FICHA TÉCNICA:
Dirección: Seth Gordon
Guión: Craig Mazin
Producción: Scott Stuber, Jason Bateman, Pamela Abdy
Fotografía: Javier Aguirresarobe
Montaje: Shepherd Frankel
FICHA ARTÍSTICA:
Sandy Bigelow Patterson: Jason Bateman
Diana: Melissa McCarthy
Harold Cornish: Jon Favreau
Trish Patterson: Amanda Peet
Julian: Tip Harris
Marisol: Génesis Rodríguez
Argumento:
Valiéndose de un crédito ilimitado, Diana (Melissa McCarthy), una compradora compulsiva, vive a lo grande en las afueras de Miami. El único problema es que cuando va de compras usa el nombre de Sandy Bigelow Patterson, un agente comercial (Jason Bateman) que vive en la otra punta de Estados Unidos. Cuando éste se da cuenta de la situación, se va al sur para enfrentarse a la mujer que le está arruinando la vida. Mientras se esfuerza en convencerla, descubrirá lo difícil que es recuperar su nombre.
Dicen que incluso en casos en los que los dos miembros de una pareja son muy compatibles, es posible que las cosas salgan mal si no se le dedica el tiempo y el esfuerzo suficiente, que por mucho que quieras a una persona, el amor no basta por sí solo. Esta consiga de las relaciones se puede aplicar a casi cualquier cosa, incluido el cine, y es que uno pensaría que dos actores como Jason Bateman y Melissa McCarthy harían funcionar una película, casi sin importar lo mediocre que pueda ser la historia o el guión. Pero no.
Por desgracia, Por la cara es una comedia insulsa y sin gracia en su mayor parte. No llega al nivel de terrible, pero se queda en tierra de nadie y causa más indiferencia que otra cosa, lo que es casi peor. La química y el buen hacer de los actores está presente, y que decir tiene que son, de lejos, lo mejor con un Jason Bateman perfectamente creíble en su papel de padre de familia y trabajador de clase media americano que aspira a algo mayor, y una Melissa McCarthy como bala perdida aparentemente sin escrúpulos, pero a la que se le ve el corazoncito en cuanto baja la guardia.
Sin embargo, a pesar de que ambos personajes son del todo entrañables, el tono cómico de la cinta es prácticamente nulo. No hay chistes, ni gags que no den la impresión de haberlos visto ya un millón de veces, como el hecho de que los malos sean un negro y una latina que aparentan tener muy mala leche, pero luego son más torpes que un pingüino fuera del agua. Y es que los estereotipos racistas en Hollywood son una constante que empieza a ser cansina hasta límites insospechados.
Después de toda la acción, al final lo que más destaca de la película son los momentos más íntimos y calmados, en los que los dos protagonistas se muestran sinceros el uno con el otro y cumplen el cometido de toda road movie, que el viaje exterior conlleve un viaje interior que les lleve a aprender algo al final del camino.