Revista Música

En los confines de Ambros Chapel...

Publicado el 07 mayo 2012 por Eloidodelmundo
En los confines de Ambros Chapel...Abrí los ojos. Nada. Oscuridad total. Las sienes me palpitaban al ritmo de un caballo desbocado. Sentía el frio y la humedad calando en todos mis huesos, lo cual suponía inequívocamente que estaba tirado sobre un suelo pétreo y húmedo. Me incorporé despacio, irguiéndome con pausa para no caer desplomado de nuevo. No recordaba cómo había llegado a estar envuelto en la más completa lobreguez que, paradójicamente, no causaba en mí el desasosiego o la incertidumbre que se le supone a las tinieblas. Contrariamente, me sentía lleno, rebosante de paz y con la plena confianza en que muy pronto todo cobraría sentido. Cuando mis pupilas se adaptaron a la oscuridad, comencé a distinguir cierta claridad a unos pocos metros de distancia. Un pasaje angosto se dibujaba ante mi mirada atónita. Apoyé las manos en ambas paredes y me arrastré con decisión hacia el final de aquel suelo alfombrado con tenues sombras que nacían y morían ante mi flemático caminar. No tardé mucho en alcanzar mi objetivo. Una gran puerta de madera cuya aldaba había sido arrancada de cuajo. La empujé sin demasiado convencimiento y, como esperaba, no cedió ante mi intento. Fue entonces cuando me percaté de una extraña inscripción tallada justo dónde debía reposar la aldaba. Aquella frase rezaba "el amor nos destrozará". Fruncí el ceño ante aquel críptico mensaje y lo repetí en voz alta pensando que quizás escuchase algo más que haciéndolo en mi cabeza. Justo al pronunciar las palabras, la puerta chirrió y se abrió ante mi mirada atónita. Demasiado sencillo. Decidí no hacerme preguntas y continué avanzando por las escaleras que surgieron tras esa extraña puerta. Varias teas colgaban a ambos lados iluminando los, al parecer, cientos de escalones que no dejaban ver el final de aquella inquietante ascensión. Asiendo una de aquellas antorchas, afronté mi camino sin perder la esperanza de encontrar un final. Fue entonces cuando percibí, muy tenue pero legible, arañada en la tea otra inscripción enigmática, "ardes desde tu interior". Me detuve, cerré los ojos y escuché mi corazón mientras posaba mi mano en él. Al principio no lo percibí, pero mi angustia ante el solo hecho de imaginarme un corazón frío lo hizo latir con fuerza. Suspiré entonces al tiempo que abría los ojos y descubría cómo las escaleras habían terminado repentinamente. Me hallaba en la antesala de una estancia esférica y sellada. Solo paredes. Sin ventanas, sin puertas, sin rendijas, sin resquicios...tan solo palabras y frases envolviendo los muros. Giraba sobre mi mismo leyendo "Tan Joven", "Luna asesina", "Las constantes están cambiando" o "Me gustaría que estuvieras aquí", todo giraba conmigo en una siniestra danza que por fin liberó mi percepción. Fue entonces cuando supe cómo había llegado hasta allí. Recordé mi sillón favorito, recordé cómo me había sentado a escuchar Constants are Changing ("Las constantes están cambiando") de Ambros Chapel, una banda que me había impresionado ya con Rome, su primer trabajo. Ahora todo cuadraba, evocaban a Joy Division ("Love Will Tear Us Apart"), a Echo and the Bunnymen ("The Killing Moon"), a Bauhaus ("Burning From the Inside"), a Pink Floyd ("Wish you were here") y a Suede ("So Young") entre otros muchos aromas musicales que inundaban mis fosas nasales. Podía recordar con claridad cómo me emocioné al comprobar que surgían de lo más profundo de nuestras entrañas, que no pertenecían a tierras lejanas, y de lo orgulloso que me sentí por ello. Ahora, mi cuerpo inerte yacía en un sillón mientras mi mente tomaba conciencia de encontrarse inmersa en el universo de Ambros Chapel, y lo más importante de todo, sabía a ciencia cierta que jamás podría ni querría abandonarlo.
Ambros Chapel : Lovers

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