Revista Maternidad

En preparto

Por Josefina
En preparto
Ayer tuve bastantes contracciones, irregulares y espaciadas, pero algunas de ellas muy intensas. Oficialmente, estoy de "preparto", lo que significa mucho y a la vez no significa nada.Significa mucho porque quiere decir que mi cuerpo se está "entrenando" para cuando llegue el momento, además de que ya se están produciendo modificaciones en el cuello del utero. Es decir, la cosa avanza.Y no significa nada, porque perfectamente puedo seguir así hasta aún pasada mi FPP. Es decir, que puedo parir mañana como puede faltar aún tres semanas o más.De cualquier forma, el momento está cada vez más cerca.
La segunda parte del capítulo del libro de Raquel Schalman, Parir en Libertad, que puse la semana pasada, habla justamente de este momento: el período dilatante.Aquí va.

PERIODO DILATANTE

Cuando empieza el trabajo de parto, aparecen exclusivamente las contracciones con esa sensación tipo “dolor de ovarios”. Poco a poco se hacen rítmicas y más frecuentes, hasta que el tiempo entre una y otra es de entre tres y diez minutos. La duración de cada una también se regulariza: suele ser de entre 25 y 50 segundos. Las que duran menos de 25 segundos no resultan dilatantes. Si no llegan a ese mínimo se está aún en un pre-parto, y en algún momento se harán más largas.

La frase: “No estas dilatando, vamos a hacer una cesárea” –muy escuchada últimamente- pone la responsabilidad en las mujeres. Las hace sentir impotentes sin ningún motivo. Porque todas están en condiciones de tener contracciones que dilaten. Si no tenemos respeto por sus tiempos, o peor aún, si las instalamos en un sistema automatizado, la mayor parte de ellas no “funcionará del modo correcto”. Cada persona es única. Cada parto es una aventura. Es imprescindible acompañarlas con las formas y los tiempos de cada cual.

Este proceso de contracciones organizadas cada pocos minutos, y rítmicas, hará que el cuello del útero se vaya dilatando poco a poco. Puede durar cuatro horas, diez, quince o veinticuatro. En general, a mayor frecuencia, más intensidad y menos posibilidad de soportar el d olor. Las embarazadas “generan” las contracciones que ellas y sus bebés están en condiciones de tolerar. Por lo que, si no introducimos ocitocina sintética, si no rompemos la bolsa de las aguas artificialmente, la posibilidad de sufrimiento fetal (alteración de los latidos del bebé) es altamente improbable.

A medida que avanza el período dilatante, el niño va descendiendo más y más en la cavidad pelviana, de manera que cuando esta etapa se acerca a su fin (la teoría dice que debe tener 10 cm de diámetro para estar completamente abierto) la cabecita, ya muy baja, empieza a hacer presión sobre el recto.

La parturienta, que venía sintiendo dolor en cada contracción, y alivio y descanso cuando cada una terminaba, empieza a tener sensaciones difusas, como “necesidad de pujar”, cada vez que aparece una. En ese momento suelen decir “quiero ir al baño” y éste es el mejor indicador de que estamos llegando al fin del dilatante y entrando en la siguiente fase.


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