Revista Arte

En la Galería Saatchi

Por Calamar
Group Series Number 1- Sandinistas Jonathan Wateridge - Grupo Series N2 Sandinistas
La Galería Saatchi, que antes estaba cerca de la Tate a la orilla del Tamesis, se mudó en 2008 a Sloan Square, en Chelsea, la plaza donde está Tiffany&Co y donde los cincuentones frenan sus maserati cabrio junto a la acera para no hacer nada, para que los vean, para hacer el ridículo. En los alrededores hay tiendas caras con maniquíes blancos pero no de color tostado, como en los barrios de las zonas 3 y 4 de Londres, y ya parezco el de un país en la mochila. Allí pasé la tarde del domingo.

Charles Saatchi fundó en 1970 con su hermano la agencia de publicidad Saatchi & Saatchi. Se hicieron bastante conocidos por el slogan "Labour isn´t working" (el Partido Laborista no funciona) para el Partido Conservador en las elecciones de 1979, en la que aparecía una larga cola de trabajadores en paro serperteando en un paisaje vacío. Siete años más tarde era la mayor agencia de medios del mundo. En 1988 visitó la exposición de estudiantes Freeze organizada por Damien Hirst, en ese momento no compró nada, o sea que sólo miró, como hacemos los demás. Dos años más tarde sí que le compró dos botiquines llenos de medicamentos y, sobre todo, un año después le adelantó los 25.000 dólares que necesitaba para comprar, transportar y preservar el tiburón tigre que se convirtió en La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo, un título que sigue generando tanta discusión como la propia obra, como insinuado por un publicista y puntos suspensivos. Después vino la historia de los Young British Artist, el primer movimiento artístico reconocido en la Gran Bretaña de postguerra, consolidado en parte por sus adquisiciones. Se habla mucho de Saatchi y a él, que tampoco se queda callado, eso le gusta y le hace ganar mucho dinero. Charles Saatchi ha contribuido desde su status a fomentar la especulación que ha inflado, frivolizado y desvirtuado los precios del arte contemporáneo, pero también lo ha revitalizado en escenarios públicos, ha fortalecido la carrera de decenas de artistas, y ha reforzado la idea de que el arte contemporáneo es una buena inversión, o al menos que lo ha sido para él. En 2006 creó la webYour Gallery, la consolidación del fast art, aspirar a la fama inmediata, una especie de MySpace para artistas desconocidos, es hoy tal vez la ruta más práctica para artistas que tratan de llegar a compradores y conseguir reconocimiento para su trabajo. La nueva sede de la galería que visito recibe unos 600.000 visitantes al año, y ocupa el espacio de un antiguo palacio del Duque de York. Ahora están  negociando con el gobierno para que una buena parte de su contenido sea cedido al estado y gestionado por ambas partes a través de una fundación, pasando a llamarse Museum of Contemporary Art MOCA London, una plataforma que ya existe y trabaja en diferentes espacios del sur de Londres sin base estable.


La fachada, con cuatro antas dóricas y las típicas banderolas, está pidiendo permiso para ser un museo, y no se porqué me recordó al balneario en el que bailaba Mastroianni en Oci ciornie. En el interior, las 14 salas, son blancas y austeras, whitecube, algo en lo que Saatchi es pionero desde que abrió su primera sala de exposiciones en el 85 en un antigua fábrica de pintura en Boundary Road. La entrada es gratuita, un breve catálogo en blanco y negro con la sobras expuestas comentadas cuesta una libra y media. Me llevé también el último número de la revista que editan, ART&MUSIC, que es casi un monográfico sobre Syd Barret. Domina las estancias una luz cenital mate muy clara que se refleja en el suelo de madera crema, se forma un ambiente gaseoso y traslúcido que acentúa a las obras como no recuerdo haber visto antes en otro espacio de exposiciones. Son salas amplias, unidas en el eje central del palacio por escaleras con barandillas de metacrilato, esa moda aparatosas en el prolegómeno de su desfase. En las paredes un cartel decía "Por favor tenga cuidado, no usamos cordones para proteger nuestras obras". Había mucha pintura, mucho graffiti abstracto: Anser Krot, Tasha Amini y Dan Perfect.  También el cuadro de los ciervos que hay en casa de nuestros padres, pero con sandinistas, de Jonathan Wateridge, y las fotos de espacios despoblados que Ane Hardy ficciona en su estudio,que no me pueden gustar más. A la salida hacía sol y el imbécil del maserati todavía estaba allí.

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