Alrededor de cuarenta de obras de una docena de creadores forman parte de un proyecto sobre las grandes transformaciones que sufrió el arte en los años sesenta y las secuelas que han dejado en las nuevas generaciones. No es una muestra sobre el paisaje, pero toma el nombre del género pictórico como metáfora para describir una panorámica concreta del arte realizado en los Paises Bajos en dos momentos determinados. Los años sesenta y setenta, en los que los artistas holandeses jugaron un papel fundamental, y la primera década del siglo XXI, en el que un grupo de artistas jóvenes redefinen el lenguaje conceptual, una estrategia que se ha convertido en uno de los géneros esenciales del arte.
Una de las claves de la exposición es ver cómo se interpretan conceptos importados de los años sesenta como la desmaterialización o la autorreferencialidad, o prácticas basadas en repeticiones, permutaciones, sistemas, series... Los artistas de una y otra generación introducen nociones subjetivas contraviniendo las premisas del conceptual más severo. Así, se configura un paisaje en el que se impone lo poético, una lectura de la experiencia cotidiana que incurre con frecuencia en el absurdo y lo irracional a partir del escepticismo y la incertidumbre que depara nuestro tiempo.
La exposición presta atención al trabajo solitario del artista en su estudio, sumergido en profundas disquisiciones en torno a la realidad y el modo en que ésta se representa. Estas reflexiones dejan mucho espacio al azar y están trufadas de errores y fracasos que son siempre bienvenidos. Cuando el artista sale al exterior es un flâneur expuesto a las contingencias de lo cotidiano, al accidente, al vacío.
La muestra “Un paisaje holandés” está compuesta por los trabajos de Bas Jan Ader, Feiko Beckers, Gwenneth Boelens, Marinus Boezem, Stanley Brouwn, Jan Dibbets, Sharon Houkema, Martin In’t Veld, Katja Mater, Navid Nuur, Ger van Elk y Marijn van Kreij.
Del 2 de febrero al 8 de abril.
Fuente: Casa Encendida