Revista Religión
De hacía 1930 data esta fotografía en la que vemos a la Divina Pastora en su camarín con las bellísimas pinturas del pintor local Ricardo López Cabrera que años después sería parcialmente destruidas, siendo José María Labrador el encargado de restaurar el magnífico conjunto que sirve de marco a la devoción cantillanera por antonomasia. Llama la atención la ausencia del árbol habitual y también de diadema. La Virgen lleva toca y el sombrero de encajes que fue el primero que tuvo de este tipo, hoy se encuentra adornado con flores de talcos. El cayado es el de plata liso y luce en su cuello la gargantilla conocida como “la golondrina”.
Rodeando a la Pastora, el Divino Cordero y las dos ovejas de su grupo escultórico que fueron destruidas y recuperadas recientemente por unas copias fidedignas de Luis M. López Hernández. La fotografía corrobora como el paso de los años parece haberse detenido en tan venerada imagen; como esa expresión tan genuina y tan nuestra convertida en el entusiasta viva que proclamamos con simpar orgullo se ratifica en cada una de las numerosas fotografías antiguas que se conservan, prueba inequívoca de la fidelidad del pueblo a su Divina Pastora.
Tú serás siempre la misma,
tesoro del pastoreño,
siempre tan reina y sencilla,
la dueña de nuestros sueños,
siempre Pastora Divina.