Qué difícil es comprender que no estamos solos, que no somos únicos y que no llegamos al mundo con privilegios, esos que al crecer se convierten en corazas donde nada entra y nada sale. Somos simplemente un tránsito, insignificantes, pero necesarios enlaces evolutivos que algún día completaremos la labor, de lo contrario, estaremos destinados a comenzar de nuevo. El planeta Tierra tiene un lado luminoso y otro oscuro. Toda la creación es esa dualidad de posibilidades en la cual circula nuestra existencia como ser humano, como ser social y como especie.
Es difícil vernos como el resultado que guarda celosamente la memoria genética en un organismo que una vez árbol, otra vez pez y hoy es algo parecido a un ser humano, el cual aún no está completo. Las raíces nos quedan como herencia, ese permanente empeño de echar raíces. Nadamos una y otra vez contra la corriente y a su favor, respetando lo que bien aprendido quedó en el agua.
Lo único de lo que el mundo no se cansará nunca es de exageración. Salvador Dalí
En ese descubrimiento permanente al cual estamos destinados, vemos la maravilla del caos con la imposibilidad de romper la estructura circular a la cual responde todo aquello que pueda sorprendernos.
Sólo algunas preguntas intrascendentes:
¿Quién define la línea que separa lo cuerdo de la locura?
¿Quién establece qué es lo realmente bello?
¿Cuáles son las condiciones ideales para la verdadera felicidad?
¿Cómo decir que no es cierto aquello que no hemos visto y está más allá de nuestro alcance?
¿Cuál es el bien y cuál es el mal?
Tal vez estas sólo sean un grupo de palabras sin sentido hilvanadas correctamente, pero siempre me quedará la duda. ¿No serán esas palabras las que nos pongan frente a la puerta correcta y no tengamos el valor de tocar el aldabón, o al menos saber que esa puerta tiene una escasa posibilidad de ser la correcta?
Las mentes más iluminadas de este tiempo alertan una y otra vez que hoy somos capaces de descubrir un minúsculo fragmento del universo, pero aún nos falta por descubrir una inmensa parte de nuestro mundo, e incluso, de nuestro cuerpo y de nuestra mente. ¿Cómo encontrarle sentido entonces a este delirio global regido por palabras que se dicen en discursos, que se lanzan en periódicos, que se manipulan en los medios de incomunicación? Las palabras que una vez nos dieron la libertad, nos elevaron y nos acercaron a los Dioses, hoy subyugan y preparan el escenario para un nuevo Babel.
"pa que quiero pies para caminar, si tengo alas para volar" Frida Kahlo
7 mil millones de animales bípedos recorren la tierra repartidos en rebaños, unos con más o menos éxito, dependiendo de su organización. En ellos no falta el cordero, el perro guardián, el pastor y sobre todo el pasto, ese que se devora insaciablemente. Tampoco debemos olvidar a la oveja negra, esa está, es necesaria para comprender que aún no somos autómatas, pues no es nuestra esencia existencial. La racionalidad nos permite pensar, evaluar y actuar de manera informada. Es la habilidad de la cual nos alabamos y la cual marca el progreso de nuestra especie.
¿Cómo explicar el mundo que nos rodea? ¿Es la cabeza o el corazón lo que nos domina?
Difícil resulta descubrir, comprender, ver, creer, confiar. Difícil es quedar sentado frente a las palabras que nos esclavizan esperando un nuevo salto evolutivo que no seremos capaces de ver, aún cuando sabemos que es inevitable. Crecimos y creció nuestra inconformidad, pero en estos tiempos basta a sórdidos intereses canalizar correctamente esa inconformidad, para seguir el cauce ingenuamente predeterminado por los hombres del momento.
Difícil es, lo será una y otra vez, PERO EN EL REBAÑO SOY GRIS y nunca aceptaré lo imposible. De una forma u otra no es fácil explicar el mundo que nos rodea.
El payaso no soy yo, sino esa sociedad tan monstruosamente cínica e inconscientemente ingenua que interpreta un papel de seria para disfrazar su locuraSalvador Dalí