Revista Cultura y Ocio

¿En qué idioma hablaba Kagel en su casa?

Publicado el 14 enero 2018 por Juan Maria Solare @DonSolare

Mauricio Kagel fue un compositor nacido en Buenos Aires (Argentina) en 1931 y que emigró a los 26 años a Colonia (Alemania) con una beca del DAAD (Servicio Alemán de Intercambio Académico). Viajó a Alemania allí con su flamante esposa Ursula Burghardt, y allí tuvo dos hijas (Pamela y Débora, que acaso se escriba Deborah, no estoy seguro).

No es ningún secreto que fui el último alumno de Kagel de Nuevo Teatro Musical en la Hochschule für Musik de Colonia hasta que se jubiló en 1996, y que seguí en contacto periódico con él. Por eso, recientemente, un colega me preguntó en qué idioma hablaba Kagel en su casa con su familia: si castellano o alemán.

Respondí que Kagel, en su casa, hablaba fundamentalmente en castellano, lo cual me consta por las veces en que yo llamaba por teléfono, atendía la esposa y le avisaba en castellano “te habla Solare” o lo que sea.

Y que hablaba en castellano con las hijas lo refleja un episodio divertido: cierta vez llamé y me atendió él diciendo “hola, mi amor“. Yo me morí de risa, él me explicó que estaba esperando la llamada de su hija Débora (Deborah), cineasta, que vive en Estados Unidos.

La pregunta por el idioma no es meramente anecdótica, porque el caso de Kagel (independientemente de la profesión musical) es el de numerosos emigrados jóvenes: en qué idioma hablar con sus hijos, si el del lugar o el original.

Que la cuestión no es nada fácil la muestra un caso personal: mi abuelo materno, nacido en Galicia y que fue a Argentina a los 8 años de edad (si lo registros familiares no mienten), se negaba a hablar gallego con su propia familia. Por supuesto, de adulta, mi madre se lo reprochaba: qué fácil hubiese sido hablar gallego casi como lengua materna.

El criterio, según creo comprender, se remite al hecho de adaptarse plenamente al nuevo lugar, integrarse, lo cual incluye relegar el idioma de origen.

He visto más de un inmigrante que sigue el mismo criterio (no enseñarles a sus hijos su propio idioma materno). Personalmente me parece demasiado extremo, además de un cercenamiento voluntario e innecesario de una parte importante de la personalidad.

Y hay un aspecto práctico: si emigraste como adulto y aprendiste un segundo idioma relativamente tarde en la vida, siempre tu primer idioma va a ser mejor, aunque se oxide el vocabulario, y siempre tus hijos van a hablar mejor el idioma del lugar donde nacieron. Es impensable que no lo aprendan, excepto que la familia completa viva aislada.

Así que… hablales en tu idioma para que cuando seas viejo y no entiendas nada te puedan traducir.

[Juan María Solare, Bremen, 13 de enero de 2018]

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