Revista Cine
Millenium III. La película.
Termina la saga con un elaborado asalto final al personaje de Lisbeth Salander, por parte de las Fuerzas de la Oscuridad del país nórdico, que estaban de la hacker punki hasta la testa.
Stieg Larsson, el padre de la criatura, se propuso presentar las partes pudendas y oscuras de la sociedad sueca, tales como la pederastia, los abusos sexuales y los maltratos de género, la corrupción institucional, el racismo, etc, todos ellos presentes en ese supuesto kindergarden y mundo de yupi que aparentaba ser el rincón escandinavo.
Esa cara inconfesable era el morbo detrás de la historia, el monstruo en el armario, más horrible y jorobado si cabe por la sensación de generalidad y extensión social que se insinuaba.
Todo ello era necesario, era un ejercicio de autocrítica pero claro, que no hay que pasarse, leñe. Que una cosa es la narración y otra la presentación escenográfica de un país como si fuera la cueva de los horrores.
Porque la primera parte de la trilogía insinuaba esta última posibilidad: plutócratas homicidas, psiquiatras y médicos degenerados, policías patosos y obstruccionistas, funcionarios legales sádicos y violadores. Ante tal paisanaje ¿quedaba alguien sano en el país? ¿Alguien a quien pudieras presentarle tranquílamente a tu herman@? ¿Era esta la cultura que había parido a Abba y Pipi Calzaslargas?
A mí me da que Larsson (con dos eses ¿no?) tuvo algo parecido al arrepentimiento y la revelación de Saulo a mitad de camino. En la segunda parte de la trilogía ya aparece el maltratador psicópata que era el padre, un agente soviético. Por tanto, la quema facial paterna por parte infantil se podría achacar, así por lo bajini, a cierta presencia de genes eslavos, muy parricidas ellos. Ah, y por el cabreo de Lisbeth, claro...
Y este ruso, este foráneo, engendró a una especie de Mazinger Z, un destroyer insensible al dolor físico, que resulta ser, además del hermanito monster de Lisbeth, el hijo de una madre alemana, por tanto ruso-alemán, uuf, que alivio Agneta mía, que resulta que era otro extranjero.
Pero alto, que aparecen una caterva de secretas de la Inteligencia, todos ellos cargados de aviesas intenciones y peores historiales. Pero fijémonos, compañeros de palomitas (aunque sean caseras) en que todos ellos aparecen viejitos, uno de ellos hasta enfermo y que tenemos, para compensar tanta suciedad funcionarial a nuestra gran Esperanza Blanca, a (...espectación y redobles..): Defensa de la Constitución.
No estoy muy puesto en instituciones suecas pero de seguro que existen. En la peli, además, respetan la paridad de sexos en su composición, casi tanto como las series modernas españolas, rondan todos una media de edad juvenil, las chicas son guapas, resueltas y asertivas y ellos parecen salidos de un concurso de imagen institucional. No les faltan ordenatas y presentaciones en Powerpoint, pasión por la ley y armonía de grupo.
Y estos ángeles de la guardia ayudarán al periodista, demostrando que la corrupción se limitaba a un sector concreto, que además lo empezó todo con otro gobierno. Por tanto, queda libre de culpa el gobierno actual y Suecia, por fin, vuelve a ser un parque temático nevado así como un cosmos amable. Lo es porque, para compensar al loquero malo, también aparece un médico joven que es más bueno que el pan y le regala cosas a Lisbeth.
En realidad, el estado entero se dedica a cortejar al personaje (las guardianas le ofrecen complicidad) actualmente su principal activo cultural y cinéfilo ante el extranjero. Ellos la torcieron y ellos la elevan a los altares.
Ah, y la abogada está embarazada pero aguanta muy bien el tipo para su estado.
Un saludín, pero sin corrupciones.