Ayer la presentación del libro Con cartones por la calle fue en la Biblioteca Tecla Sala de l’Hospitalet. Estuvieron 60 personas, la televisión de Hospi y mi buen amigo Joan Camós que hizo una introducción bellísima y que me ha parecido interesante traerla aquí, al menos una parte de ella. Pienso que no se molestará porque haya traducido al castellano sus apuntes:
“En resumen, estoy hablando de tres cosas:
- De un sistema injusto que explota, excluye y desprecia, a nivel local y mundial, globalmente, económica, social y culturalmente.
- De unas personas que dependen de quien los explota, que las han alienado, les han quitado la conciencia social.
- Pero hay otro colectivo que se escapa de este esquema, cuando el buscar culpables no resuelve nada, como los que viven un dolor profundo, cercanos a la muerte. Y también muchos de los que habla el libro.
Y es aquí donde quería llegar, cuando el otro ya no es útil, es un desgraciado, incómodo, sucio, que no responde nada a nuestros esquemas. Éstos y éstas son el centro del libro de Enrique.
Con ellos no nos sirven las visiones revolucionarias. Y éstos son los amigos de Vallbona de les Monges, la asociación de familiares de enfermos mentales o del alzheimer, gente de Arrels o de la Fundación la Viña. Por citar algunas. (Por eso los recortes en sanidad o la supresión de la ley de dependencia o de las ayudas a la acogida, son verdaderas barbaridades).
El libro de Enrique está más cercano al libro de Job que al de Carlos Marx.
Job vivía bien, pero lo perdió todo. Cayó en la miseria más absoluta. Los amigos lo culpabilizaban: ¿qué has hecho? Seguro que hay una causa. Se sintió solo. Maldijo Dios para su desgracia. Hasta que recuperó su dignidad. Y la de Dios.
Yo diría que de eso va el libro y que nos vale para muchos de nosotros, trabajando en la enseñanza, en la sanidad, en servicios sociales o en donde sea.
Enrique nos propone un cambio de mirada. Reconocer al otro con empatía, sabiéndose poner en el lugar del otro, hasta comprender. No hay que entender sus motivaciones, sentimientos, pensamientos… Aproximarse a la otra persona sin palabras. Acompañar, escuchar, esperar…
Conceptos negativos: buscar culpabilidades, buscar el éxito, la eficacia en el voluntariado, es decir, contar la productividad del trabajo. Saber perder el tiempo con los demás.
Unas palabras clave: acompañar, ternura-con ternura, DIGNIDAD, dignificar, recuperar la…
Hay un lenguaje amoroso a lo largo de todo el libro.
1. Primera parte, las razones del libro, las suyas:
Comprometerse con la realidad que nos rodea. ¿Cómo?: acercándonos, estando, acompañando, escuchando, sin entender pero queriendo aceptar, compartiendo el sufrimiento, la miseria, la soledad, el dolor. Sus miedos.
El libro quiere mostrar la sabiduría, los sentimientos que hay en las relaciones humanas con gente que ha quedado aparcada, tirada en la calle. Relación de respeto y cariño que nos transforma “a él ya mí” (dice Enrique en la pág.62)
2. Lo que la calle me ha enseñado:
Nadie escoge vivir así, en la calle. Nadie de pequeño deseaba ser un indigente. Se deben haber roto muchas cosas, muchas relaciones … ¿Cómo recuperar la dignidad perdida? La presencia, la proximidad, la compañía, nos dignifica mutuamente. Respetar la intimidad, acercarse al otro con confianza.
Las razones, las causas pueden quedar muy lejanas pero profundamente arraigadas en el fondo. Agresiones, maltratos, sufrimientos que de vez en cuando salen contra todo, agresivamente. Borrachos, sucios, malolientes, agresivos, violentos… (no es fácil).
Se han roto los lazos afectivos, sociales, laborales, culturales, económicos, de salud (p. 53)
El objetivo es acompañar, a pesar de todo, estar al lado, activamente, sugiriendo, proponiendo, ofreciendo, caminando al lado, alentando, animando, POR SI QUIERE DAR UN PASO ADELANTE.
La importancia de la sonrisa, el saludo, de la mirada, acoger.
Lo más terrible: la soledad. Y lo que menos importa: las historias vividas, razones y causas que no hacen más que juzgar y culpabilizar.
Creer en los derechos de las personas por encima de sus acciones. Reclamando sus derechos básicos: comida, limpieza, techo, higiene, trabajo.
Por todo ello es necesario:
3. Dar voz a la calle
Denunciar la realidad escondida: ¡qué bien se vive sin ver la miseria, que no nos molesten!
Hay derechos que nacen con la persona. Nadie al nacer es ilegal.
Nos están quitando todos los derechos en proporción directa al estado de precariedad. Cuanto menos tienes más te quitan.”