estas cucarachas es un jugo descastado, blandengue, bobalicón y acobardado. Eso por dentro, porque por fuera eran regordíos, feotes, sin cara, alguno sospechoso de pitones, de esos a los que los taurinos de un tiempo a esta parte llaman ``bonitos´´ o ``de preciosas hechuras´´. Ya no saben que términos van a inventar para parchear la verdad y emperifollar el fraude.
Nos bombardean en todos los medios informativos pertenecientes al lobby de los magnates taurinos con los problemas que están teniendo en diferentes ganaderías, sobre todo de Andalucía Occidental, para rematar las corridas, ya que el ganado a causa de tanto agua no se alimenta como debe y empiezan a tener las pezuñas reblandencidas. O porque no van a toródromo y se mueven menos. El caso es que, ¡oh sorpresa!, en estos dos días de toros en Vistalegre varias sardinas de las que han salido por toriles o por los vestuarios del baloncesto (aún me cuesta saber si esto es un pabellón o una plaza de toros) han pesado 565, 572, 570. Una de dos, el romanero de Vistalegre tiene miopía y no ve bien los números o le echa mucha imaginación a su tarea. Creatividad que los empresarios le sabrán agradecer.
La tauromaquia ya no es lo que era, ni los toreros son aquellos seres mitológicos, mitad héroes mitad poetas. La mezcla de cojones y romanticismo era la fórmula que hacía reventar las entrañas de los más viejos aficionados y colapsar el corazón de las mozas
de la época. O al revés, ya no recuerdo. Ahora, en los tiempos del todo vale, y al precio que sea, se reparten alternativas como rosquillas. ¿Cómo Cortés, por mucha ambición que tenga, permite que el tal Pinar, tan inexperto, tan principiante como él, le dé la alternativa? ¿Importan las formas? Para muchos hoy día el fracaso no están en salir derrotado del albero, sino en llegar a los veintitantos sin cortijo, ganadería y un amable séquito detrás.
En el país de los ciegos el tuerto es el rey, reza un sabio refrán popular. El tuerto fue un muchacho madrileño, de nombre Javier Cortés, que recibió la alternativa de manos de Pinar, y que con tan sólo unas horas de matador, ya le podría explicar a éste lo que es dar un natural medio en condiciones. A Cortés se le adivinan cosas, un sentido del toreo clásico, de mano baja y una mano izquierda que será la que le dé los cuartos. Cuartos que, por otra parte, si no mejora le quitará la espada. Y el descabello. Alguién debería de decirle, o mejor dicho, él debería de saber ya, que no se puede dar una vuelta al ruedo después de utilizar once veces el verduguillo. Cuentan las crónicas y los que saben de ésto, que apuntado queda para San Isidro.
Los tuertos venían de Albacete, y forman algo así como el club de la comedia: Tendero trata de imitar a Manuel Caballero, y Pinar es un plagio descarado de El Juli más descarado, que ya es decir. Si por ellos pasa el futuro de la tauromaquia, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el porvenir es incierto y nada halagüeño. Todos los tópicos que, según los aficionados cabales, ahora llamados talibanes, les quieran imputar son válidos: metieron pico, citaron fuera de cacho, pegapasistas, encimistas, vulgares y desesperantes por sus largas faenas fueron algunas de las credenciales que presentaron. Pero, pueden estar tranquilos, tendrán su hueco en San Isidro, Sevilla o cualquier sitio donde reíne el taurineo oficial; otros, como Luis Vílches, Leandro, José Luis Moreno, Aguilar o Urdiales, tendrán que ver cómo sus nombres aparecen casi siempre los últimos, si es que aparecen...

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