En profundidad: El futuro

FICHA TÉCNICA:

Dirección: Miranda July

Guión: Miranda July

Producción: Gina Kwon, Roman Paul, Gerhard Meixner

Fotografía: Nikolai Von Graevenitz

Montaje: Andrew Bird

Música: Jon Brion

FICHA ARTÍSTICA:

Sophie: Miranda July

Jason: Hamish Linklater

Marshall: David Warshofsky

Gabriela: Isabella Aeres

Joe, la luna: Joe Putterlik

Argumento:

Sophie y Jason son extraños de la misma forma que cualquier pareja es extraña cuando está sola. Viven en un pequeño piso en Los Ángeles, odian sus trabajos y dentro de un mes adoptarán a un gato callejero llamado Paw Paw. Como si se tratara de un recién nacido, necesitará que le cuiden las 24 horas del día: puede que muera dentro de cinco meses o que viva seis años. A pesar de sus buenas intenciones, la idea de perder la libertad les aterra a ambos y por eso deciden dejar el trabajo y abandonar Internet para lanzarse tras sus sueños. Sophie quiere crear un baile y Jason quiere dejarse guiar por el destino. Pero a medida que pasan los días, Sophie se siente paralizada y humillada. En un momento de desesperación, llama a Marshall, un hombre de carácter firme de 50 años al que apenas conoce y que vive en el Valle. En este mundo aburguesado, no tiene que ser ella misma. Mientras siga allí, nunca volverá a verse obligada a intentarlo (y a fracasar). Sophie y Jason viven en dos realidades diferentes, vacías y aterradoras. Ahora deberán reencontrar el tiempo, el espacio y sus almas si quieren volver a casa.

El futuro. Un título tan evocador como confuso es el que eligió la artista y cineasta Miranda July para su segunda película. Y no lo eligió mal, porque esta cinta es tan confusa y evocadora como ese concepto.

July hace una reflexión sobre el paso del tiempo y el camino a la madurez en una cinta que se escapa de todo convencionalismo. El gato que la pareja pretende adoptar se convierte en personaje clave y guía de los personajes – hasta el punto de participar con un monólogo que se va intercalando en la historia.

La cinta tiene momentos irregulares y produce varias sensaciones y preguntas en el espectador a lo largo de su visionado. Desde la increíble escena en que Jason detiene el tiempo durante tres días para no hacer frente a la realidad que se le avecina, hasta lo ridículo de los intentos de Sophie por grabar un vídeo de ella bailando para subirlo a Youtube.

Lo cierto es que entre los momentos poéticos y estéticamente bellos y los absurdos que te hacen peguntarte de qué leches va todo esto, al final la película engancha y mucho. Personalmente, me dejó con ganas de volverla a ver para ver si podía sacarle más jugo, y me ha tenido pensando durante varios días.

Quizás no del gusto de todos, pero desde luego, un plato de muy buen gusto.