Revista Cine

En la casa (2012) de François Ozon. Los peligros de la ficción

Publicado el 14 noviembre 2012 por Miguelmalaga

EN LA CASA (2012), DE FRANÇOIS OZON. LOS PELIGROS DE LA FICCIÓN.
Basada en la obra teatral de Juan Mayorga El chico de la última fila, la última película de François Ozon es una lúcida reflexión acerca de los escurridizos límites entre realidad y ficción. La película comienza como la típica historia del profesor desencantando de unos alumnos cada vez más mediocres, pues precisamente Germain intenta enseñar literatura a jóvenes que no muestran ningún interés por los clásicos franceses. Cuando les manda escribir una redacción los resultados son desalentadores. Únicamente un escrito se salva de la vulgaridad imperante: el de un alumno que relata su encuentro con un compañero en la casa de éste, motivado sobre todo por la curiosidad de conocer de primera mano como es la vida de una familia burguesa feliz.

Como bien sabemos, la curiosidad es uno de los grandes motores de la literatura y este sentimiento es el que va a impulsar a Germain a conocer un poco mejor al escritor aficionado y a animarle a continuar su relato. No sabe donde se está metiendo, porque Claude, el alumno, aprovechará la oportunidad para introducir a su profesor en un juego en el que realidad y ficción se confunden. Sus descripciones de la familia de su amigo, inocentes al principio, se van haciendo cada vez más detalladas. Claude se convierte en un voyeur que espía la vida de esta familia y es testigo de sus alegrías y sus miserias, que plasma puntualmente cada semana en el papel. El profesor (y su mujer, a la que hace partícipe de sus lecturas) no puede escapar a la fascinación que le producen estos relatos, una fascinación que pronto se trocará en horror ante una situación que escapa a su control y que puede derivar incluso en un escándalo donde él estaría implicado.

En la casa viene a decir que vivimos rodeados de historias (la última imagen de la película es un buen recordatorio) y el hombre siente la necesidad innata de relatar lo que ve. Para Claude la escritura se convierte casi en un instrumento de poder, una lección que el profesor, al que se supone mucha más experiencia observando el mundo, va a aprender por las malas, sobre todo porque no puede evitar implicarse en una historia que le queda demasiado cerca. Es curioso como la película recuerda en algunos aspectos al cine de Woody Allen: cuando algún personaje aparece de pronto comentando una escena aunque no se encuentre allí en realidad. Las historias suceden, se narran, nos mantienen vivos, nos transforman o son capaces de destruirnos. Tal es el poder y la grandeza de la literatura.


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