[6/10] El curso de los años puede pasar factura al cuerpo, pero no siempre al corazón. Así piensa Nick Quinn cuando en su película “En la flor de la vida” nos presenta a Gaspard Dassonville y a su padre Hubert, el primero en el ocaso de su vida profesional y el segundo con problemas de salud que le dejan en una silla de ruedas. Mientras el hijo ha llevado un estilo de vida y de relaciones sin compromiso, el padre ha forjado un carácter hosco y difícil que ahuyenta a quien se le acerca. Son, en resumidas cuentas, dos individuos solitarios e incapaces de ver más allá de su ombligo, dos seres para dar de comer aparte y no esperar mucho de ellos. A pesar de ese tono infeliz y desdichado, el director prefiere acercarse a nuestros personajes desde la comedia y crear un ambiente de buen humor en el que puedan redimirse y apoyarse en su vejez.
Siempre desde el estereotipo de personajes y situaciones, Nick Quinn construye un cuento moral que se alimenta de un toque naïf para operar el milagro en el alma de estos dos zombis. La figura de Zana se presenta como el de una hada madrina siempre dispuesta a ofrecer una sonrisa o una palabra amable, a prestar un servicio con ternura o a crear pompas de jabón que saquen a padre e hijo de su mundo decrépito y egoísta. Con ella, el espectador se introduce también en un universo de magia e inocencia en el que todo es posible, en un ambiente de irrealidad en el que hasta un paro cardiaco se convierte en oportunidad para que el corazón reviva con nuevo ímpetu y juventud. La familia de Zana consigue, en definitiva, que dos zombis parisinos vuelvan a la vida y que todo lo observemos con un optimismo lleno de sana ingenuidad y cordialidad.
Desde la comedia de gags absurdos -como la secuencia de los melones- y de las situaciones disparatadas -la escena del restaurante es quizá lo mejor de la cinta-, Quinn busca ganarse a un público amplio y adulto… con formas dulces y amables, con personajes entrañables a pesar de sus peculiaridades, con una narrativa lineal y fácil, sin novedades ni riesgos. Todo es placentero y suave -demasiado blando, quizá- en la casa de Gaspard, y los comentarios picantes de padre e hijo no pasan de ser gracias simpáticas que nunca tratan de subvertir el orden moral. Incluso la inmigración es tratada con un tono cómico y gracioso, lejos de posturas dramáticas o de denuncia que podrían dar a la película un carácter social. En este aspecto nos recuerda a “Eres muy guapo”, con una Europa envejecida que necesita nuevos aires venidos del Este para recuperar su pulso vital.
No falta, por último, la parodia de los programas de televisión concebidos para el gran público y con un exceso de banalidad. Una comedia agradable y sin mayores pretensiones, centrada en sus personajes y en las interpretaciones de Pierre Arditi, Jean-Pierre Marielle y Julie Ferrier, que va creciendo conforme avanza la historia y se les ve evolucionar. Hará pasar un rato entretenido al espectador y le suscitará una sonrisa de empatía con la risueña Zana, con el pícaro Gaspard o con el imposible Hubert… personajes de otro mundo que en la vejez -los dos últimos- tendrán su segunda oportunidad para regresar al de los vivos.
Calificación: 6/10
En las imágenes: Fotogramas de “En la flor de la vida”, película distribuida en España por Emon © 2012 Gloria Films, Mars Films, Les productions du Trésor y Herodiade Films. Todos los derechos reservados.
- “Eres muy guapo”: Música para una gardenia sin cultivar
- “August Rush”: Sentimiento y sensiblería en el cine
- “El médico”: La lámpara de Aladino
- Las mejores películas del año 2013
- “La vida secreta de Walter Mitty”: Soñar y crecer despierto
Publicado el 5 enero, 2014 | Categoría: 6/10, Año 2014, Comedia, Críticas, Francia
Etiquetas: amor, En la flor de la vida, Eres muy guapo, Jean-Pierre Marielle, Julie Ferrier, Nick Quinn, Pierre Arditi, vejez